Francisco nombra coadjutor de Almería al obispo de Teruel Antonio Gómez Cantero, elegido por el Papa para reflotar la pastoral (y las cuentas) de la diócesis de Almería

Antonio Gómez Cantero
Antonio Gómez Cantero Diócesis Teruel Albarracín

"Dejo Teruel con dolor y voy con los ojos despiertos y el corazón en ascuas como los discípulos de Emaús", afirma a RD Gómez Cantero, que ya estará en marzo en su nuevo destino

Durante meses (hasta noviembre si Roma no dice lo contrario), el coadjutor tendrá que convivir con Adolfo González Montes, y lidiar con la difícil situación de las finanzas en la diócesis almeriense

"Echaré de menos a las personas de los espacios cotidianos: el bar del primer café mañanero, la librería, la frutería, la carnicería, el kiosco, el restaurante donde llevo a comer a mis invitados, la peluquería, la tienda de recuerdos y las personas que los habitan, así como todas aquellas con las que me encuentro habitualmente en la calle y paro a charlar y, sin pretenderlo, me abren los ojos a la realidad y me descubren nuevas perspectivas"

"Tengo en la retina todo el sufrimiento que nos ha traído la pandemia, cuántos fallecidos sin una despedida digna, cuántas familias rotas por la soledad y el desvalimiento, cuántos silencios retenidos entre cuatro paredes, cuantos vacíos llenados, en muchos casos, sólo por vuestra confianza en Dios"

Gómez Cantero es uno de los 'mirlos blancos' del actual episcopado. Actual responsable de Apostolado Seglar de la CEE y Consiliario de Acción Católica, el prelado, a sus 64 años, es uno de los obispos que mejor sintoniza con el programa del Papa Francisco y, sin duda, uno de los que tiene más 'vis' pastoral de cuantos pueblan nuestra piel de toro

Desayunamos juntos el 28 de diciembre, en su cafetería de referencia -el 'Noche y Día'- de Teruel. Nos reímos juntos con la inocentada de nuestro columnista Antonio Aradillas ("Me han llamado algunos amigos para ver cómo había conseguido que viniera el Papa a la diócesis") y nos confesamos secretos familiares que quedan para nosotros, como debe ser. Tenía un velo de preocupación en la mirada, pero no quise -no supe- preguntar por qué. Entonces ya lo sabía, ahora se acaba de hacer oficial: Antonio Gómez Cantero es nuevo obispo coadjutor (con derecho a sucesión) en Almería.

Una decisión difícil de tomar y en la que el todavía obispo de Teruel (abandonará la diócesis en marzo) no ha tomado parte de forma activa. No quería salir de Teruel, una diócesis tranquila, donde quiere y se le quieren, y en la que acababa de aprobar un programa pastoral que colocaba a los laicos con mayor relevancia que los clérigos, y profundizaba (tal vez solo pueda hacerse de momento en diócesis pequeña) en la sinodalidad real.

El equipo de ACG con su obispo consiliario, don Antonio Gómez Cantero
El equipo de ACG con su obispo consiliario, don Antonio Gómez Cantero

"Dejo Teruel con dolor y voy con los ojos despiertos y el corazón en ascuas como los discípulos de Emaús", afirma a RD ahora que se ha hecho oficial un nombramiento que llevó en el más absoluto de los secretos. Durmiendo poco estos días, tratando de que no se le notara, aunque en un pueblo (Teruel lo es) es difícil esconderse.

La España vaciada, también para las diócesis

Y es que este es un problema de las diócesis pequeñas, que a veces son las más descartadas, como hoy mismo hemos podido comprobar en el grito del ex vicario de la diócesis de Ciudad Rodrigo. Pero no hay ocasiones en las que no se puede decir que no. Y menos si quien te lo pide es el Papa, y si la propuesta viene de dos grandes amigos como los cardenales Omella y Osoro.

