Monseñor Barrio ofreció un mensaje cargado de ternura, símbolos y profundidad espiritual La Diócesis de Santiago de Compostela celebra el Día y Jubileo de las Personas con Discapacidad

Celebración
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El arzobispo emérito de Santiago presidió la Eucaristía en Betanzos, en el Centro Pai Menni de las Hermanas Hospitalarias, en una jornada marcada por el inicio del Adviento y el Jubileo de la Esperanza

(Archisantiago).- La Diócesis de Santiago de Compostela celebró el Día de las Personas con Discapacidad en Betanzos con un emotivo encuentro que reunió a residentes, familias, trabajadores, voluntarios y agentes de pastoral en el Centro Pai Menni de las Hermanas Hospitalarias.

La jornada coincidió con el primer domingo de Adviento y con el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, uniendo así el comienzo del nuevo año litúrgico al reconocimiento público de la dignidad y el valor de estas personas. El acto central fue la celebración de la Eucaristía, presidida por el arzobispo emérito de Santiago, monseñor Julián Barrio Barrio, acompañado por el delegado diocesano de Catequesis, Miguel López Varela.

Creemos. Crecemos. Contigo

Desde la acogida inicial, se recordó a quienes seguían la celebración desde sus habitaciones o a través de una pantalla, especialmente a los enfermos y cuidadores. Todos se sintieron parte de una misma comunidad que caminaba “unida en la alegría de Jesús”, lema que acompañó la jornada de este año. Además, los asistentes pudieron ganar la indulgencia plenaria del Jubileo Romano de la Esperanza, en comunión con toda la Iglesia.

En la homilía, monseñor Julián Barrio ofreció un mensaje cargado de ternura, símbolos y profundidad espiritual. A través del relato de un jardín lleno de plantas y unas cebollas luminosas, describió la belleza interior de las personas con discapacidad, su capacidad para atraer, cuestionar y transformar.

También les recordó su valor insustituible para la sociedad y para la Iglesia, subrayando que su vida cuestiona modelos centrados solo en la prisa, la apariencia o la eficacia. Insistió en que las limitaciones no tienen la última palabra, que la última palabra es siempre de Dios y es una palabra de amor, de acogida y de vida.

El mensaje se entrelazó con el sentido del Adviento, tiempo de espera activa, de vigilancia y de esperanza. Monseñor Barrio animó a vivir este tiempo con confianza, con los ojos abiertos y el corazón despierto, recordando que el Señor “vino, viene y vendrá”, y que cada día se hace presente en los gestos sencillos de cuidado, entrega y servicio.

La celebración fue también un momento para dar las gracias. Se agradeció de manera expresa la entrega diaria de las Hermanas Hospitalarias, de los profesionales del centro y de los voluntarios, cuyo trabajo silencioso sostiene la vida cotidiana de muchas personas y de sus familias. No faltaron los gestos de complicidad, los aplausos espontáneos y los abrazos compartidos.

Más allá del acto litúrgico, la jornada se convirtió en un espacio de encuentro entre personas, donde se mezclaron historias de vida, dificultades, superaciones y una fe vivida desde la sencillez.

La celebración concluyó con un mensaje claro: las personas con discapacidad son únicas, irrepetibles y portadoras de una dignidad inviolable. En Betanzos, la Iglesia mostró con hechos que la inclusión no es un discurso, sino una forma concreta de caminar juntos. Y en medio del comienzo del Adviento, la esperanza no fue una palabra vacía, sino una experiencia compartida.

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