VI Noche de los Testigos en Madrid Carlos Osoro: "Vuestro testimonio es un faro alzado en medio de todos los pueblos"

Catedral de La Almudena
Catedral de La Almudena

"Lo más importante en nuestra vida es nuestra fe y, por ella, hemos renunciado a todo lo demás". Lo aseguraron este miércoles, 23 de marzo, en la catedral de la Almudena David y Marta, un matrimonio formado por dos cristianos pakistaníes obligados a abandonar su país por las fuertes presiones que recibían

La VI Noche de los Testigos, organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), también contó con el testimonio de la religiosa colombiana Gloria Cecilia Narváez: "Que nadie más sea encadenado por su fe", imploró

Aseguró que cuando sufría 'azotes y castigos' y presiones para convertirse al islam, logró "hacer vida toda mi espiritualidad franciscana. Dios me abrazaba con mi hermana naturaleza", reconoció

Carlos Osoro, que presidió el encuentro y manifestó "qué bien viene a nuestra vida y a nuestro corazón ver a testigos de Cristo". "No podían negar a Jesucristo, deciden perderlo todo y dejarse ganar por Jesucristo"

(Archimadrid).- «Nuestra fe estaba cada vez más amenazada. Lo más importante en nuestra vida es nuestra fe y, por ella, hemos renunciado a todo lo demás. Esperemos que todo esto cambie en el futuro». Así lo aseguraron este miércoles, 23 de marzo, en la catedral de Santa María la Real de la Almudena David y Marta, un matrimonio formado por dos cristianos pakistaníes obligados a abandonar su país por las fuertes presiones que recibían.

En laVI Noche de los Testigos, organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), recordaron que ella trabajaba en un ONG de derechos humanos y que él era el «jefe en una compañía internacional», en la que muchos trabajadores estaban «celosos», «no les gustaba que un cristiano fuera su jefe», y «recibía llamadas y amenazas para dejar el trabajo». «Denunciamos a las autoridades», aseveraron, pero «nadie estaba dispuesto a luchar» por ellos.

Por el «futuro» de sus hijos –prosiguieron por boca de una emocionada Marta– decidieron venir a España y, como su solicitud de asilo ha sido rechazada, denunciaron que muchos cristianos «tienen un problema real» y deben ser amparados. «Oren por los cristianos», pidieron antes de cantar un avemaría.

Secuestrada por yihadistas

En la misma línea se expresó la religiosa colombiana Gloria Cecilia Narváez, de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, que pasó cuatro años y ocho meses secuestrada por yihadistas en Malí y fue liberada hace apenas cinco meses. «Que nadie más sea encadenado por su fe», imploró al final de su testimonio.

Según relató, ella trabajaba fundamentalmente por la «promoción de la mujer» y la «alfabetización» y por la salud, con un centro sanitario y una maternidad, «al encuentro de cualquier persona», pero la secuestraron y fue pasando por las manos de varios grupos terroristas. «Fueron años difíciles, pero puedo decir con certeza que mi espíritu no estuvo secuestrado. Me sostuvo mi fe y esperanza contra todo desaliento», detalló.

En un tiempo en el que escuchaba bombas y «las palabras hirientes de los secuestradores», cuando sufría «azotes y castigos» y presiones para convertirse al islam –como sí hizo una compañera de cautiverio–, la hermana Gloria logró «hacer vida toda mi espiritualidad franciscana al contemplar la naturaleza, el sol con un color abrasador, los atardeceres matizados de colores, la diversidad de pajaritos, los camellos, las noches iluminadas de estrellas, los eclipses de luna, las galaxias y planetas que se desplazan como estrellas fugaces…». «Dios me abrazaba con mi hermana naturaleza», reconoció.

También incidió en que «solía dibujar un cáliz en la arena y adornaba mi sagrario con flores» del desierto, como «una llama de esperanza», aunque sus captores lo borraban rápido. O que recitaba salmos, se arrodillaba y rezaba a la Virgen. Siempre le resonaron –explicó– unas palabras de san Francisco de Asís: «Si te azotan, bendícelos y que nadie se vaya sin ver en tus ojos la misericordia».

La religiosa colombiana había sido recibida antes de la vigilia por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, que presidió el encuentro y manifestó «qué bien viene a nuestra vida y a nuestro corazón ver a testigos de Cristo». «No podían negar a Jesucristo, deciden perderlo todo y dejarse ganar por Jesucristo. […] Habéis sido como un faro alzado en medio de todos los pueblos que nos marca a todos dirección y sentido», dijo con la mirada puesta de forma especial en quienes habían dado testimonio.

En los ratos de adoración y silencio se tuvo muy presentes a aquellos que «en el último año han entregado la vida por creer en Cristo». «Dios Nuestro Padre no se olvida de ellos y les recompensará con la vida eterna», aseguró Javier Menéndez Ros, director de ACN en España.

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