¿Leería yo mis biografías? Le dice Francesco al hermano periodista Entrevista a Giovani Francesco Bernardone

Entrevista a Giovani Francesco Bernardone
Entrevista a Giovani Francesco Bernardone Desconocido

En un parque, al sonido de un blues, Francisco de Asís concedió esta informal entrevista.

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A diferencia de la mayoría de mis entrevistas, no estoy sentado en un salón mientras lo escucho llegar por el pasillo, porque no hay pasillo ni él lleva zapatos. Nos encontramos en un parque, sentados sobre el césped y me pide que no haga una grabación, ni tome notas, sino que conversemos durante un rato. Él sabe que voy a publicar la conversación y lo único que propone es que no le de demasiada importancia a lo que me dice, más bien que sean importantes las ramas del árbol que a esa hora nos dan sombra y frescura.

Levanto la mirada y como si su espíritu de asombro me hubiera inundado, veo los trozos del cielo que se cuelan por entre las hojas dejando ver el azul infinito sobre nuestra frente, el viento que mueve aquellas hojas sin su permiso, el pájaro que llega a limpiar sus plumas luego de haber estado conversando con sus amigos en otro árbol, y al que no parece incomodarle nuestra presencia y no siente que estemos invadiendo su privacidad. Respiro, él respira y sonríe, saca de su abrigo un pedazo de pan y una botella de vino, algo de queso y la tarde se convierte en picnic. No falta la música, un viejo alegre y parcialmente borracho toca algo de blues cerca de nosotros, su armónica se apodera de la sonrisa de Francesco, y a esta hora pareciera que el universo esconde una armonía indescifrable, una perfección cuántica, un estar bien hecho.

BV: ¿Es verdad que una vez iban a asaltarte un par de ladrones y lograste convertirlos en frailes en ese mismo instante?

GFB: ¿Eso dicen de mí?

BV: Es de las cosas menos impresionantes que dicen, pero de las que más me sorprenden a mí.

GFB: Fue hace tanto tiempo...! Pero no creo que haya sucedido así. Empezando porque no eran ladrones, eran hermanos, hermanos pobres, hermanos sin familia, hermanos asustados. Alguien que roba tiene miedo. Alguien que roba se ha dejado convencer de todo lo que dice el mundo, y ha querido cobrarle al mundo no darle todo eso que le dijo. Solo tienen miedo, y nada hay más agresivo que el miedo. Sí, querían quitarnos algo, pero no llevábamos nada o casi nada. Entonces les preguntamos si tenían hambre y compartimos un poco de agua y semillas, pero no alcanzó para todos, entonces les prestamos un par de túnicas como las nuestras y nos acompañaron a pedir comida en el próximo pueblo, y como a veces intercambiábamos canciones por comida, terminaron cantando con nosotros toda la noche. Claro que se hicieron hermanos, aunque no entraron en la orden fueron mucho tiempo nuestros amigos. Es que solo se hacen amigos cuando se deja afuera el miedo.
¿Qué otra cosa dicen?

BV: ¿No lo sabes acaso?

GFB: ¿Leería yo mis biografías?

BV: - Luego de parar de reírme - Es verdad. Bueno, lo que más se sabe es que tenías las heridas de la cruz.

GFB: ¿Por qué iba a causarme heridas el que quiere curarlas todas?

BV: Llevo mucho tiempo preguntándome lo mismo.

GFB: Mira un crucifijo. Míralo con detalle. Más que detalle míralo con sed, más que con sed míralo con urgencia, como si de ello dependiera el próximo aliento. ¿Qué ves? Un moribundo, un condenado, un inservible. Y ¿Cómo es eso posible, si estamos mirando a dios? Pues precisamente por eso, porque no hay otro dios distinto al que se hace pequeño, al que se hace mendigo, al que se hace despreciado para mostrarnos que del fondo de la miseria brota lo más radiante, lo más alegre, lo más grandioso de la vida, para que de todas las miserias de nuestra existencia empecemos a sentirnos agradecidos, para que nunca más despreciemos nada por pequeño o insignificante que nos resulte. Mira un crucifijo con urgencia y verás al que da, al que cura, al que limpia, al que rescata, al que nunca quita, ni hiere, ni tacha, ni pierde nunca a nadie.

BV: Me parece entenderte que lo contrario de rescatar es perder... pensé que era condenar.

GFB: Es que si condenara también pierde. Es como declarar que su propio amor es estéril.

BV: Alabado sea el señor por el hermano queso. Le digo mientras ambos probamos un bocado.

GFB: Mi madre hacía queso. Y pan. Y tenía un rinconcito con sus aceitunas. Mi madre era como el dios del génesis, para ella todo tenía que estar en contacto con sus manos. Supongo que era su forma de untarse del infinito.

BV: Mi madre decía que saborear la comida era una forma de agradecerla.

GFB: Todavía lo dice.

BV: Y la desnudez, y la pobreza, ¿fueron tus formas de untarte del inifinito?

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El hijo de Don Pedro Bernardone toma aire, se queda mirando al viejo con su armónica, se pone de pie y comienza a aplaudir y a bailar al ritmo del blues, todos piensan que está fumado, que el vino ha sido más de la cuenta.

