El arzobispo de Oviedo hace suyas las tesis del polémico obispo francés Roland Sanz se salta las orientaciones de la CEE y evita dar instrucciones a párrocos y fieles para evitar el coronavirus

El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz
El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz

"Abordemos la epidemia del coronavirus, pero no cedamos ante la epidemia de miedo”

“Aparte de las precauciones elementales que todos toman espontáneamente para no contaminar a otros cuando están enfermos, no hay que agregar más”

"¿El pánico colectivo que estamos presenciando hoy no revela nuestra relación distorsionada con la muerte? ¿No manifiesta la ansiedad que provoca la pérdida de Dios?"

“Pongamos los medios prudentes que nos van indicando las autoridades sanitarias para prevenir y atajar esta epidemia, pero con una visión sensata y cristiana de las cosas, sin obsesionarnos desmedidamente. Abordemos la epidemia del coronavirus, pero no cedamos ante la epidemia de miedo”. El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, es hasta la fecha el único obispo español que ha evitado expresamente dar instrucciones a párrocos y fieles para evitar el coronavirus.

Y lo explica en su carta semanal, que lleva por título 'Coronavirus y miedo, dos epidemias conjuntas', y en el que pone como ejemplo al polémico obispo de Ars-Belley, Pascal Roland, que “no tiene la intención de emitir instrucciones específicas para sus diócesis”, con una serie de preguntas cuando menos curiosas.

“¿Los cristianos dejarán de reunirse para rezar? ¿Renunciarán a tratar y a ayudar a sus semejantes?”

“Aparte de las precauciones elementales que todos toman espontáneamente para no contaminar a otros cuando están enfermos, no hay que agregar más”, sostiene Sanz.

La rotunda derrota de Jesús Sanz
La rotunda derrota de Jesús Sanz

Pandemias que recuerdan a la peste

Para el arzobispo de Oviedo -el gran perdedor de las últimas elecciones a la CEE-, “vivimos en un mundo globalizado y las comunicaciones hacen que todo sea más fácil traer y llevar, conocer cosas en tiempo real y estar asomados a lo que sucede en las antípodas”, lo que incluye “una serie de pandemias que recuerdan a las pestes que asolaron a la humanidad en los siglos pasados”.

“Hemos debido reaccionar ante el sida, ante el ébola, y ahora estamos ante esta nueva epidemia del coronavirus”, sostiene Sanz, que pide “observar e incorporar” las indicaciones de las autoridades sanitarias “para evitar males mayores”. Pero no tanto las de las autoridades religiosas.

Y así, siguiendo las tesis de Pascal Roland, “de lo más sensato que he podido leer en estos últimos días”, que defiende que “más que a la epidemia de coronavirus, debemos temer a la epidemia del miedo”.

De este modo, propone, como en “las grandes plagas”, que los cristianos realicen “oraciones colectivas rezando a Dios”, organizarse “para ayudar a los enfermos, asistir a los moribundos y sepultar a los fallecidos”. “Los discípulos de Cristo no se apartaron de Dios ni se escondieron de sus semejantes, sino todo lo contrario. ¿El pánico colectivo que estamos presenciando hoy no revela nuestra relación distorsionada con la muerte? ¿No manifiesta la ansiedad que provoca la pérdida de Dios?”, se pregunta Sanz-Roland, añadiendo que “queremos censurar que somos mortales y, al cerrarnos a la dimensión espiritual de nuestro ser, perdemos terreno”.

“¿Por qué de repente enfocamos nuestra atención sólo en el coronavirus? ¿Por qué ignorar que cada año en Francia, la banal gripe estacional afecta a entre 2 y 6 millones de personas y causa alrededor de 8000 muertes? También parece que olvidamos de nuestra memoria colectiva que el alcohol es responsable de 41000 muertes por año, y que se estima en 73000 las provocadas por el tabaco”, culmina Sanz, avalando las tesis del obispo francés.

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