El Vaticano 'fiscaliza' los últimos meses de González Montes al frente de la diócesis La amarga despedida del obispo de Almería

Adolfo González Montes
Adolfo González Montes

Adolfo González Montes había solicitado un obispo auxiliar, pero Roma le envía un obispo coadjutor con el que tendrá que consensuar todas las medidas que tome hasta su renuncia el próximo mes de noviembre

Los más considerados le defienden diciendo que es un intelectual y que lo suyo no son los números, pero en la diócesis también están los que aseguran que "la situación económica y pastoral es un desastre"

Su última aportación como teólogo a la Conferencia Episcopal fue la elaboración de un documento cristológico que cuestionaba las reflexiones de teólogos como Andrés Torres Queiruga o José Antonio Pagola

El obispo de Almería había pedido hace meses un obispo auxiliar, pero los Reyes Magos le han traído un obispo coadjutor, que es algo como decirle, dadas las circunstancias, ‘y gracias que no le cesamos’. Las circunstancias son, al parecer, que desde hace años la sede andaluza venía sufriendo un quebranto económico que ha llevado incluso a una investigación desde la Santa Sede, con visitador apostólico y todo, previa denuncia de curas ante el nuncio y una visita al representante del Papa de varios directivos de un banco para dar cuentas del mal estado de las mismas.

Adolfo González Montes, que tiene que presentar su renuncia por edad el próximo 13 de noviembre, niega la mayor e incluso saca pecho diciendo ante los periodistas, con tono un tanto desabrido, que son otras las diócesis que no tienen ni para pagar las extras de sus curas. Todo muy evangélico, como se ve, esto de quitar la viga de la sede propia para meterla en diócesis ajena, por más que tenga razón y haya sedes bordeando del abismo financiero.

González Montes, en rueda de prensa
González Montes, en rueda de prensa Obispado de Almería

Los más considerados aluden a que se trata de un obispo eminentemente intelectual para decir que lo suyo no son los números, alguien a quien le cuesta estar en la tediosa práctica pastoral del día a día. Pero tampoco es difícil encontrar incluso a quienes señalan que la atención humana a sus curas no es tampoco la de un pastor. Son esos que aseguran que “la situación económica y pastoral es un desastre” y muestran su satisfacción porque, por fin, se van a tomar medidas que eviten un escándalo mayor para la Iglesia.

Un documento metido con calzador

Como intelectual, su última gran aportación a la Iglesia española fue la elaboración de un documento que porfió y porfió hasta que sus hermanos en el Episcopado lo aprobaron más por resignación que por convencimiento de su necesidad. Se trataba de un texto, Jesucristo, salvador del hombre y esperanza del mundo, más preocupado por limpiar, fijar y dar esplendor a la doctrina que en hacer comprensible hoy a una grey desnortada y en desbandada la necesidad de una figura y un mensaje como el de Jesús.

Era evidente que a ese texto, presentado por él mismo en 2016 en su calidad entonces de presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, le había pasado por encima el pontificado de un papa como Francisco. Bastaba simplemente asomarse a un documento del que encargó una cifra de ejemplares desacostumbrada (parece que finalmente no fue un best seller, lo que certifica que no tiene ojo para los números) para ver que aquel compendio eminentemente cristológico poco tenía que decir salvo a los puristas de la doctrina, con una temática profusamente tratada tanto por Juan Pablo II como por Benedicto XVI durante sus pontificados, y en donde sus ejes no formaban parte de la estructura con la que Bergoglio estaba apuntalando el suyo.

Adolfo González Montes, obispo de Almería
Adolfo González Montes, obispo de Almería

Los teólogos, en el punto de mira

Y esto era así también porque este documento, en realidad, era un texto que había sido encargado durante el último plan pastoral del cardenal Rouco como presidente de la CEE y que, al haber quedado pendiente, tuvo que ser asumido por la nueva cúpula episcopal, que en sucesivas asambleas plenarias obligó a que se fuese puliendo, como las alusiones directas a teólogos como José Antonio Pagola o Andrés Torres Queiruga, durante años en el punto de mira de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe.

Como sucede en tantas otras ocasiones, aquel texto fue asumido para evitar males mayores, para no propiciar enfrentamientos en un Episcopado dividido cuando era necesario unir todos los apoyos para sacar adelante el proyecto evangelizador del papa Francisco. Por eso, ese documento incluso fue publicado antes del primer documento de la nueva cúpula episcopal que cerraba la etapa del cardenal Rouco, aquella instrucción pastoral urdida -con el nombre de Iglesia, servidora de los pobres- entre otros por el hoy cardenal Omella, el obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, o el entonces secretario general de la Conferencia, José María Gil Tamayo, hoy pastor en Ávila.

Algo parecido a lo que ha sucedido con el gobierno de la diócesis de Almería (y algunas otras cercanas) hasta que el asunto amenazaba con descarrilar y ocasionar males mayores y se decidió enviar no un auxiliar, sino un obispo coadjutor, con quien el todavía titular tendrá que consensuar y decidir las medidas para el gobierno diocesano.

Antonio Gómez Cantero
Antonio Gómez Cantero Diócesis Teruel Albarracín

Cantero, un pastor curtido y con la sinodalidad ya trabajada

Una labor que le ha tocado a Antonio Gómez Cantero, un buen pastor que, a la vez, tiene una notable capacidad intelectual y que lleva la sinodalidad muy trabajada de casa. “El obispo entrante va a pasar un año terrible con González Montes. Un año donde el actual obispo le va a tener que decir la verdad de todo”, señala una fuente.

A Cantero ya le añoran en Teruel-Albarracín, como le lloraron en Palencia, donde aprendió, entre otras cosas, a tener que convivir, como vicario general, también con las peculiares personalidades de obispos como José Ignacio Munilla, que entró como elefante en cacharrería en la sede castellana que había pastoreado un Nicolás Castellanos; o un Esteban Escudero, un nombramiento inexplicable e innecesario que acabó con billete de ida y vuelta, con mucho dolor de curas y fieles de por medio, eso sí.

De ambos trances ha salido fortalecido este pastor que lo mismo te escribe una obra de teatro que encandila con su humanidad y cercanía a los laicos, de quienes ha aprendido a fiarse, o que te habla de la Bauhaus o te cita en una homilía la tolerancia como concepto arquitectónico fundamental para medir el equilibrio de fuerzas necesario para sostener un edificio, ya sea civil o religioso y, además, lo entiende todo el mundo. Este es el pastor del que ahora se beneficiarán los diocesanos de Almería, diócesis a la que llega por la actual fatiga de materiales.

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