Con medidas tan concretas como "evitar estar a solas con menores" o los "castigos físicos" El obispo de Huesca y de Jaca pone en marcha un "código de buenas prácticas" con menores

El obispo de Huesca y de Jaca, monseñor Ruiz
El obispo de Huesca y de Jaca, monseñor Ruiz

El obispo de Huesca y Jaca, Julián Ruiz, acaba de publicar un "código de buenas prácticas", dirigido a sacerdotes, pero también a religiosos y laicos que trabajen en organismos diocesanos, con medidas severas y concretas de prevención

El código postula que, si se vulneran algunas de estas normas, la persona responsable "y, en su caso, la propia Diócesis actuarán con rapidez y diligencia"

Las medidas podrán ir "desde la observación del suceso y la sugerencia de mejora, a la amonestación, apertura de expediente, alejamiento de la actividad educativa, pastoral o ministerial, despido y comunicación a las autoridades civiles en los casos más graves"

Algunas diócesis españolas se van tomando cada vez más en serio la lucha contra los abusos y la cultura de la prevención. El obispo de Huesca y Jaca, Julián Ruiz, acaba de publicar un “código de buenas prácticas”, dirigido a sacerdotes, pero también a religiosos y laicos que trabajen en organismos diocesanos, con medidas severas y concretas de prevención, como “evitar estar a solas con menores”, no infringir “castigos físicos” o “muestras físicas de afecto comedidas y respetuosas”.

Menores
Menores

Convencido de que “más vale prevenir que curar”, el prelado apuesta por la prevención, que, a su juicio, “comienza con la selección de las personas implicadas en la pastoral y en la docencia, asi como en otras actividades ordinarias o extraordinarias organizadas por la propia diócesis”.

Por eso, a la hora de seleccionar el personal diocesano se exige “la obligatoriedad de la presentación del Certificado Negativo del Registro de Delincuentes Sexuales”, asi como participar en “la formación básica sobre abusos sexuales”, además de firmar un documento de “responsabilidad personal”, en el que, entre otras cosas, se comprometen a que “si cometieran cualquier acto de este tipo, lo harían engañando y traicionado la voluntad de la Iglesia, siendo responsables de sus actos y asumiendo sus consecuencias”.

El código diocesano de buenas prácticas, además de pedir que las muestras de afecto hacia los menores sen “comedidas y respetuosas y nunca han de ser, ni parecer, desproporcionadas”, exige el respeto a la integridad física del menor, “de manera que se le permita rechazar activamente las muestras de afecto, aunque éstas sean bienintencionadas”.

También “se evitará estar a solas con menores en despachos, sacristías, salas de catequesis, procurando siempre que las puertas estén abiertas, facilitando la escucha y visión a otros”.

Menores
Menores

Más aún, para atender a un menor enfermo o herido “se hará siempre en presencia de otro adulto” y, para hablar con ellos, se hará en “despachos con puertas acristaladas” o con puertas que permanecerán siempre abiertas.

El personal diocesano tendrá que informar a los padres del contacto con menores, incluso en circunstancias excepcionales. Por ejemplo, “si se da una situación inusual en la que se quede a solas con un menor o se haya tenido contacto físico relevante por razones sanitarias o disciplinarias”.

El código también postula: “Están prohibidos los juegos, bromas o castigos que puedan ser violentos o tener una connotación sexual, evitando cualquier conducta que implique contacto físico íntimo, besarse o desnudarse”.

Para salidas, excursiones o campamentos, se tendrá que pedir autorización firmada a los padres y “se distribuirán las habitaciones por sexos”, además de “respetar la intimidad de las duchas, cuartos de aseo y vestuarios cuando estén siendo utilizados por los menores. En caso de tener que entrar, siempre por una razón justificada, es conveniente que entren dos adultos del mismo sexo que los menores”.

Campamentos diocesanos

Sacerdotes y laicos mayores nunca deberán “corresponder o insinuarse” a las manifestaciones de enamoramiento hacia ellos, que “a menudo responden a la consideración del adulto como un ídolo”.

Queda prohibido, asimismo, realizar fotos de niños, niñas o adolescentes. “Los padres consentirán expresamente por escrito la toma y uso de imágenes, siendo responsable de su custodia y uso la parroquia o centro diocesano que realice la actividad”.

Por último, el código postula que, si se vulneran algunas de estas normas, la persona responsable “y, en su caso, la propia Diócesis actuarán con rapidez y diligencia, pudiendo ir, desde la observación del suceso y la sugerencia de mejora, a la amonestación, apertura de expediente, alejamiento de la actividad educativa, pastoral o ministerial, despido y comunicación a las autoridades civiles en los casos más graves”.

Abusos en la Iglesia
Abusos en la Iglesia

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