El arzobispo de Pamplona cumple 25 años de mitra: "Una dulce carga que pesa mucho" Francisco Pérez: "El nacionalismo ha querido crear un vínculo de familia o de religión y puede acabar convirtiéndose en una idolatría"

Francisco Pérez
Francisco Pérez

"En Osma-Soria aprendí un poco a ser obispo, puesto que a ser obispo se debe aprender día a día"

"Los navarros son gente recia, de voluntad fuerte y decidida, entregados. Carácter que les ha llevado a ser misioneros en tantos lugares en circunstancias a veces difíciles y que siempre se han mantenido entregados en la misión que se les confiaba"

"En ocasiones los nacionalismos han querido ser más importante que la familia o que la familia cristiana y eso ha producido mucho daño: ha querido crear un vínculo de familia o de religión y puede acabar convirtiéndose en una idolatría"

"Todos los casos (de inmatriculaciones) que hemos tenido y han sido muchos, donde se nos denunciaba como apropiación injusta a la Iglesia, los hemos ganado en los tribunales"

"La pandemia es una oportunidad. Una oportunidad que nos puede hacer mejores o peores. No será una cosa al azar, dependerá del empeño personal que pongamos en juego"

"Mi relación con don Juan Carlos I fue siempre buena. Era amable en el trato, agradable y muy cordial. Siempre procuré estar muy cercano a la Familia Real y ellos me consideraban como arzobispo"

Francisco Pérez González, (Frandovínez, Burgos, 13 de enero de 1947), es arzobispo de Pamplona y obispo de largo recorrido: 25 años, nada menos. Su puesta de largo la tuvo como obispo de Osma-Soria cuando fue nombrado por el papa Juan Pablo II. Desde entonces camina con mitra, "una dulce carga que pesa pesa mucho", que supone "desprendimiento y desarraigo" pero que compensa porque te pone en contacto con personas muy variadas y cerca de la gente sencilla.

No en vano ha recorrido de norte a sur y de este a oeste las diócesis a su cargo. "En Osma-Soria, por dos veces realicé la Visita Pastoral" -comenta satisfecho-. Y es así como ha logrado penetrar en el alma de los navarros, 'estando disponible' como un buen día le aconsejara Juan Pablo II. "Este consejo me ha motivado durante estos años".

Tras tres años de arzobispo castrense, llegó a Pamplona. "Lo que más me impresiona del pueblo navarro es su lealtad y claridad, no se andan con recovecos", "gente recia, de voluntad fuerte y decidida, entregados... Un carácter que ha producido muchos misioneros". "Todos los días en el rezo de la mañana le digo al Señor: Entra en el corazón de todos los navarricos y ayúdales en sus quehaceres de cada día y posibilita que encuentren tu amor. Yo no puedo, pero tú si que puedes Señor"

Hemos hablado con él sobre nacionalismos, inmatriculaciones, la pandemia y la acción, poco reconocida, de la Iglesia en esta crisis, a lo que nos ha respondido: "la gente sencilla que sufre dificultad en una parroquia, en un pueblo, sí reconoce la acción de la Iglesia". Es la opinión de un obispo veterano que asegura que "a ser obispo se debe aprender día a día".

- Acaba de cumplir 25 años de obispo. ¿Pesa mucho la mitra o es una dulce carga?

La mitra es una dulce carga que pesa mucho. El Señor te saca de tu ministerio y te lleva a donde no conoces y eso supone desprendimiento, desarraigo. Encuentras situaciones difíciles, gentes muy distintas, problemas que hay que superar y decisiones que hay que tomar y que no son fáciles. Al mismo tiempo el Señor no te deja solo, te acompaña. Está a tu lado, te sostiene, te da alegría y paz. El encuentro con las familias, en las parroquias que visitas, te pone cerca de mucha gente sencilla que viven su vida cristiana con sencillez.

