La diócesis creyó desde el principio al sacerdote, al que trasladó de inmediato de Melilla a la península El obispo de Málaga se negó, hasta en dos ocasiones, a recibir a la pareja del cura detenido por sedar, violar y grabar a varias mujeres

El obispo de Málaga, Jesús Catalá
El obispo de Málaga, Jesús Catalá Diócesis de Málaga

Jesús Catalá se negó hasta en dos ocasiones, a reunirse con la pareja del 'padre Fran', el sacerdote detenido el pasado 11 de septiembre y acusado de sedar, violar y grabar sin su consentimiento a varias mujeres, en un caso que ha generado el lógico escándalo y cuestionado la capacidad de la diócesis para responder tal y como exigen los protocolos vaticanos

La diócesis ha prohibido hablar al vicario episcopal de Melilla, Eduardo Resa, después de hacerlo con La Sexta

El obispo sólo quiso saber la versión del cura, al que llamó a primeros de enero al palacio episcopal. Tras escuchar su explicación, decidió el traslado sin informar a la mujer, ni dar cuenta a los feligreses. Ya no regresó a Melilla

El obispo de Málaga, Jesús Catalá, se negó hasta en dos ocasiones, a reunirse con la pareja del 'padre Fran', el sacerdote detenido el pasado 11 de septiembre y acusado de sedar, violar y grabar sin su consentimiento a varias mujeres, en un caso que ha generado el lógico escándalo y cuestionado la capacidad de la diócesis para responder tal y como exigen los protocolos vaticanos.

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Tal y como adelanta Cruz Morcillo en ABC y ha podido confirmar RD, la ex pareja del sacerdote, después de denunciar ante el vicario episcopal de Melilla, Eduardo Resa (a quien la diócesis ha prohibido hablar, después de hacerlo con La Sexta), que mantenía una relación con el clérigo y la existencia de vídeos comprometedores, trató de contactar, vía correo electrónico y con el asesoramiento de algunos sacerdotes, con el obispo.

Hasta el dos ocasiones, en marzo y junio, cuando el 'padre Fran' ya había sido trasladado a Málaga -justo después de la primera denuncia, y después de que éste admitiese la ruptura del celibato, y engañase al vicario enseñándole un vídeo que nada tenía que ver con las denuncias ahora conocidas-, la mujer intentó ser recibida por el obispo. 'Problemas de agenda' impidieron el encuentro. Es más, el secretario del obispo pidió a la mujer que les informase por escrito, en lugar de presencialmente. Y es que el obispo sólo quiso saber la versión del cura, al que llamó a primeros de enero al palacio episcopal. Tras escuchar su explicación, decidió el traslado sin informar a la mujer, ni dar cuenta a los feligreses. Ya no regresó a Melilla.

Fuentes de la diócesis de Málaga continúan asegurando que Catalá no se enteró del contenido de los vídeos hasta el pasado 5 de septiembre, lo que no evita que la actuación del Obispado fuera cuando menos negligente, actuando como lamentablemente ha hecho en demasiadas ocasiones la institución: trasladando al sacerdote para evitar el escándalo, y dándole otro destino, sin explicar las razones, y, especialmente en este caso, sin hacer un seguimiento ni poner 'en la nevera' al clérigo hasta comprobar que las razones que habían motivado su traslado se habían solucionado.

Tampoco fue el caso, pues pese a la distancia, la relación se mantuvo durante meses hasta que la mujer descubrió -o al menos así lo planteó ante la Policía- que el cura tenía otra novia. La diócesis, que trata de personarse como parte en el proceso, no siguió los protocolos vinculantes, ni atendió a la víctima, una de las obligaciones de los protocolos eclesiásticos.

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