"La humanidad tiene derecho a esperar de la Iglesia una palabra de amor; los pecadores un gesto de misericordia" Benavent abre una nueva etapa en Valencia: "La Iglesia no es un partido político, no somos un poder fáctico que actuamos a escondidas"

Benavent, a su entrada a la catedral de Valencia
Benavent, a su entrada a la catedral de Valencia Generalitat de Valencia

El nuevo arzobispo promete a las autoridades "mi colaboración sincera y leal en todo aquello que contribuya al bien común de la sociedad"

"Aunque tenemos el deber de trabajar por una sociedad más justa y, por tanto, es legítimo que muchos se comprometan en la vida política, la Iglesia no es un partido político"

"La Iglesia diocesana no es completa sin el obispo, pero el obispo no es toda la diócesis", advirtió, señalando que "todos estamos llamados a escuchar juntos la Palabra del Señor tal como nos la ha trasmitido la Iglesia para poder caminar juntos, anunciar el Evangelio y dar testimonio de Cristo", con "gran diversidad de ministerios y carismas"

Benavent clamó por "una Iglesia en la que haya divisiones porque vivimos en ella con criterios que no son evangélicos, no da testimonio de Cristo, porque ni la alegría del Señor está en nosotros, ni nuestra alegría llega a plenitud"

Francisco "nos invita a no acercarnos a las personas con actitudes de condena, porque cuando alguien se siente condenado es muy difícil encontrar caminos que lo lleven a Cristo"

Comienza una nueva etapa en la diócesis de Valencia. Inevitablemente, pues Enrique Benavent y Antonio Cañizares son dos personajes de caracteres antitéticos. Uno, paciente, moderado y abierto a los cambios. Otro, genio y huracán. El nuevo arzobispo de Valencia tomó este mediodía posesión de la sede levantina en una ceremonia en la que estuvo acompañado por una cuarentena de obispos y varios cardenales, entre ellos el propio Cañizares, Rouco, Blázquez, Omella (quien se perdió la jugosa audiencia del Papa con los seminaristas de su diócesis) y Osoro, quien regresó a la que fuera su casa durante algunos de los años más felices de su carrera episcopal.

No defraudó Benavent en sus primeras palabras ya como arzobispo, tras recibir el palio y las cartas apostólicas de manos del Nuncio de Su Santidad, Bernardito Auza, quien presidió la ceremonia. Con todo, las primeras palabras fueron las de Cañizares, quien dio la bienvenida a su sucesor. "Vienes a una diócesis donde has sido educado (...). En tierras valencianas has podido servir como sacerdote y obispo auxiliar", saludó el purpurado.

"Vienes a una diócesis comprometida a evangelizar", recordó a Benavent, subrayando la opción misionera de la diócesis. El Nuncio, por su parte, quiso agradecer el servicio de Cañizares "por su sentido eclesial" a lo largo de tantos años.

"Colaboración sincera y leal" con las autoridades

En su homilía, tras unas lecturas que, por cierto, se leyeron en castellano y valenciano, Benavent quiso agradecer a Cañizares el "testimonio de su dedicación durante estos últimos ocho años nos ha edificado a todos y ha hecho un gran bien a la Iglesia, porque esta crece cuando los cristianos nos entregamos en cuerpo y alma a nuestra misión". Tras saludar a obispos y representantes públicos (toda Valencia estaba en la catedral, desde el alcalde al president de la Generalitat, pasando por todas las autoridades políticas, militares, sociales, académicas y judiciales), a quienes prometió "mi colaboración sincera y leal en todo aquello que contribuya al bien común de la sociedad".

"Bona Gent", saludó el nuevo arzobispo, con las mismas palabras que utilizaba san Vicent Ferrer, y como él, pidió "para mí la gracia de no separarme del Señor".Tras hacer un repaso de su vida personal y sacerdotal, Benavent subrayó que "la verdadera alegría es ser un trabajador en la viña del Señor y, como nos enseñó el papa Benedicto XVI, vivirlo con humildad".

Ximo Puig, junto a Enrique Benavent
Ximo Puig, junto a Enrique Benavent Generalitat de Valencia

"No actuamos a escondidas"

"Ser obispo no es un cargo de honor, es una misión", incidió el prelado, quien insistió en que "la Iglesia, aunque esté organizada, no es una organización humana con fines terrenos", recalcando que "no somos un poder fáctico que actuamos a escondidas".

