Hermandad, Salud, Saciedad, Equidad, Alegría, Comunión, Fecundidad, Plenitud. Ese es el sueño de dios, esa es la leche y la miel. Las Feministas nos Precederán

"Las feministas, sin pretenderlo, nos están acercando al paraíso"

"Es impensable que la revelación se interprete en clave de superioridad de un género sobre otro"

DEREGRESOALPARAISO
"Damos hoy por sentado que el hombre es el sexo dominante, pero debemos tener presente que en la historia bíblica solo se establece su dominio como una maldición y un castigo. Esto significa que antes de esa maldición el hombre no dominaba a la mujer". La cita es de Erich Fromm, el gran pensador del siglo XX, psicólogo y psicoanalista que hasta el final de sus días mantuvo sus raíces judías como faro moral de sus reflexiones. Esta expresión hace parte de un tema trabajado en programas radiales en la última década de su vida, y se titula "Actualidad de los escritos proféticos". Explica Fromm, y con acierto, que la labor profética era provocar la suspensión de las consecuencias de la pérdida del paraíso al restablecer la alianza de Yavé con Israel.

En términos bíblicos el paraíso es una promesa, mas que una reminiscencia. Una más de las figuras para trazar una línea entre la creación: el dios que todo lo hace bien, y la salvación: el dios que todo lo hace nuevo, porque es hábito repetitivo de los seres humanos dañarlo. Ambas cosas, la creación y la plenitud salvífica concuerdan en un ideal paradisíaco. Entre el paraíso del Génesis y la nueva Jerusalén del Apocalípsis la diferencia está en los recursos literarios de la metáfora, que son los recursos mentales a disposición, fruto de las condiciones del entorno y de los imaginarios culturales, pero de fondo el ideal es el mismo: una armonía indolorosa, la conquista de una paz autentica, un shalom de bienestar que no solo se refiere a los conflictos sino a la posibilidad de dar fruto en todos y cada uno de los campos sembrados de la vida. Hermandad, Salud, Saciedad, Equidad, Alegría, Comunión, Fecundidad, Plenitud. Ese es el sueño de dios, esa es la leche y la miel, esa es la cosecha de la siembra del Reinado.

Hace notar Fromm que la ruptura de esa posibilidad, debido a las múltiples y muy variadas formas de pecado, todas fruto de la cobardía y el egoísmo, generan esas consecuencias que vemos a diario y que la biblia expresa en términos de maldición, con su género literario de etiología, ese intentar explicar por qué sucede lo que vemos a diario. Pues bien, las maldiciones de la llamada "caída" en el génesis, son etiologías de lo indeseable, son la manera como el escritor bíblico expresa por qué pasa eso que no debería pasar ya que no hace parte del plan de dios. Una: La dominación del hombre sobre la mujer, la desigualdad en el trato personal y social, como un asunto de superioridad entre los géneros, es una de esas realidades no-ideales, no-paradisíacas, que el relato intenta mostrar como indeseables, y que es labor profética y de construcción del Reino cambiar, corregir y abolir. Es impensable que la revelación se interprete en clave de superioridad de un género sobre otro.

No es nuevo que ciertos movimientos fuera del catolicismo tomen la delantera en asuntos que deberían preocupar a los creyentes y ante los que deberíamos dejar emerger el rol de profetas en nuestro propio entorno religioso, y en el entorno político en el que se cuecen las injusticias sociales. El feminismo, lamentablemente para nosotros, no ha surgido en el seno de quienes se precian de ser los portadores de la revelación - esa que deja claro que aquella pretendida superioridad es un error - sino fuera de ella. No podría ser de otra manera, siendo la tradición católica una de las que con mayor torpeza ha alimentado los imaginarios y estereotipos que despojan a la mujer de su potencial, bajo la promesa de una armonía hogareña que no hemos visto todavía bajo el sol. El profetismo sobre aquella situación indeseada ha surgido de distintos sectores de mujeres que desde múltiples perspectivas y matices han decidido no postergar un minuto más la reivindicación de su dignidad y sus derechos. La acción salvífica frente a esa "maldición" en particular, como en los días de Elías o Eliseo, ha venido de fuera, y no de dentro.