Porque Gómez Cantero es uno de los 'mirlos blancos' del actual episcopado. Actual responsable de Apostolado Seglar de la CEE y Consiliario de Acción Católica, el prelado, a sus 64 años, es uno de los obispos que mejor sintoniza con el programa del Papa Francisco y, sin duda, uno de los que tiene más 'vis' pastoral de cuantos pueblan nuestra piel de toro. Y muy cercano a la gente, como podrán comprobar al término de estas letras, en su carta de despedida (por la situación derivada de la pandemia, no hay prevista comparecencia de prensa):

"Echaré de menos a las personas de los espacios cotidianos: el bar del primer café mañanero, la librería, la frutería, la carnicería, el kiosco, el restaurante donde llevo a comer a mis invitados, la peluquería, la tienda de recuerdos y las personas que los habitan, así como todas aquellas con las que me encuentro habitualmente en la calle y paro a charlar y, sin pretenderlo, me abren los ojos a la realidad y me descubren nuevas perspectivas"

Una sucesión complicadísima

La tarea que le espera es complicadísima, de esas que nadie quiere: ocupar el lugar de un obispo que todavía no ha renunciado, con el que tendrá que convivir hasta su jubilación (que será en noviembre, si Roma no la adelanta). Adolfo González Montes había sido investigado por el Vaticano desde 2019 por el preocupante estado de las cuentas de la diócesis y la presunta mala gestión del prelado.

Adolfo González Montes, obispo de Almería
Adolfo González Montes, obispo de Almería

Al parecer, obras millonarias en el Seminario o el 'ala privada' del Palacio Episcopal, así como inversiones fallidas habrían podido esquilmar las cuentas de la diócesis, que tuvo que vender varios inmuebles para mantener a flote la maltrecha economía episcopal.

Así, tres pisos de la calle Velázquez o el local en el que se sitúa la Librería Pastoral habrían cambiado recientemente de manos a un precio inferior al de mercado. Además, han sido puestos a la venta otros inmuebles, como uno situado en la plaza Granero. Así, el patrimonio inmueble de la Iglesia almeriense también se habría visto afectado por la gestión de González Montes, tal y como informaba este verano La Voz de Almería.

El Obispado de Almería
El Obispado de Almería AGencias

Ésta es la carta de Antonio Gómez Cantero

En el día de hoy, 8 de enero de 2021, el Santo Padre, el Papa Francisco, nos ha comunicado, a las 12:00 horas, que me nombra:

Obispo Coadjutor de Almería.

El día 21 de enero hará cuatro años que estoy en esta querida diócesis de Teruel y Albarracín. Doy gracias a Dios y a todos los que formáis esta comunidad cristiana por estos primeros años de mi ministerio episcopal. He descubierto entre vosotros una profunda fe y un gran tesón por mantener viva la Iglesia que hemos heredado de nuestros mayores, cada persona desde la vocación que ha recibido.

Agradezco, del mismo modo, a todas las instituciones políticas, jurídicas, de las fuerzas de orden público, académicas, asociaciones de vecinos, … entidades públicas o privadas, la apertura en el diálogo y el trabajo que hemos podido desarrollar, junto a las personas que las representáis, siempre, con buena voluntad por parte de todos, por el bien de este pueblo y de esta tierra. Quiero destacar mi entusiasmo en el trabajo en la Fundación de Santa María de Albarracín y en la Fundación Amantes, de las que soy patrono. También mi agradecimiento a los Medios de Comunicación con los que me he sentido acogido y escuchado.

En este momento se me conmueve el corazón y solo se me ocurre decir ¡gracias! Gracias a los Organismos de comunión y participación (Consejo de Gobierno, de Pastoral, Presbiteral, de Arciprestes y de Consultores) he estado entre vosotros como padre y hermano. Gracias a la Curia y al personal seglar del Obispado que hacéis mover la maquinaria. Gracias a los Delegados Episcopales salientes y a los entrantes y a sus respectivos equipos. Gracias a los jóvenes que me acogisteis aquel mes de enero, tan nevado como este, y a los que venís a mi casa, incluso a pasar unos días de coloquios cargados de experiencias, de los que tanto aprendo. Gracias a tantas personas laicas que habéis pasado por mi vida y, entre cafés y mesa camilla, me habéis aconsejado, algunas tan cerca de mí y de mis preocupaciones. A los sacerdotes y al diácono permanente, que tanto me habéis ayudado y con los que también he trabajado codo con codo. A las religiosas de vida activa y contemplativa, que habéis estado ahí, muy cerca de mí, en la oración, la corrección fraterna y el consuelo. A las comunidades de religiosos que tanto colaboráis y estáis tan integrados en la vida diocesana. A los seminaristas, que cerca de vosotros, nos dejamos apasionar por el Dueño de la vid para que ese entusiasmo anime a otras personas a buscar la voluntad de Dios, sea la que sea, y así formemos comunidades vivas. También tengo presente al colegio Diocesano de las Viñas (el profesorado, el alumnado, el personal de servicio, la asociación de madres y padres) sobre el que tantos proyectos hay para el futuro. Así como las comunidades educativas de los colegios de la Iglesia y a todos los docentes de cualquier centro que, desde vuestra fe, trasmitís libertad y concordia.

