El sacerdote Alejandro Aravena recuerda a su compañero, fallecido en la explosión en La Paloma "Rubén era como un imán, atraía muchas personas por su forma de ser, una persona muy entrañable"

Rubén Pérez de Ayala
Rubén Pérez de Ayala

Las otras 2 víctimas del siniestro que cobró la vida a 4 personas en total son Stefko Ivanov de nacionalidad búlgara, vecino de Fuenlabrada; Javier, un albañil de 45 años que trabajaba en el edificio de enfrente. Otras 10 personas resultan heridas aunque, según informan fuentes policiales, sólo una continúa hospitalizada

"David era un catequista de postconfirmación que estaba dando la vida en la parroquia"

“Comíamos todos los días juntos, pero por misterio de la Santa Providencia tuve que salir a comprar algunas cosas, justo a la hora, y Rubén sin embargo estaba allí”: comienza así el conmovedor relato del padre Alejandro Aravena, párroco in solidum de la Iglesia de la Virgen de la Paloma y San Pedro el Real, a la que pertenecía el edificio madrileño afectado ayer por una violenta explosión provocada por una posible fuga de gas, que causó la muerte de cuatro personas, entre ellas, el padre Rubén Pérez de Ayala, de 36 años.

Entrevistado por nuestra colega Francesca Sabatinelli, el padre Alejandro Aravena relata los últimos momentos de vida del presbítero fallecido, ordenado sacerdote hace solo 7 meses. Había iniciado su jornada de trabajo celebrando misa por la mañana y luego se había dedicado a desempeñar otras labores en el despacho de la parroquia, relata el padre Alejandro, recordando a su amigo y hermano como “un sacerdote buenísimo, una persona totalmente transparente, muy agradable en el trato”.

“Era como un imán, atraía muchas personas por su forma de ser, una persona muy entrañable”

“Me consoló ayer que estuvimos en el hospital cuando pensábamos que todavía se podía salvar y estábamos rezando”, añade a continuación el padre Alejandro. “Luego ya cuando nos dieron la noticia de que había fallecido pudimos estar  5-10 minutos después de su fallecimiento y quedé impresionado por su rostro sereno, un rostro en paz, a pesar de todo lo que había sucedido”.


Murieron los dos, como amigos, dando la vida

El sacerdote español recuerda también a otra de las víctimas de la explosión, David Santos Muñoz, joven padre de cuatro niños. Por sus conocimientos en electricidad, había acudido ayer a la parroquia Virgen de la Paloma a ayudar a su amigo, el padre Rubén Pérez de Ayala y a los demás sacerdotes del edificio, para arreglar una avería de la caldera. “Un catequista de postconfirmación que estaba dando la vida en la parroquia".

David era un hermano de una comunidad de Rubén, era una familia muy cercana a Rubén. Y ese día habían quedado para comer, eran muy amigos. Han muerto los dos como amigos.

El padre Aravena describe a continuación las tareas que se llevan adelante en el edificio devastado por la explosión, destinado a la pastoral, las catequesis de comunión, de confirmación, de postconfirmacion. Además, precisa que en la estructura se celebra también la liturgia de las Comunidades Neocatecumenales. De hecho, en los años 60, allí nació una de las primeras comunidades del Camino Catecumenal.

La explosión

“Estoy muy agradecido de haber estado con Rubén - concluye el padre Alejandro - una persona muy entrañable y que nos ha ayudado muchísimo tanto personalmente como en la pastoral de la parroquia. Le echaremos mucho de menos y no tengo ninguna duda que nos ayudará desde el cielo”.

Víctimas y heridos de la tragedia

Las otras 2 víctimas del siniestro que cobró la vida a 4 personas en total son Stefko Ivanov de nacionalidad búlgara, vecino de Fuenlabrada; Javier, un albañil de 45 años que trabajaba en el edificio de enfrente. Otras 10 personas resultan heridas aunque, según informan fuentes policiales, sólo una continúa hospitalizada.

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