El próximo 3 de febrero un tribunal eclesiástico 'ad hoc' juzga al canónigo Rafael Vez A los que me preguntan: 'Padre Rafael, ¿y lo suyo cómo va?'

Rafael Vez, celebrando en su casa
Rafael Vez, celebrando en su casa

"Sin haber sido juzgado ni sentenciado, el obispo diocesano ya me ha condenado"

Se le juzga por "crimen de falsedad, desobediencia contra la autoridad, por impedir o condicionar la libertad y el ejercicio de la potestad o ministerio; por suscitar aversión u odio en los súbditos contra el Ordinario e inducirles a la desobediencia"

"Atrás quedan muchas horas de trabajo, muchas amistades olvidadas, muchas puertas cerradas, mucho interés por el caso, pero después silencio, olvido, alejamiento"

"Han sido muchas las trabas que hemos tenido que sortear; los desprecios dirigidos hacia mis abogados; las humillaciones sufridas, llegando al insulto, al desprecio y a la falta de respeto"

"Todo un año de mucha inquietud entre mis familiares y amigos más cercanos. De muchas horas de oración y reflexión. De celebraciones de la eucaristía en solitario"

Después de más de un año de suspensión cautelar, el próximo Jueves 3 de Febrero, a las 10.00 h, declaro ante el Juez Instructor, Rvdo. D. Didier Octavio Jiménez Puerta, del Tribunal Eclesiástico de Cádiz, en calidad de demandado, en el proceso penal iniciado a raíz de la querella que el Obispo Diocesano presentó contra mí el 14 de Septiembre de 2020, a través de un sacerdote traído de Córdoba, Rvdo. D. Rafael Rabasco Ferreira, que actúa como Promotor de Justicia; y que el Tribunal, fijando los límites de la controversia, habrá de resolver en los siguientes términos: 

Si el presbítero demandado, Rafael Vez Palomino, ha transgredido la ley canónica en los siguientes supuestos: por crimen de falsedad; por desobediencia contra la autoridad eclesiástica; por impedir o condicionar la libertad y el ejercicio de la potestad o ministerio; por suscitar aversión u odio en los súbditos contra el Ordinario e inducirles a la desobediencia.

Didier Octavio Jiménez

A lo largo de casi un mes, iremos pasando por el Tribunal junto con los testigos de la defensa y de la parte acusadora. Es todo un gesto de “generosidad”, sabiendo que el abogado que tuve que buscar, ya que la Diócesis en ningún momento me ofreció esa posibilidad, vive en Palma de Mallorca y que tendrá que desplazarse 5 veces hasta el Obispado de Cádiz. 

Atrás quedan muchas anécdotas de todo lo vivido. Muchas horas de trabajo, muchas amistades olvidadas, muchas puertas cerradas, mucho interés por el caso, pero después silencio, olvido, alejamiento. No ha sido fácil desde aquel día en que me entregaron el cese de profesor del Seminario, septiembre de 2019, y la amonestación escrita. Recuerdo la llamada a aquel catedrático de cierta universidad católica, y cómo desaparecía sin dejar rastro ni respuesta, a los pocos días, dejándome en medio de la nada sin saber qué hacer; gracias a unos amigos se me aconsejó que tenía que buscar a alguien que no fuera sacerdote en activo; y cómo una llamada a un conocido me puso sobre la pista de mi actual abogado, a quien agradezco el camino que estamos recorriendo juntos. 

Han sido muchas las trabas que hemos tenido que sortear; los desprecios dirigidos hacia mis abogados; las humillaciones sufridas, llegando al insulto, al desprecio y a la falta de respeto, con testigos incluidos; y las puertas que se han cerrado, quedándose algunas entreabiertas por pura curiosidad, como las llamadas “viejas del visillo”.