También echaré de menos a las personas de los espacios cotidianos: el bar del primer café mañanero, la librería, la frutería, la carnicería, el kiosco, el restaurante donde llevo a comer a mis invitados, la peluquería, la tienda de recuerdos y las personas que los habitan, así como todas aquellas con las que me encuentro habitualmente en la calle y paro a charlar y, sin pretenderlo, me abren los ojos a la realidad y me descubren nuevas perspectivas.  

Sois muchas personas, muchos diálogos, muchos sueños y también muchos desahogos. Tengo en la retina todo el sufrimiento que nos ha traído la pandemia, cuántos fallecidos sin una despedida digna, cuántas familias rotas por la soledad y el desvalimiento, cuántos silencios retenidos entre cuatro paredes, cuantos vacíos llenados, en muchos casos, sólo por vuestra confianza en Dios. Gracias al personal sanitario que tanto bien han hecho en los últimos latidos de muchos de nuestros creyentes. Un día, desde la fe, debemos celebrarlo en una gran Eucaristía en su memoria. ¡Nos han dado tanto!    

Sé que en nuestras comunidades estáis personas de fe firme con muchas iniciativas y habéis manifestado que tenéis ganas de trabajar, nadie os lo va a impedir. Habéis demostrado que cuando se os deja y anima os ponéis con ilusión manos a la obra. Entre ellas estáis los Animadores de la Comunidad, que lleváis a Cristo a las pequeñas comunidades en su Palabra y en su Cuerpo. Dios os bendiga a todos y os conceda un espíritu de fortaleza y valentía para seguir con estas y tantas otras tareas.

Gómez Cantero, en su capilla
Gómez Cantero, en su capilla



Quiero también pediros perdón por las decisiones, palabras, comportamientos que, sin haberlo pretendido, no os hayan parecido acertadas o, os hayan hecho sufrir. Creo en la misericordia de Dios y espero también la vuestra.

A partir de la primera semana de marzo estaré ya en Almería. Sé que el cambio es grande. Procedo de Palencia, una diócesis como la de Teruel y Albarracín, salpicada de pequeños pueblos, que forman parte de estas tierras tan poco habitadas y mayoritariamente anciana, que hemos denominado España vaciada. Almería no es así, tengo mucho que aprender.

Me acerco a vosotros, del mismo modo que vine a Teruel, a conoceros, comprenderos y amaros. Es el camino del pastor. Soy la respuesta a la petición de nuestro obispo D. Adolfo, de tener una ayuda para aliviarse de todos sus tareas y misiones. Estaré, como no puede ser de otra manera, dispuesto a lo que él me pida. Seré para él su hermano pequeño, y él para mí, mi hermano mayor.

En el último artículo como obispo de Teruel, “Los caminos del Evangelio”, cuando aquí yo solo conocía esta noticia, decía que el bautismo nos lleva a la obediencia, que siempre es costosa, ya que, si no, sería complacencia. Y es que todas las llamadas del Señor exigen una conversión que comporta un sufrimiento implícito, un sacrificio, por la complejidad que nos supone salir de nuestro hábitat, ese espacio donde nos sentimos, tarde o temprano, acomodados. Después, todo es ganancia, al menos a los ojos de Dios, aunque los caminos en el desierto vital sigan existiendo.

Querido D. Adolfo, voy peregrino a esa ya soñada tierra almeriense, con los ojos despiertos y el corazón en ascuas, como los discípulos de Emaús. Sé que me está esperando con los brazos abiertos y yo trabajaré con empeño, junto a usted, con todas las comunidades y las distintas vocaciones de la diócesis, en esa querida tierra de María santísima.

Gracia y Paz a todos.  


+ Antonio Gómez Cantero, obispo

Felicitación navideña del obispo de Teruel
Felicitación navideña del obispo de Teruel

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