Toda ética es una forma de ser espiritual Hacer Política con la Biblia

"El asunto central de toda la Escritura es que la vida de los seres humanos debe ser digna"

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Se repite con frecuencia en los llamados “estados laicos” que los gobernantes y legisladores no deben hacer “política con la Biblia”, y es un reproche entendible por la impresión que suelen dar muchos de estos personajes, de que hacerlo es intentar someter a toda la población – incluidos los no creyentes – en una especie de régimen totalitario de prohibiciones arcaicas y desconocimiento de la identidad de ciertas minorías o poblaciones marginadas como las mujeres o la población LGBTI+, como en otro momento a los indígenas, o el pueblo Rom. Sin embargo, no está de más aclarar que siendo ese un panorama real, una amenaza constante a las libertades individuales y al pleno reconocimiento de los derechos de muchas personas, está muy lejos de las auténticas enseñanzas de los libros sagrados de la tradición judeocristiana. Eso no es hacer política con la Biblia, es hacer política con el prejuicio manoseando de manera perversa el texto sagrado.

En la Biblia hay asuntos centrales, hay otros derivados de esos asuntos centrales, hay asuntos periféricos circunstanciales, y hay asuntos que si bien hacen parte del texto, son detalles accidentales que sería un error tomar por sí solos como un importantísimo tema revelado. La alianza, la liberación, la justicia, el derecho, la sociedad igualitaria en oportunidades y recursos, la paz que surge de lo anterior, y la visión del hombre como ser que se realiza cuando hace posible todas esas propuestas para los otros y para sí mismo, son temas centrales de la divina revelación recogida y expresada en los libros de la Biblia. El asunto central de toda la Escritura es que la vida de los seres humanos debe ser digna y qué tipo de comunidad puede hacer que eso sea posible. Los acontecimientos fundamentales de los dos testamentos: Éxodo de Israel y Pasión de Jesús de Nazaret, son decisivos para entender la propuesta de dios y la necesaria decisión de cada persona y cada pueblo respecto a esa propuesta. Se trata de liberarnos de toda tiranía y de nunca convertirnos en la tiranía de nadie más. Se trata de amar hasta dar la vida y saber que ese amor es capaz de rehacer toda la historia y completar la creación entera. Se trata de confiar en que el dios de la historia nunca desperdicia su bondad ni fracasa cuando la ponemos en marcha. Se trata de una buena noticia que irradia vida y esperanza en todos los que padecen la injusticia y la marginación. ¡Ojalá los creyentes hicieran política con la Biblia!

Los asuntos que se derivan de esos temas centrales son principalmente éticos y espirituales, sin que se tenga una distancia radical entre esas dos dimensiones. Para el pueblo hebreo de la biblia la espiritualidad es una ética y toda ética es una forma de ser espiritual. Lo que cada persona ha de definir como principios existenciales que hagan posible vivir como pueblo de hermanos, los cambios de mentalidad para no obedecer a una cultura de la distancia y la acumulación sino una de la cercanía y la solidaridad, son apuestas morales que se desprenden de esa opción fundamental que es la Alianza, el Reinado de dios. Vivir de cierta manera es la auténtica forma de expresar la fe. Los profetas del Antiguo Testamento y las recopilaciones de las enseñanzas de Jesús en el Nuevo así lo evidencian. Lo personal de la biblia está siempre orientado a lo comunitario.

Luego, dentro de las condiciones contextuales y de pensamiento de la época en que estos textos fueron escritos, aparecen los elementos que la cultura suele catalogar como religiosos. Instrucciones rituales, normativas cultuales, mandatos de comportamiento asociados a las condiciones históricas de aquellos tiempos, designación de funciones dentro de la emergente estructura religiosa que relatan los libros bíblicos, son esos temas periféricos y circunstanciales que, estando presentes en el texto, no son ejes de la revelación y deben ser cuidadosamente examinados antes de convertirlos en doctrina o en moral. De este tipo de textos se han sacado – eligiendo lo que justifica el prejuicio y descartando lo que no resulta útil – muchos de los mal llamados “fundamentos bíblicos” de esas pretensiones legales y políticas que tanto confunden a la gente común y que los candidatos, líderes, influencers y clérigos que representan las ideas excluyentes manipulan a su antojo para llenar las calles, las plazas y el internet de su hipocresía. Contra ese tipo de comportamiento dirigió Jesús TODAS sus palabras de denuncia y reproche. A los que hacían ese tipo de interpretaciones amañadas para justificar su incapacidad para amar al prójimo y excusarse diciendo que así cumplen la voluntad de dios les llamó Jesús “hipócritas, raza de víboras, sepulcros blanqueados, zorros y cañas agitadas por el viento”.

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Y ojalá todo terminara ahí, pero no, se atreven a ir más lejos. Detalles que no tienen la menor relevancia en el texto bíblico son sometidos a las más inverosímiles interpretaciones para convertir minucias tradicionales de la historia de la religión cristiana en dogma viral, en herencia inamovible. Detrás de esas personas y esas ideas se encuentra todo lo que hace sonreír a esos dueños del poder que necesitan el “voto católico” para mantener intacta su corrupción, su control de la justicia para su propia impunidad, su imagen de protectores de la vida y la familia, siendo muchos de ellos culpables de crímenes y destrucción. Pero sin importar que a esa clase política estén sirviendo tan oportunamente, esos religiosos expertos en lo estéril no pasan un día sin desplazar lo fundamental y darle protagonismo a lo inútil de la religión. La ansiedad porque nada se mueva de su sitio – contraria a la más elemental concepción del dinamismo del espíritu en la Biblia – lleva a algunos a delirar con su propia importancia, considerarse los únicos que piensan o dicen la verdad, y oponerse con todos sus videos y sus fuerzas a cada cosa que ocurra fuera de su tan disminuido y deprimente marco de comprensión de la realidad. Todo a lo que invitan está vencido. Nada de lo que proponen tiene vigencia. Son los invitados al banquete que están demasiado ocupados combatiendo el comunismo, el neomarxismo cultural y la ideología de género como para sentarse a la mesa con esos hijos de dios a los que día y noche tiranizan en sus redes basados en palabras que aparecen en la Biblia pero que son leídas e interpretadas para que digan todo lo contrario de lo que en ella es central y definitivo.

En el Catolicismo la Escritura Sagrada tiene un papel muy confuso. Si bien el dogma explica que el magisterio está al servicio de la revelación bíblica, lo normal es que sea al revés: el magisterio suele tomar indiscriminadamente textos de la sagrada escritura para fundamentar algunas de sus costumbres, ideas y posturas teológicas. En la celebración de los sacramentos se supone que tiene un lugar central, pero la misma teología sacramental ha llevado a que, en la práctica, cierto equivocado hostiocentrismo aleje y margine la revelación histórica de dios. La acumulación de tradiciones jerárquicas, legislativas, morales y ante todo teológicas ha desplazado de tal manera la Biblia y lo central de la Biblia en la Iglesia, que parece que dios hubiera ordenado hacer una recopilación de anécdotas con el único propósito de que una religión vertical y masculina pueda decir por qué hace lo que hace. Pero no, la revelación está ahí para transformar la historia en favor de los vulnerables y para reparar el mundo siendo una comunidad capaz de construirse desde un amor con el poder para rescatar la dignidad de cada persona y asegurar la paz de todos los hombres y mujeres bajo el sol. A ver cuándo nos animamos a hacer política con la Biblia.

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