"Estamos convocados a un coloquio en favor del bien común", destacó el nuevo arzobispo de Valladolid Luis Argüello: "Hay que superar la dialéctica de contrarios y la polarización de las diversidades"

Luis Argüello ya es arzobispo de Valladolid
Luis Argüello ya es arzobispo de Valladolid

"Los desafíos de este tiempo son extraordinarios, y queremos ofrecer nuestra colaboración de palabra y de obra desde una convicción: vivir y edificar la Iglesia es la mejor manera de humanizar a cada persona, desde la afirmación de su sagrada dignidad, y de hacer sociedad en servicio a los demás", dijo el nuevo arzobispo

Cuatro cardenales (Osoro, Bocos, Blázquez y Rouco) y medio centenar de obispos acompañaron a Argüello en su toma de posesión. Se echó en falta la ausencia del presidente Omella, oficialmente de viaje

La Iglesia "no es un halo de elegidos y desborda los requerimientos de una vida honrada o éticamente exigente"

Invita a la catolicidad que "nos une y nos libera de las luchas ideológicas y de poder para organizar la Iglesia"

Cuatro cardenales (Osoro, Rouco, Blázquez y Bocos) acompañaron esta mañana al todavía secretario general de la CEE, Luis Argüello, en su toma de posesión como arzobispo de Valladolid. Se notó, y mucho, la ausencia del cardenal de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, de viaje según la explicación oficial.
Nada quitó importancia a una ceremonia emotiva, con mucho cariño entre don Ricardo Blázquez y su sucesor y amigo. Ni siquiera la incómoda cercanía entre el alcalde de Valladolid, Óscar Puente (PSOE), y el polémico vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo (VOX), sentados codo con codo y que no se miraron una sola vez durante el acto. ¿Se darían la paz? Quién sabe.
Lo cierto es que la comitiva llegó en procesión, presidida por el nuncio, Bernardito Auza (junto a ellos, una medio centenar de prelados). Tras el saludo de Blázquez, el canciller-secretario, Francisco Javier Mínguez, leyó las Letras Apostólicas, tras la cual Auza impuso el palio arzobispal a Argüello. Un palio que, por cierto, le fue entregado por el Papa a finales de junio (antes de la toma de posesión, en una deferencia de Bergoglio), y que es la primera vez que se impone, en la historia, en la catedral de Valladolid. Entre una nube de aplausos, todo hay que decirlo.
En su homilía, ya como arzobispo residencial, Luis Argüello quiso recordar que "somos la Iglesia: una, santa, católica y apostólica; universal y particular", y pidió al Nuncio que "haga llegar al Papa Francisco mi comunión y disponibilidad".

"Permitidme un saludo especial a D. Ricardo ya arzobispo emérito y a D. Braulio, últimos obispos que ocuparon esta sede", señaló Argüello, quien también quiso recordar a monseñor Delicado Baeza, cuyos restos reposan en esta catedral. También quiso tener un recuerdo para muchos de los trabajadores de la Conferencia Episcopal, presentes en la ceremonia, y que quisieron 'despedir' a alguien con quien han trabajado muy a gusto. Se le echará de menos por Añastro, sobre todo a la espera de quién le sucederá (algo que, todavía, sigue en el aire).

Convocados a un coloquio en favor del bien común

"Todos celebramos la Eucaristía que nos hace Iglesia, asamblea convocada para el servicio del mundo. La Eucaristía alimenta y cuida la caridad recibida en el bautismo, según la forma de la vocación en la que hemos sido llamados. La misión de nuestra Iglesia diocesana depende de nuestra unidad y fidelidad a la vocación en la que hemos sido convocados, congregados y enviados", glosó el prelado tras saludar a las autoridades. 

"Estamos convocados a un coloquio en favor del bien común", glosó Argüello, pues "los desafíos de este tiempo son extraordinarios, y queremos ofrecer nuestra colaboración de palabra y de obra desde una convicción: vivir y edificar la Iglesia es la mejor manera de humanizar a cada persona, desde la afirmación de su sagrada dignidad, y de hacer sociedad en servicio a los demás, desde el reconocimiento de Cristo en los empobrecidos, allí donde Él juzga la historia". 

"Somos la Iglesia, universal y particular: una, santa, católica y apostólica. Cada una de estas notas es un don, una tarea y una escuela. Luz para mi servicio entre vosotros: Iglesia Una", apuntó, insistiendo en la búsqueda de la unidad, "una escuela ofrecida a la sociedad para superar la dialéctica de contrarios y la polarización de las diversidades, en el reconocimiento de una identidad común que hace fecundas las diferencias". 

Los miembros de la Iglesia no son impecables

"La Iglesia es, pues, el Pueblo santo de Dios, y sus miembros son llamados “santos”. ¿Quiere decir esto que los miembros de la Iglesia seamos impecables? No, somos pecadores permanentemente necesitados del perdón", incidió, admitiendo que la institución "no es un halo de elegidos y desborda los requerimientos de una vida honrada o éticamente exigente".

"El grave riesgo de la Iglesia de nuestro tiempo es la escisión entre fe y vida –libertad y gracia, realidad y Dios, vida privada y vida eclesial o pública, sociedad civil e Iglesia, historia y vida eterna–", recalcó el nuevo arzobispo de Valladolid, quien arremetió contra "la cultura dominante" y los graves riesgos del "dualismo", también moral, en el modo de ser cristianos "en este cambio de época".

Sacerdotes acompañan a Luis Argüello

Un "combate espiritual"

"Somos llamados a un combate espiritual para crecer en una genuina espiritualidad de encarnación, de comunión y misionera, que llene nuestra existencia y se derrame en los ambientes e instituciones sociales, económicas y políticas de las que participamos", animó, abogando por "una escuela que integre lo privado y lo público, el clamor de la tierra y el grito de los pobres, el Mercado, el Estado y el Don, en una propuesta de amistad cívica, de fraternidad y de bien común. Queremos así contribuir al nuevo estilo de vida que la actual situación reclama". 

Al tiempo, llamó a impulsar la "catolicidad" que "nos une y nos libera de las luchas ideológicas y de poder para organizar la Iglesia", y que es precisa "para salir de sectarismos ideológicos en tantas situaciones de la vida".

Porque, apuntó Argüello, "la fraternidad no es un valor de los ilustrados sino un hecho: somos de la misma carne, habitamos la misma tierra, recorremos la misma historia, somos hijos del mismo Padre, somos hermanos". "La catolicidad sitúa y amplía las etnias, los credos, los proyectos, los plazos. Compromete hasta la entrega y relativiza nuestra acción pues la sitúa entre el fundamento y el horizonte". 

Salgamos a los caminos

Respecto a su misión, Argüello invitó a "descubrir que “soy una misión” en el servicio a la verdad, la justicia y la paz". Por ello, pidió a los cristianos que "salgamos de nuevo de la Mesa al Camino para cantar a diferentes voces que hemos encontrado el tesoro escondido”, y recordar fundamentalmente "a quienes están mal alimentados en su cuerpo o en su alma, heridos o desorientados". 

"En las casas y en las plazas proclamemos la sagrada dignidad de la vida humana, en el grito de los vulnerables y empobrecidos, como fundamento del bien común, salgamos a los caminos sin que nos escandalicen y desanimen las dificultades, pues la mesa de la Comunión está definitivamente puesta y la senda de la Misión está definitivamente abierta", finalizó.

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