Recuerdo cuando el Papa Juan Pablo II, en un coloquio con él, me dijo: “No hay mejor regalo para la Comunión Eclesial que la disponibilidad. Si fuéramos más disponibles la Iglesia iría mejor”. Esto me ha motivado durante estos años y he procurado estar disponible en todo momento con la fuerza del Señor. Y otro consejo que me dio y que me ha servido en los momentos de sufrimiento: “No olvide que cuando le venga la cruz, ha de abrazarla no vacía sino llena de Cristo”. Y me regaló un pectoral que siempre llevo conmigo. Esto me ha ayudado en momentos nada fáciles pues se que el Señor es mi fortaleza y me acompaña.

Francisco y Pérez

-¿Osma-Soria, su "primer amor", donde seguramente aprendió a ser obispo?

Fueron momentos muy interesantes donde aprendí a relacionarme con los demás como obispo. Visité todos los pueblos y comunidades cristianas, durante los ocho años que estuve, por dos veces realicé la Visita Pastoral. Celebré un Sínodo Diocesano número XVI que clausuré el 27 de diciembre de 1998. En 1997 la Diócesis de Osma-Soria fue la sede de “La Ciudad de Seis Pisos”, una de las ediciones de las Edades del Hombre de las Diócesis de Castilla y León. El Año Jubilar 2000 estuvo jalonado por celebraciones por toda la geografía diocesana. Exposición sobre el Venerable Juan de Palafox y Mendoza en la Catedral, al cumplirse el IV centenario de su nacimiento (que posteriormente fue Beatificado).

El año 2001 se celebró el IX centenario de la Restauración de la Diócesis Oxomense por el obispo San Pedro de Osma. Fue este año cuando la Conferencia Episcopal española lo propuso a la Congregación de la Evangelización de los Pueblos y fui nombrado como Director Nacional de Obras Misionales Pontifícias. En 2002 se tuvieron los actos de la celebración del IV centenario del nacimiento de la Venerable M. Sor María Jesús de Ágreda. Es cierto que en esta preciosa Diócesis aprendí a ser obispo un poco, puesto que ser obispo se debe aprender día a día.

- El arzobispado castrense es especialmente delicado, ¿qué tal se llevó con el ahora Rey emérito?

Más que delicado es peculiar. La labor pastoral que allí se realiza es muy distinta. Fui nombrado por Juan Pablo II el 30 de noviembre del año 2003. Visité a las tropas españolas en diversos lugares que realizaban misiones de paz (Bosnia, Mostar, Afganistán…) y en muchos Cuarteles de los diversos lugares de España donde bautizaba y confirmaba a los soldados de los diversos cuerpos del Ejército y de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Ellos aprecian mucho el servicio que realizan los capellanes castrenses que siempre están cercanos aunque las situaciones no sean fáciles. Y también oficié funerales de soldados fallecidos en la misión de paz.

Pérez, arzobispo castrense

Mi relación con don Juan Carlos I fue siempre buena. Era amable en el trato, agradable y muy cordial. Siempre procuré estar muy cercano a la Familia Real y ellos me consideraban como arzobispo. Ahora, por ejemplo,  el Rey Felipe VI me ha enviado una carta de felicitación por mis 25 años de obispo.

- Un ya largo pontificado de 13 años (y los que le quedan) en Pamplona. ¿Ha conseguido penetrar en el 'alma' navarra?

Los navarros son gente recia, de voluntad fuerte y decidida, entregados. Carácter que les ha llevado a ser misioneros en tantos lugares en circunstancias a veces difíciles y que siempre se han mantenido entregados en la misión que se les confiaba. Concretamente ahora hay 800 misioneros en distintas partes del mundo. Creo que con cercanía y amabilidad se llega bien al corazón de los navarros. Lo que más me impresiona es su lealtad y claridad, no se andan con recovecos. He penetrado en su ‘alma’ con la Visita Pastoral de norte a sur y de este a oeste. Han sido años intensos pero muy gratificantes. Aún me quedan más realidades que ahondar, porque en la evangelización nunca uno puede decir que está satisfecho.

- ¿Qué es lo que más le gusta de los navarros? ¿Y lo que menos?

