El jurado destaca su "templanza, la prudencia y el espíritu de apertura" Tarcisio Bertone, Secretario de Estado del Vaticano, premio Conde de Barcelona
El jurado del Premio Internacional Conde de Barcelona ha acordado conceder el galardón correspondiente al año 2011 al cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Papa Benedicto XVI. Nacido el 2 de diciembre de 1934 en Romano Canavese (provincia de Turín, Piamonte), el cardenal Bertone ejerce desde septiembre de 2006 el cargo equivalente al de primer ministro del Estado Vaticano.
"Templanza, prudencia y espíritu de apertura en afinada sintonía con el Papa", son los méritos que el jurado ha querido reconocer en el eclesiástico, en un momento especialmente complejo para Europa y el mundo.Lo cuenta La Vanguardia.
El secretario de Estado desempeña un importante papel en la organización de los viajes del Papa y en la definición de la política exterior de la Santa Sede. El jurado ha querido subrayar en ese sentido "la tenaz y constante" labor de Bertone en lo que respecta a la isla de Cuba, país en el que la Iglesia católica está consiguiendo desempeñar un importante papel social y pastoral.
El cardenal secretario de Estado ha dirigido los cuatro viajes de Benedicto XVI a España (Valencia, julio de 2006, con motivo del Encuentro Internacional de las Familias; Santiago de Compostela y Barcelona, noviembre del 2010, con motivo del año Jacobeo y la consagración del templo de la Sagrada Família, y Madrid, agosto del 2011, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud), viajes que han puesto de relieve el prestigio de la figura del Papa en la sociedad española y el arraigo del catolicismo en la misma. "En este contexto -destaca el jurado- el cardenal Bertone ha desarrollado una inteligente labor diplomática en España: ha limado aristas, ha aconsejado con sabiduría al episcopado español, estabilizando una relación constructiva con la esfera política".
El jurado también subraya su buen talante con la sociedad catalana: "Ha contribuido a robustecer los viejos puentes de la sociedad catalana con Roma con la magnífica visita de Benedicto XVI a Barcelona para la consagración del templo de la Sagrada Família, emocionante ceremonia en la que el mundo tuvo noticia del hondo significado de la obra de Antoni Gaudí, así como de la lengua y la cultura catalanas. Esa cordial comprensión de la personalidad de Catalunya viene acompañada por una antigua amistad del cardenal Bertone con el monasterio de Montserrat y con el arzobispado de Barcelona".
Constituida en 1986 por el diario La Vanguardia, preside la Fundación Conde de Barcelona el rey Juan Carlos. Integran el jurado del premio: Javier Godó, conde de Godó, (vicepresidente del patronato), Carlos Zurita, Fernando Almansa, Leopoldo Rodés, Martín de Riquer, Josep Vilarasau, Bartolomé Masoliver, Carlos de Montoliú y José Antich. El galardón fue anunciado ayer por el Osservatore Romano, diario de la Santa Sede.
Un salesiano que construye puentes
Enric Juliana
El cardenal Tarcisio Bertone tiene en su despacho una vitrina repleta de objetos deportivos. Una camiseta del Barça, otra de la Juve, emblemas del Genoa y de la Sampdoria (los dos equipos de la ciudad de Génova), dos balones firmados por futbolistas, la miniatura de un Ferrari de carreras y un montón de placas y pequeños trofeos. Es la vitrina de un sacerdote salesiano. En la caja de los recuerdos de un salesiano siempre habrá un balón de fútbol, el ruido de una escuela-taller y el bullicio de una pista deportiva el sábado por la tarde. En el centro de la sala, una robusta mesa de despacho en madera noble. Una pieza de anticuario que perteneció a Pío XII. El escritorio que los católicos alemanes regalaron al cardenal Eugenio Pacelli, cuando este -antes de ser elegido Papa- ejercía la nunciatura del Vaticano en el Berlín de los años treinta. Vitrina popular y elegante escribanía. Así es el lugar de trabajo del primer ministro del Estado Vaticano. Segunda planta del Palacio Apostólico de Roma.
Un salesiano de Romano Canavese, municipio de tres mil habitantes de la provincia de Turín, administrando la alta política vaticana por encargo de un Papa alemán, que un día advirtió lo siguiente a sus amigos: "Aunque esté en Roma, yo siempre seré un bavarés". Tarcisio Bertone siempre será un salesiano turinés. Hay que situarse un poco en la historia de Italia para entenderlo mejor. Turín, capital política del Risorgimento y de la industrialización. Corte de los Saboya, centro de operaciones del conde de Cavour, el Gran Titiritero de la unificación italiana de 1861, aires alpinos, influjo francés y el acento judío de la Mole Antonelliana (la torre más alta de la ciudad). Cuna de la Fiat y de los sindicatos obreros. La dinastía Agnelli, Antonio Gramsci y Palmiro Togliatti. Ciudad masónica -de ritos ocultistas, dicen- y depósito de la Sábana Santa, la más misteriosa de las reliquias cristianas. En ese planeta surgieron los salesianos.
La industrialización del norte de Italia no fue menos dura que en Manchester o Barcelona. A mediados del siglo XIX, Turín era una colmena donde los obreros vivían en condiciones durísimas. Un joven sacerdote de origen campesino llamado Juan Melchor Bosco se empeñó en escolarizar a los niños que malvivían en la calle. La curia local lo tomó por loco y quiso enviarlo a un sanatorio. Se impuso la tozudez de Don Bosco y transcurridos unos años, mientras el Estado Pontificio quedaba reducido a una mínima expresión territorial, la Iglesia católica pasaba a ser la principal educadora de los jóvenes obreros en Italia y, después, en Europa. Los salesianos ayudaron a Roma a no quedar fuera del ordine nuovo. A ese mundo atento al alma popular pertenece el cardenal Tarcisio Pietro Evasio Bertone.
El secretario de Estado conoce muy bien los astilleros de Génova, ciudad de la que fue arzobispo. Al ser llamado por Benedicto XVI a Roma en 2006, los sindicalistas portuarios le enviaron una emotiva carta de despedida. En ese tiempo genovés conoció el monasterio de Montserrat, a raíz de unas peregrinaciones diocesanas. Y sus largas conversaciones con los monjes de Montserrat le ayudaron a captar mejor el espíritu de Catalunya y la pluralidad de España, realidades que un italiano del norte siempre querrá leer con atención.
El secretario de Estado Bertone ha afinado estos años las complejas relaciones entre Iglesia y política en España. La agresividad mediática ha dejado de tener patente eclesiástica en Madrid; ha neutralizado con habilidad las tentaciones anticlericales de la agenda Zapatero, y ha restablecido el viejo puente de Roma con Barcelona sin menoscabo de nadie. En el Vaticano su trabajo es arduo. La curia nunca ha sido fácil de gobernar. En un tiempo de noticias incómodas para la Iglesia, el cardenal salesiano -de acuerdo con Benedicto XVI-, ha abierto ventanas y ha defendido la asunción de responsabilidades. No todos, en la ciudadela vaticana, han estado de acuerdo.