Sí, las feministas, sin pretenderlo, nos están acercando al paraíso.

El movimiento feminista, o los movimientos feministas, apenas están encontrando acuerdos, centros, formas de comunicar, y claro, como toda emancipación frente a la injusticia se hace con ciertos brotes en apariencia desproporcionados aquí y allá, acciones que el establishment juzga desde sus propias reglas; Egipto jamás celebró el Éxodo. Pero más allá de sus formas, variadas y aún no concensuadas del todo, están logrando que el mundo recuerde que toda superioridad, manipulación, explotación y dominación entre seres humanos, justificada en prejuicios raciales, religiosos, culturales, políticos o económicos es una blasfemia, y una declaración de desprecio al Reinado de dios. Claro, a muchos de los colectivos feministas les tiene sin cuidado que exista una perspectiva trascendente, una visión judeocristiana incluso, que no solo avale sino que se ponga de parte de sus reivindicaciones, no hay inconveniente, porque no hay necesidad de tal reconocimiento, si somos capaces de encontrarnos en la sublimidad de lo humano, que eso nos enseñó la encarnación. Su manifestación, su lucha, su señalamiento profético de lo injusto y lo inaceptable, su desprecio de las estructuras que oprimen, tiene mucho de cristiano, pues nació el cristianismo de declarar que la Salvación - el retorno al paraiso - nos había llegado de la mano del que se opuso a toda forma de opresión a la mujer. Jesús de Nazareth.

Mal hace la institución católica al ponerse del lado contrario del feminismo, como su adversario. Mal hacen las páginas en apariencia "católicas", los predicadores, los conferencistas, los presbíteros, en minimizar el feminicidio - medio capítulo de criminal minds basta para nunca más escuchar al señor Laje - y reducir a una anécdota la tragedia de las violencias contra la mujer, o escudar en una mezquina y mediocre interpretación bíblica un modelo de mujer sumisa y obligada a renunciar a su potencial intelectual, artístico, deportivo, laboral, simplemente por apelar a su rol afectivo en la maternidad. Como si más allá de madres, las mujeres que tienen hijos no fueran muchísimas cosas más. Mal hace el catolicismo en intentar conservar una cultura en la que se les desconoce, se les amenaza con frecuencia en las calles, se les mira como posesión masculina, se les ridiculiza cuando dejan en claro cuál es su lugar. Y muy mal hacen ciertos sectores en adoctrinar niñas para que repudien a sus hermanas simplemente porque se han puesto un pañuelo de otro color. Como si la llamada al amor no estuviera por encima de las comprensiones doctrinales - muchas de ellas aún no resueltas del todo - de una determinada y cada vez más reducida fracción de la Iglesia. 

En Christus Vivit ha dicho el Papa Francisco: 

"Por ejemplo, una Iglesia demasiado temerosa y estructurada puede ser permanentemente crítica ante todos los discursos sobre la defensa de los derechos de las mujeres, y señalar constantemente los riesgos y los posibles errores de esos reclamos. En cambio, una Iglesia viva puede reaccionar prestando atención a las legítimas reivindicaciones de las mujeres que piden más justicia e igualdad. Puede recordar la historia y reconocer una larga trama de autoritarismo por parte de los varones, de sometimiento, de diversas formas de esclavitud, de abuso y de violencia machista. Con esta mirada será capaz de hacer suyos estos reclamos de derechos, y dará su aporte con convicción para una mayor reciprocidad entre varones y mujeres, aunque no esté de acuerdo con todo lo que propongan algunos grupos feministas. En esta línea, el Sínodo quiso renovar el compromiso de la Iglesia «contra toda clase de discriminación y violencia sexual». Esa es la reacción de una Iglesia que se mantiene joven y que se deja cuestionar e impulsar por la sensibilidad de los jóvenes" CV 42