GFB: Es dificil disfrutar lo que se posee. Apenas tenemos dos opciones: la vida y la muerte. Pero morir no es solo convertirte en cadáver, es dejar escapar la vida, y el señor me mostró que la mejor forma de dejar escapar la vida es intentando poseerla. Poseerla en casas, en ropas, en todo lo que se puede adquirir y decir 'esto es mio' o 'esto lo conseguí haciendo tal y tal cosa'. Nuestro problema, más que tener hambre, es el miedo que tenemos de que nos vean hambrientos, y ese miedo nos hace codiciar y despojar. Todo lo que nos sobra le está faltando a alguien. Entonces la pobreza es solo una forma de fraternidad, de justicia, y también de libertad. Supón que ahora mismo tenemos una enorme casa con un gran salón y que aquel viejo fue contratado para tocar para nosotros y que tenemos servidumbre encargada de que nadie nos moleste. Entonces habríamos perdido el cielo, y el viento, y el ruido de aquella burla que nos recuerda que no estamos presos de nada, y habríamos perdido esa guitarra, y sobre todo, habríamos perdido la oportunidad de irnos cuando sea preciso sin la nostalgia de haberlo perdido todo. Estuve un tiempo desnudo y en harapos, durmiendo el bosque y mendigando comida por las calles que en otro tiempo fueron mías. Creyeron que estaba perdido pero me estaba encontrando. Creyeron que estaba loco pero estaba huyendo de la locura. Creyeron que era un vago y fracasado pero estaba entregando toda mi vida a la más grande obra que jamás se haya hecho, estaba trabajando en la creación. Muéstrame algo mayor, y muéstrame a alguien menos necesario que yo, para semejante propósito. Dime que podía negarme a esa oferta.

BV: Creo que nadie que la vea así podría negarse.

GFB: Y ¿Por qué no la vemos así? Si desde el primer susurro de la voz de dios no ha hecho otra cosa que pedirnos que miremos más arriba, más alto, que no nos conformemos con las migajas, que vayamos por el infinito, pero claro, cuando apenas tienes ojos para una página crees que el infinito es una biblioteca, y esta es apenas un puntito en la plenitud. Cuando solo tienes ojos para unos zapatos piensas que el infinito es andar en un auto envidiable, y este es apenas una mota de polvo en la exorbitante inmensidad de la vida. Y luego te crees más por tu biblioteca y te haces matar por tu auto. Y pierdes. Tenemos que mirar más arriba, alzar los ojos, tambien clavarlos en la tierra, lanzarlos al horizonte, y ver qué cosa hay detrás de todas las cosas, e ir y abrazar eso, sin tener nada en las manos.
Mira, ahí viene un perro cojo.

Se acerca despacio y luego se deja acariciar la cabeza, su placa dice que se llama Tobías, que significa "Yavé es bueno" aunque su dueña tal vez no lo sabe. Parece que tuvo un accidente porque su patita está vendada y la apoya con dificultad. Francesco le pregunta a la chica qué le ha pasado a Tobías, ella cuenta que un muchacho corriendo en bicicleta no lo vio y lo arrolló. Francesco suspira y le dice que a los 'perros buenos no deben pasarles cosas malas' . Le acaricia la patita y se despide. Ella sonríe y sigue caminando. "El señor es bueno" suspira Francisco. "Y basta" suspiro yo.

Habría querido preguntarle de la Iglesia, del Papa, de los franciscanos, del Amazonas, de Greta, pero no son esas las cosas que más quiero saber. Siento que en 'la verdadera y perfecta alegría' ya lo dijo todo. Así que saco del bolsillo mi vieja hoja con el cuestionario de Pivot, que conocí por los programas del actor's studio y mientras que vamos caminando le lanzo una tras otra las preguntas:

BV: ¿Cuál es tu palabra favorita?

GFB: Hermano.

Hace una pausa, me mira como quien pide indulgencia y a continuación pronuncia como quien confiesa con el descaro de lo canónicamente incorrecto:

GFB: Hermano y Hermana.

BV: ¿Cuál es la palabra que menos te gusta?

GFB: Confort.

BV: ¿Qué te enciende?

GFB: Una mano extendida

BV: ¿Qué te apaga?

GFB: Notar mi propia insatisfacción.

BV: ¿Cuál es el sonido que más disfrutas?

En ese momento para justo delante del viejo del blues, le estira la botella con el último trago de vino, le da un trozo de pan y responde en voz más alta, para que escuchemos los dos:

GFB: Hasta hoy fue el canto de una golondrina en una tarde de lluvia, desde hoy será una guitarra y una armónica tocando el blues.

BV: ¿Cuál es el sonido que destestas?

GFB: El eco de los gritos en las catedrales.

BV: ¿Cuál es tu mala palabra favorita?

GFB: Bellaco!!! - ríe a carcajadas - siempre se la dije en broma al hermano León, esa es de mi época.

BV: ¿Qué otra profesión te habría gustado ejercer?

GFB: Trovador, o actor en el teatro.

BV: ¿Que profesión nunca ejercerías?

GFB: Dirigente del Banco Mundial.

La última tuve que adaptarla por obvias razones.

BV: ¿Qué te dijo dios cuando llegaste a las puertas del cielo?

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Francesco desacelera el paso, vuelve a abrir los brazos hasta que las puntas de sus dedos alcanzan a rozar los polos, me mira de frente y aunque yo jamás he visto la cara de Jesús podría jurar que son parecidas, se le estiran los labios en una incipiente sonrisa, la puesta del sol detrás, toda la escena es un cuadro de Giotto visto por primera vez.

GFB: Me señaló, los miró a todos, estalló en risa y nos dijo: "De eso es de lo que estábamos hablando!!! Exactamente de eso!!!"

No nos despedimos, solo siguió adelante cuando yo me detuve para esperar el bus. Sus pasos descalzos se perdieron en la calle fría, su silbido desapareció segundos después. Era un 4 de octubre hace ya tantísimo tiempo.

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