Zornoza y Carmen Lobato
Zornoza y Carmen Lobato

Todo un año de cientos de documentos presentados en distintos lugares, de muchas reuniones, cartas, amenazas, mentiras, de documentos predatados, de documentos no reconocidos e incluso despreciados. De mucha inquietud entre mis familiares y amigos más cercanos. De muchas horas de oración y reflexión. De celebraciones de la eucaristía en solitario. De escuchar en boca de compañeros que han sido invitados y orientados a no ayudar, a no hablar conmigo.

Pero también ha sido un tiempo para descubrir el corazón de gente buena que ha estado cerca, que me ha hecho partícipe de su oración; que ha venido a verme cuando la pandemia lo ha permitido; que ha cogido el móvil y ha preguntado por mi; que se ha acordado de guardar una pequeña porción de esas cosas que ricas que uno hace en la cocina

Los pocos ahorros de que disponía, mas la venta de un pequeño apartamento, que aun no había pagado del todo, están sirviendo para cubrir los múltiples gastos ocasionados, (traslados fallidos de reuniones suspendidas en el último momento, cientos de escritos dirigidos a los tribunales  y a las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas, honorarios de los distintos abogados, gastos del guardamuebles durante un año) que rondan ya la cantidad de dos años y medio de mi sueldo como sacerdote, ya que se procuraron dejarme con el mínimo establecido por la Conferencia Episcopal, retirándome tanto la asignación de sacerdote diocesano, como los complementos por canónigo de la catedral y  como profesor de Liturgia Fundamental y Homilética en el Seminario, y los estipendios de misa. (NOTA: a día de hoy, aún cuando fue revocado el cese de profesor, no he sido repuesto como tal y las asignaturas se entregaron a un sacerdote de otra Diócesis cercana, y actualmente a otro compañero de la misma especialidad).

Zornoza y Diufaín
Zornoza y Diufaín

Sigo viviendo, con mi ropa, ordenador, cama, un sillón regalado y una televisión, en la casa parroquial que ocupé durante mi ministerio como párroco en Conil, de la cual, a pesar de la insistencia, no he podido salir porque no se me ha garantizado una vivienda digna. La que se me ofreció en su día no estaba adecuada para ser habitada, y hoy en día tampoco. Hace pocos días han llegado mis cajas, enseres, cuadros y muebles, y ornamentos que estaban en un guardamuebles desde agosto de 2020, y ahora están almacenados en la vivienda, aunque creo que voy a tener que ir desembalando todo y organizando la casa para que sea mi hogar porque esto se alarga en el tiempo.

Varios han sido los intentos de la Congregación del Clero, a través de cartas, para llegar a una mediación. Aquí no hay prisa para nada, sobre todo cuando se trata de los derechos de un simple sacerdote, injustamente suspendido cautelarmente durante más de un año, como si de un castigo se tratase. Todos miran hacia otro lado. Los Tribunales Eclesiásticos son lentos, muy lentos. Y soy cada día más y más consciente de que cuando la Justicia es lenta, deja de ser justa. 

En todo este tiempo he podido comprobar que la misma Justicia te deja desasistido, sin posibilidad de defenderte. Que las amistades funcionan en este mundillo. Y lo curioso es que eres tú quien tienes que defenderte ante las acusaciones cuando debería ser al revés. La no admisión de algunas pruebas indica que “el pescado está todo vendido”, y que algo “no huele bien”. Aún así, no queda sino seguir adelante.

Rafael Rabasco

Habría mucho más que decir, pero quizás haya que animarse a escribir y publicar un libro con todo el proceso, las grabaciones y los documentos originales. A buen seguro la verdad a nadie dejará indiferente.

En síntesis, el mes de Febrero y Marzo se desarrollarán las declaraciones de los testigos de ambas partes y mía. Comienzo yo el próximo día 3, y cada semana irán dos testigos a declarar. Mientras, aquí sigo sin posibilidad de ejercer mi ministerio, lo cual me hace pensar que estoy realmente cumpliendo una condena, porque así lo ha querido el obispo diocesano quien, aún cuando no he sido ni juzgado ni sentenciado, ya me ha condenado.

Primero, Religión Digital
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