La pandemia obliga, por segundo año consecutivo, a suprimir el besapié Osoro, al Cristo de Medinaceli: "Haznos salir de esta oscuridad; haz que vuelva la alegría y la esperanza"

Oración a Jesús de Medinaceli
Oración a Jesús de Medinaceli Luis Millán

Durante el resto del día, en el que hay programadas varias celebraciones que también podrán seguirse por streaming, el goteo de fieles seguirá siendo incesante

"Vengo, como pastor de la Iglesia que camina en Madrid, a pedir al Señor que proteja, que cuide, a todos los hombres y mujeres que habitan este territorio", afirma el cardenal de Madrid

Mucha alegría por poder volver a los pies del Señor de Madrid después de un año de pandemia. Es lo que sienten los devotos de Jesús de Medinaceli que en la mañana de este primer viernes de marzo han acudido a la basílica. Hay mucho agradecimiento y emoción en los corazones, pero también sensaciones encontradas. El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, les ha puesto nombre durante la homilía de la Misa mayor, a las 12:00 horas: «Los sufrimientos están en el corazón de las personas, pero seguimos viniendo, con más intensidad que nunca, a pedir al Señor que nos ayude».

Ante el Cristo, que este año permanece en el camarín, y en un templo en el que se cumplen escrupulosamente las medidas de aforo e higiénicas y sanitarias frente a la COVID-19, el purpurado, como un peregrino más, ha asegurado: «Vengo, como pastor de la Iglesia que camina en Madrid, a pedir al Señor que proteja, que cuide, a todos los hombres y mujeres que habitan este territorio». «Haznos salir de esta oscuridad –le ha pedido a Jesús de Medinaceli–; haz que vuelva la alegría y la esperanza a esta archidiócesis de Madrid».

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También le ha pedido salud y trabajo para todos, y así lo esperaban los devotos que aguardaban a las puertas de la basílica. Sobre todo, salud. Como José, al que delata su acento gallego aunque lleva afincado en Madrid desde los años 80, y los últimos 15 sin faltar a su cita con el Cristo. «Salud», repite, y su mujer, Mari, suplica: «Que nos haga ese favor…».

Miguel Ángel Izquierdo, vicehermano de la Archicofradía de Jesús de Medinaceli, lo expresa con un esperanzado «que volvamos a estar el año que viene los que estamos». Y se acuerda de los devotos y hermanos que se llevó el coronavirus, como Pilar Fernández, delegada de formación, y su marido, que murieron al comienzo de la pandemia con un mes de diferencia.

«Una vez que vienes, repites»

Izquierdo destaca, sorprendido, la cantidad de gente que ha acudido. Más que el año pasado, dice, cuando se suspendió el besaspié ante las primeras amenazas de la pandemia. «Es verdad que aquí, una vez que vienes, repites siempre». Es lo que le pasó a Amparo. Se emociona hasta llorar cuando recuerda su primer encuentro con el Señor de Madrid. Ya mayor, y después de 55 años viviendo en la ciudad, la primera vez que acudió a Medinaceli fue precisamente el año pasado. «Tenía un tema delicado y esa misma mañana decidí venir. En realidad, a Misa, pero tuve la suerte de sentarme a tres metros del Cristo, y me impresionó su rostro de resignación, con las manos atadas… Un reo esperando sentencia». «Solo sé que lloré mucho, y esa cara… se me quedó aquí grabada», y Amparo se lleva la mano a la frente.

Ese día, Amparo habló con Jesús de sus cosas: «Me volqué y le conté lo que llevaba dentro». Y eso es lo que el cardenal, en su homilía, ha animado a hacer a los fieles: orar, uno de los pilares de la Cuaresma, «ese diálogo de amistad con Él, que sabemos que nos ama y nos escucha». «Hoy, en esta imagen del Cristo de Madrid, el Señor espera a todos los madrileños para que abramos nuestra vida y nuestro corazón y le digamos: “Aquí estoy, te necesito”», porque «Dios nos es indiferente a lo que sucede».

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Parón por la pandemia

La pandemia interrumpió para muchos las visitas semanales a Jesús de Medinaceli. Es el caso de Belén, que llora al pensar que es la primera vez desde que se decretó el primer Estado de alarma que acude a la basílica: «Nunca en mi vida había estado un año entero sin venir». Aunque también los hay que no han faltado, como Rafael, de 20 años y con diferencia el más joven que encontramos a las puertas. «Me gusta venir –dice, junto a su madre y su hermana–, aprovecho que estudio cerca para pasarme los viernes, y pedirle por los problemas del día a día».

Quien repite también, este año especialmente ilusionada, es Luminica, una mujer rumana con 20 años ya en Madrid que el año pasado acudió embarazada, y hoy lleva a su niña, Anastasia María, a presentársela (en la imagen inferior, a la derecha, junto a su hija, dos hermanas y una sobrina). «Es un milagro; vengo a darle muchas gracias a Jesús», dice. Y ella, como muchos de los que aguardan su turno para acceder a la basílica, también se emociona.

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Presencia del alcalde

Entre los que se han acercado a ver al Señor de Madrid también ha estado el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, que ha afirmado que iba «en representación de todos los madrileños que no podían ir este año». Durante el resto del día, en el que hay programadas varias celebraciones que también podrán seguirse por streaming, el goteo de fieles seguirá siendo incesante.

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