"Los frutos del Sínodo ya se perciben", expresa el subsecretario de la Secretaría General del Sínodo Luis Marín de San Martín: "La sinodalidad no es una invención, es la Iglesia misma, viva y en comunión"

Luis Marín de San Martín, subsecretario de la Secretaría General del Sínodo
Luis Marín de San Martín, subsecretario de la Secretaría General del Sínodo

Monseñor Luis Marín de San Martín, subsecretario de la Secretaría General del Sínodo, ofreció su testimonio y experiencia en nuestra diócesis sobre el proceso sinodal que vive la Iglesia universal

"Creo firmemente que la elección de León XIV es un gran regalo de Dios a la Iglesia en este momento"

"No se puede ser cristiano mediocre. El discernimiento nos lleva a la acción: a encarnar el Evangelio en la realidad de hoy, a inculturarlo, porque el Evangelio no son ideas, es vida"

"La sinodalidad debe impregnar la vida parroquial, los grupos y movimientos. Solo así llegará la verdadera transformación eclesial. Es nuestra responsabilidad y también un hermoso desafío"

(Diócesis de Coria-Cáceres).- Monseñor Luis Marín de San Martín, subsecretario de la Secretaría General del Sínodo, ofreció su testimonio y experiencia en nuestra diócesis sobre el proceso sinodal que vive la Iglesia universal.

-Bienvenido a la diócesis de Coria-Cáceres.

-Muchas gracias por esta oportunidad. Me siento realmente en casa, entre amigos y con hermanos, implicados en un tiempo muy bonito que estamos viviendo en la Iglesia: el Año del Jubileo de la Esperanza, que nos invita a mirar el futuro con ilusión y nos impulsa en la tarea misionera.

Creemos. Crecemos. Contigo

Sobre el Papa León XIV

-Hablando de un hermano muy especial, el cardenal Robert Prevost, hoy papa León XIV. ¿Cómo vivió su elección?

-Para mí, el papa León XIV es un hermano. Conviví con él durante cinco años en la misma comunidad, compartiendo la oración, las comidas, la recreación y la vida fraterna. Fue él quien me llevó a Roma en 2008, cuando era prior general. Más tarde, mantuvimos una relación cercana mientras fue obispo de Chiclayo, colaborando en temas de formación y sinodalidad.

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También coincidimos cuando él era prefecto de los obispos, compartiendo oración y Eucaristía todos los días. Creo firmemente que su elección es un gran regalo de Dios a la Iglesia en este momento.

Los frutos de la sinodalidad

-Desde su experiencia en la Secretaría del Sínodo, ¿qué frutos concretos se están viendo de este proceso que aún continúa?

-La sinodalidad es una experiencia de la Iglesia unida a Cristo, no es una invención ni algo que tenga fin; es la Iglesia es sí misma: viva, unida a Cristo, en comunión, corresponsable y abierta a la evangelización.

Los frutos ya se perciben: una Iglesia más viva y mucho más coherente. Tiene dos dimensiones: hacia adentro, conocer más a Cristo y unirnos más la Iglesia, cada uno con su responsabilidad y vocación (laico, religioso, sacerdote…); y hacia afuera, porque nos impulsa a ser una Iglesia evangelizadora, no autorreferencial como reclamaba el Papa Francisco, sino una Iglesia evangelizadora como pide el Papa León XIV: una Iglesia que sale para dar testimonio de Cristo y para ser fermento de esperanza y alegría en la sociedad. Ese es el reto de los cristianos.

Escucha, discernimiento y misión

-El discernimiento es clave en este proceso. ¿Cómo se traduce en la vida diaria?

-La sinodalidad es ante todo una experiencia de Cristo y de Iglesia. Supone ponernos a la escucha: escuchar lo que el Espíritu dice hoy a la comunidad cristiana, al Pueblo de Dios.

De esa escucha nace el discernimiento, que nos ayuda a descubrir cómo vivir nuestra fe de forma plena y coherente. No se puede ser cristiano mediocre. El discernimiento nos lleva a la acción: a encarnar el Evangelio en la realidad de hoy, a inculturarlo, porque el Evangelio no son ideas, es vida. El Evangelio es Cristo, y llevarlo a todos los rincones donde no ha llegado.

Y cuando se vive así, florecen dos actitudes fundamentales: la comunión y la alegría, como en las primeras comunidades cristianas.

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Una Iglesia misionera

-El Papa Francisco siempre habló de una Iglesia misionera. ¿Cómo lo entiende usted?

-Todo cristiano es misionero desde el bautismo. Ser misionero significa vivir unido a Cristo y testimoniarlo con la propia vida. Ser Cristo que decía San Agustín.
No somos una Iglesia pasiva, cerrada ni temerosa, sino una Iglesia dinámica, alegre y esperanzada, que transmite el entusiasmo de Cristo, no el propio. Esa es la razón de nuestra vida.

Del Papa Francisco al Papa León XIV

-Este sínodo ha sido distinto, con la participación de laicos, mujeres y personas de fuera de la Iglesia. ¿Qué legado deja el Papa Francisco al nuevo Papa?

-El Papa Francisco ha sido un Papa que abre puertas y siembra caminos. Ha impulsado una Iglesia más participativa y fraterna. Debemos continuar esos caminos.
El Papa León XIV, que vivió todo este proceso desde el inicio, es un Papa profundamente sinodal. Ya cuando era obispo en Perú trabajaba así: escuchando a todos, elaborando planes pastorales de manera asamblearia.

La sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia: siempre será comunión, participación y misión. Ahora entramos en una fase crucial, la de la implementación, donde debemos llevar todo lo aprendido a la vida concreta de las parroquias y diócesis.

La sinodalidad comienza desde abajo

-¿Cómo lograr que la sinodalidad sea una realidad en las parroquias?

-Todo proceso de renovación debe comenzar desde abajo, desde las comunidades. Si se impone desde arriba, fracasa. La sinodalidad debe impregnar la vida parroquial, los grupos y movimientos. Solo así llegará la verdadera transformación eclesial. Es nuestra responsabilidad y también un hermoso desafío.

-Seguiremos avanzando en esta fase junto a don Miguel Ángel González Sáiz, nuestro representante diocesano, que también forma parte del equipo de la Conferencia Episcopal Española encargado de la implementación del Sínodo. Y también con la guía del Equipo Sinodal Diocesano.

-En España somos dieciséis diócesis trabajando de manera coordinada en este proceso, y lo hacemos con esperanza y gratitud. Tuve la oportunidad de conocer a don Miguel Ángel en el Encuentro de Párrocos por el Sínodo, una experiencia preciosa en la que participaron 200 sacerdotes de todo el mundo. Allí vivimos realmente lo que significa caminar juntos: escuchar, compartir y discernir en comunidad.

-Muchas gracias por acompañarnos.

-Gracias a ustedes por su trabajo y por seguir caminando juntos en comunión, participación y misión. Sigamos adelante en este tiempo de esperanza.

Roma acoge un encuentro sinodal para 300 párrocos - Alfa y Omega

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