Acogernos unos a otros Monseñor Cobo, en el triduo de la Virgen de la Almudena: "Hemos de aprender a mirar donde mira Ella"

Monseñor Cobo
Monseñor Cobo

La diócesis de Madrid se prepara ya espiritualmente para la festividad de la Virgen de la Amudena. Celebró un triduo presidido por monseñor Cobo, obispo auxiliar de Madrid

En la homilía, Cobos reconoció que este año la celebración de la patrona "viene arropada por mucho miedo y mucha desesperanza en Madrid

Instó a la acogida para afrontar la situación, imitando la actitud de la Virgen: de "esta situación si no es con la acogida del otro, si no es aprendiendo a ser Iglesia, no saldremos adelante"

(Archimadrid).- La diócesis de Madrid se prepara ya espiritualmente para la festividad de la Virgen de la Almudena, patrona de la ciudad, con un triduo a las 19:00 horas en la catedral de la Almudena que comenzó este jueves, 5 de noviembre. La Eucaristía estuvo presidida por monseñor José Cobo, obispo auxiliar de Madrid, que reconoció que este año la celebración de la patrona «viene arropada por mucho miedo y mucha desesperanza en Madrid». Este «pequeño virus» que ha «causado heridas profundas y ha desenmascarado muchas vulnerabilidades físicas, sociales y espirituales» lleva a la pregunta de «cómo curar a nuestro mundo con la fe, la esperanza y la caridad que hemos recibido».

Frente a una vuelta a la normalidad en la que se actúe como si no hubiera pasado nada, monseñor Cobo invitó a vivir la normalidad del «Reino de Dios, a hacerlo crecer». También la enfermedad, los efectos del paro, la soledad y la desesperanza están llevando a muchos hombres a replegarse sobre sí mismo. Pero «no es la solución celebrar la fiesta de la Almudena mirando al pasado como si nada hubiera sucedido; no es solución maquillar el presente…». Con este triduo, la Virgen de la Almudena «nos puede enseñar» a recuperar esa normalidad del Reino de Dios. «Le podemos pedir […] a María que nos dé luz» para ver «cómo celebrar la vida», propuso el prelado.

Y para ello, «hemos de aprender a mirar donde mira Ella», que es a la vida diaria viendo en el día a día «el paso de Dios». La Virgen lo hace desde una «muralla rota y caída», en un «momento de destrucción», e invita desde las grietas y los boquetes a «descubrir ahí la vida de nuestros vecinos», y a mirar por esas murallas rotas «la vida de nuestra ciudad». María, que pasó en su vida terrenal por muchas oscuridades –«todo para María es muy distinto a como lo había planteado»–, supo ver en cada muro caído la voluntad de Dios. Ella «sabe que cuando no entiende las cosas, se puede confiar en Dios, y Ella espera en Dios en todo momento […] porque lo que Dios ha dicho se cumplirá».

Cuidar las cruces de nuestro alrededor

El triduo, explicó el obispo auxiliar, es un ponerse en camino: «Tendremos que ir junto a la cruz como lo hizo Ella, con el corazón roto, sin rehusarla». María no escapó ni se encerró en sí misma, «sus ojos no están en lo mal que le va a Ella», sino «en el Hijo, en la cruz». María, que acogió a Jesús en Belén «y de ahí «hasta la cruz», es «experta en acoger lo que Dios le da» e igualmente nos llama a ello. Si este año «queremos celebrar la Virgen de la Almudena, tendremos que ir a la cruz para acoger la realidad que Dios nos da como lo hace Ella, y cuidar a Cristo que está en la cruz, y cuidar a tantas cruces que tenemos a nuestro alrededor».

Junto a la cruz estaba también el discípulo amado. De «esta situación si no es con la acogida del otro, si no es aprendiendo a ser Iglesia, no saldremos adelante». En la Iglesia de Madrid, en la que «somos muy distintos», tenemos el encargo de acogernos unos a otros. Como explica el Papa en Fratelli tutti, que monseñor José Cobo recogió en la homilía, «la fraternidad al pie de la cruz es la que sanará al mundo».

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