"Aunque tenemos el deber de trabajar por una sociedad más justa y, por tanto, es legítimo que muchos se comprometan en la vida política, la Iglesia no es un partido político", aclaró Benavent. "No nos marcamos objetivos humanos".

El nuevo arzobispo de Valencia quiso compartir tres reflexiones en torno al Evangelio de hoy. En primer lugar, "unas palabras del Señor que ciertamente son consoladoras y que hoy, de un modo especial, siento que el Señor me las dirige a mí: “Ya no os llamo siervos, a vosotros, os llamo amigos”".  Pero esta amistad, señaló, "ha de despertar en nosotros el deseo de servirle mejor", y hacerlo "con fidelidad".

"El obispo está llamado a ser un siervo bueno del Señor. Lo es si apacienta el rebaño consciente de que no le pertenece y de que, por encima de él hay un Supremo Pastor a quien debe rendir cuentas de su trabajo para recibir la corona de gloria que no se marchita. La única motivación válida para asumir esta tarea es el amor a Dios", insistió, pidiendo ayuda para "buscar antes los intereses de Cristo que los nuestros; y no olvidaremos que nuestra misión abarca la totalidad de nuestra vida y que, por ello, tenemos la exigencia de convertirnos diariamente".

Benavent, recibiendo el saludo de los obispos
Benavent, recibiendo el saludo de los obispos

Comunión y alegría

Al tiempo, Benavent quiso hacer "una llamada a la comunión". "Hoy le pido al Señor que entre todos nos ayudemos a estar siempre alegres y que no nos dejemos vencer por el desánimo y la desilusión ante las dificultades del momento presente", incidió el prelado. "Desearía que este fuera uno de los frutos de mi ministerio".

"La Iglesia diocesana no es completa sin el obispo, pero el obispo no es toda la diócesis", advirtió, señalando que "todos estamos llamados a escuchar juntos la Palabra del Señor tal como nos la ha trasmitido la Iglesia para poder caminar juntos, anunciar el Evangelio y dar testimonio de Cristo", con "gran diversidad de ministerios y carismas".

"En estos momentos este testimonio es fundamental si queremos que la palabra del Evangelio interrogue a nuestros contemporáneos", apuntó Benavent, clamando por "una Iglesia en la que haya divisiones porque vivimos en ella con criterios que no son evangélicos, no da testimonio de Cristo, porque ni la alegría del Señor está en nosotros, ni nuestra alegría llega a plenitud".

El Nuncio, Cañizares y Benavent
El Nuncio, Cañizares y Benavent

Pensar únicamente en nosotros mismos

"El papa Francisco nos está invitando desde el comienzo de su ministerio a vivir la alegría del Evangelio, que nace de la confianza en el Señor y que no se pierde a pesar de las dificultades", destacó el prelado, quien, con el Papa, animó a "superar la tentación de pensar únicamente en nosotros mismos, de centrarnos exclusivamente en nuestros problemas", y mirar a los ojos de los pobres.

"Que la primera palabra que todos escuchen de la Iglesia sea un anuncio del amor de Cristo: Él no murió por nosotros porque éramos justos, sino porque éramos pecadores"

"En nuestro mundo hay mucho sufrimiento. A menudo estamos tan centrados en nosotros mismos que somos incapaces de verlo. La humanidad tiene derecho a esperar de la Iglesia una palabra de amor; los pecadores un gesto de misericordia; los enfermos una cercanía consoladora; los que piensan que nadie los ama, una sonrisa de afecto; los que viven sin esperanza una ayuda para recuperarla. Esto es sembrar el Reino de Dios en el corazón del mundo", proclamó, haciendo suyas las palabras de san Juan XXIII, quien "nos indicó que si la Iglesia quiere estar a la altura del tiempo presente debe seguir el camino de la misericordia". También, las palabras de Francisco, que "nos invita a no acercarnos a las personas con actitudes de condena, porque cuando alguien se siente condenado es muy difícil encontrar caminos que lo lleven a Cristo".

El nuevo prelado, en la silla arzobispal
El nuevo prelado, en la silla arzobispal

"Que la primera palabra que todos escuchen de la Iglesia sea un anuncio del amor de Cristo: Él no murió por nosotros porque éramos justos, sino porque éramos pecadores", culminó Benavent, poniendo su pontificado en manos de la Virgen de los Desamparados.

Te regalamos ‘Pasado, presente y futuro del Opus Dei’
Volver arriba