Por supuesto que nos es imposible concordar en todas y cada una de sus visiones, perspectivas y propuestas. Por supuesto que no es sencillo encontrar elementos de acuerdo en torno a la concepción y el aborto, pero, en el pasado, los desacuerdos entre la fe y las prácticas de los otros no le han impedido a la Jerarquía estar cerca de los ejércitos y los partidos políticos, de las corporaciones y hasta de las mafias. Curiosamente parece que se radicalizan las cosas cuando se trata de las mujeres. Llamados a coexistir en un mundo plural y aún así no renunciar a ser luz, es evidente que las respuestas y reacciones del catolicismo, de esa cierta fracción de la Iglesia ante el feminismo, no ha sido sino un muy elaborado y ruidoso modo de poner la lámpara del evangelio entre un cajón, o debajo de la mesa. Donde no sirve para nada. La presión política de los sectores fundamentalistas del cristianismo católico y protestante ante los derechos de la mujer no son sino su declaración de la derrota del evangelio, su forma opulente y necia de gritar que no creen en la fuerza transformadora de la buena nueva, y por eso apelan a lo obligatorio, a lo coercitivo. Como el Faraón en sus audiencias con Moisés.

Si lográsemos comprender aquel detalle del Génesis en clave realmente salvífica, si con detenimiento observáramos las formas de trato y de relación de Jesús con las mujeres, si con profundidad leyéramos la oración de María, seguro encontraríamos que son muchos más los puntos de contacto con este movimiento que los puntos de desencuentro. Pero aún más, si escucháramos detrás del bullicio de los debates, qué es lo que nos están diciendo las mujeres, esas madres, hermanas, hijas, que son mucho más que aquellos roles, seguramente podríamos establecer puentes que nos permitan agradecer sus luchas y que abrirían también el camino para que pudieran un día escuchar de vuelta nuestras formas de ver el mundo y la razón por la que afirmamos lo que afirmamos sobre algunos temas en los que tenemos diferencias. Para eso, claro, hay que conocer más a Jesús, y acercarnos más a ellas, hay que desdibujar la idea del cristianismo como una religión protectora del status quo, hay que devolverle a María el rostro que de ella quiso dejarnos el evangelio y que hemos ocultado detrás de tanto maquillaje de mojigatería supersticiosa, y hay que acercarnos, aproximarnos, projimar a esas valientes mujeres que nos están llevando de vuelta al paraíso. Ellas nos están precediendo y nos precederán en el Reinado de dios.

Adenda: Los días que siguieron a la repentina muerte de mi madre, tras la avalancha de múltiples recuerdos de su maternidad sublime y su fe que me hizo tanto bien, no pude evitar preguntarme e imaginarme a esa mujer que ella fue independiente de mí, esa que no era solo madre, la niña, la adolescente, la compañera de trabajo, la vecina, la pareja, la hija, todo eso que no vi cuando la magnitud de su amor entrañable me acompañaba. Esa pregunta me hizo ver de otro modo a mis dos hijas. Me hizo ver muchas cosas de ellas que desbordan mi paternidad. Claro que las mujeres son más, mucho más, y siendo milagrosa la posibilidad de dar vida, su existencia no se agota allí. Pregúntenle a mi fiel y católica madre.

Adenda 2: Le he mostrado este texto a mi hija menor, gay y feminista ella, que no acostumbra leer mis escritos en este blog, pues su búsqueda espiritual es de otro orden, aunque compartimos una entrañable confianza en el dios de la vida. Me ha dicho que no sabia que podía existir una perspectiva asi sobre el feminismo en la religión. Le gustó. Me gustó que le gustara. Son precisos los puentes, algunos incluso, de esos que implican echar por tierra ciertos muros. 

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