El carácter, la reciedumbre con la que afrontan los retos, la conciencia de pertenencia a una comunidad. Navarra es matriarcal más que patriarcal, lo he podido comprobar en todas las visitas. Me agrada entrar en las casas a visitar a los enfermos, aunque ahora es más complicado a causa del Covid19, pero trato de relacionarme lo mejor posible. Las raíces de Navarra están muy afianzadas en la vida cristiana. Ahora me preocupa que la secularización está llevando a una falta de fe y esto me preocupa mucho, pues cuando hay falta de transcendencia lo humano se debilita y se puede llegar a la desesperanza que provoca el desánimo, la angustia y la falta de sentido en la vida. Esto no me gusta.

Pérez

Todos los días en el rezo de la mañana le digo al Señor: 'Entra en el corazón de todos los navarricos y ayúdales en sus quehaceres de cada día y posibilita que encuentren tu amor. Yo no puedo, pero tú si que puedes Señor'. Es un reto que le pongo todos los días al Señor y esto me hace estar más atento a las necesidades y labores pastorales que debo ejercer cada día.

- ¿Cómo se posiciona usted ante el tema nacionalista?

Creo que las dos primeras referencias importantes para cualquier cristiano es la familia y la pertenencia a una comunidad cristiana. Además de ser referencias verdaderas, dan a las personas un orden de vida que es fundamental. En ocasiones los nacionalismos han querido ser más importante que la familia o que la familia cristiana y eso ha producido mucho daño: ha querido crear un vínculo de familia o de religión y puede acabar convirtiéndose en una idolatría. Nada hay por encima de la familia y de la familia cristiana, ni los nacionalismos, ni la política, ni cualquier otra realidad. Suelo decir que la familia es como las células en el cuerpo, basta que fallen en el cuerpo social o material se destruye y desmorona uno y otro. Cuando además ese nacionalismo se ha intentado imponer por las armas el dolor causado es inolvidable. Sin perder la justicia, sólo el perdón puede llevar a la concordia y a la paz social.

- ¿Y ante el quebradero de cabeza que supone en Navarra el tema de las inmatriculaciones?

El tema de las inmatriculaciones es una cuestión legal que se hizo en su momento con los requisitos previstos en la ley. De hecho las reclamaciones legales no han surtido efecto. Los bienes están inmatriculados para las parroquias correspondientes porque en esas parroquias tuvieron su origen. Una parroquia, una ermita, las construyó el pueblo cristiano para la vida cristiana, y la Iglesia debe proteger ese legado. Todos los casos que hemos tenido y han sido muchos, donde se nos denunciaba como apropiación injusta a la Iglesia, los hemos ganado en los tribunales.

Inmatriculaciones

- ¿La pandemia nos hará mejores?

La pandemia es una oportunidad. Una oportunidad que nos puede hacer mejores o peores. Depende del empeño personal que pongamos en ello, de si desarrollamos nuestro afán de servicio, de caridad, de misericordia; o de si dejamos crecer el egoísmo, el individualismo o la sospecha hacia el otro. No será una cosa al azar, dependerá del empeño personal que pongamos en juego. Es un momento importante dónde el Señor toca nuestros corazones para que pensemos que no somos dueños sino administradores, el único Dueño es él. La soberbia desplaza a Dios y Dios nos advierte que no somos dueños y señores. Es un buen toque de atención que nos puede ayudar a ser más hermanos y mejores colaboradores del bien común.

- ¿La sociedad reconoce suficientemente la labor de la Iglesia durante la pandemia?

Quizá la sociedad en los medios no, pero la gente sencilla que sufre dificultad en una parroquia, en un pueblo, sí reconoce la acción de la Iglesia: el deseo de llevar los sacramentos, de ofrecer atención personal y espiritual, de ayudar llevando alimentos o adelantando algún dinero a las familias. Eso queda oculto a los ojos de los medios, pero la gente sencilla y Dios mismo lo ve. Cuando pregunto a los responsables de Cáritas siempre les veo disponibles y solidarios aunque esto se viva en silencio. Lo mismo cuando hablo con los capellanes de Hospitales o Centros de Salud, es tal la cercanía a los enfermos que mueren en gracia de Dios y con una sonrisa en los labios, del que se ha sentido acompañado, que conmueve.

Pérez con mascarilla

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