Testimonio de una de las víctimas en el acto organizado por la diócesis de Bilbao Joseba, víctima de abusos: "Si sabías que eras un pederasta, ¿por qué te metiste a sacerdote? ¿Por qué manchas el buen nombre de la Iglesia y de su Dios?"

Joseba Imanol Ibarra durante la lectura de su testimonio
Joseba Imanol Ibarra durante la lectura de su testimonio Alex Garai

Durante el acto oracional de perdón celebrado en la tarde de ayer en la catedral de Bilbao, en la que se pidió -en un acontecimiento inédito hasta ahora en la Iglesia española- perdón a las víctimas de abusos sexuales cometidos por miembros de la institución eclesial, una de las personas abusadas en su infancia, Joseba Imanol Ibara, ofreció el desgarrador testimonio de aquella traumática experiencia

"¿Por qué tanta maldad? ¿Qué necesidad había de hacernos daño a unos niños desvalidos e inocentes? Si sabías que eras un pederasta, ¿por qué te metiste a sacerdote? ¿Por qué manchas el buen nombre de la Iglesia católica y de su Dios? ¿Por qué rompes las vidas de una generación de inocentes niños?"

Durante el acto oracional de perdón celebrado en la tarde de ayer en la catedral de Bilbao, en la que se pidió -en un acontecimiento inédito hasta ahora en la Iglesia española- perdón a las víctimas de abusos sexuales cometidos por miembros de la institución eclesial, una de las personas abusadas en su infancia, Joseba Imanol Ibara, ofreció el desgarrador testimonio de aquella traumática experiencia, testimonio que recogemos íntegramente porque merece la pena se leído y rezado.

Lágrimas de dolor

"Lágrimas de dolor. Esta pena que me embarga me hiere en lo más profundo de mi doliente y apenado ser, desgarrando todo mi cuerpo, hace nacer ríos de lágrimas salobres que manan fluyendo y moviendo a su antojo como cataratas desbordadas desde los enrojecidos ojos hasta los poros más profundos de mi piel anegada de sollozos.

Poseído por una desmedida pena, con ira, y una gran rabia, jamás hasta ahora conocida, escapa de este cándido cuerpo dolorido, roto y descorazonado, sin palabras para redimirme ni oraciones para este duelo.

Joseba, la víctima, abraza al obispo Joseba Segura
Joseba, la víctima, abraza al obispo Joseba Segura Alex Garai

Es inhumano, debería prohibirse la orfandad inducida al abandono. Dios magnánimo y omnipotente, que los niños sean abusados es el más cruel y peor castigo que a un niño puede infligirse.

Sin parar de llorar y entristecidos, los niños inocentes sin consuelo, tú, doliente figura imberbe con miedo y contradicciones, no entiendes qué es lo que pasa, por qué estas canallescas formas y conductas, quien tenía el deber de defendernos fue nuestro principal abusador.

Como no encuentro amparo, lloro desconsolado, lloro y lloro hasta vaciar las cuencas de mis ojos, hasta mitigar esta gran pena que me atenaza y me embarga por esos abusos sufridos en mi niñez.

El abrazo entre dos víctimas de abusos, Joseba Ibarra y el sacerdote Josu López
El abrazo entre dos víctimas de abusos, Joseba Ibarra y el sacerdote Josu López Alex Garai

Hay pecados que no se pueden perdonar ni ofensas tan graves y amargas olvidar de quienes tenían el deber de protegernos y nos hicieron descender a los infiernos con abusos, humillaciones y violaciones, y aunque en esta vida no pueda yo verle, quizás lo vea en otra eternidad, en otro cielo, mirarle a la cara, pedirle explicaciones.

Le preguntaría: ¿Por qué tanta maldad? ¿Qué necesidad había de hacernos daño a unos niños desvalidos e inocentes? Si sabías que eras un pederasta, ¿por qué te metiste a sacerdote? ¿Por qué manchas el buen nombre de la Iglesia católica y de su Dios? ¿Por qué rompes las vidas de una generación de inocentes niños?

Joseba Imanol Ibarra, víctima de abusos en la diócesis de Bilbao
Joseba Imanol Ibarra, víctima de abusos en la diócesis de Bilbao Alex Garai

Lo que hoy estoy relatando con dolor y con rabia, es lo que nos sucedió en este infausto internado de la Santa Casa de Misericordia a un grupo de pobres e inocentes niños, abusos cometidos por su director, el sacerdote canónigo José Luis Pérdigo de Ygual.

Quiero hoy en este acto del perdón ante la Iglesia y mi distraído Dios aplacar para siempre esta sed de justicia, sanar las heridas y el sufrimiento de mi corazón, hallar la paz que mi atormentada alma precisa".

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