Este 12 de abril toma posesión de la Congregación para los Obispos el agustino de ascendencia española El cardenal Ouellet sale de la escena vaticana (o eso se espera): llega Prevost

Cardenal Ouellet
Cardenal Ouellet

Después de casi 13 años como prefecto, Marc Ouellet sale del primer plano de la escena vaticana para dejarle el mando a otro pastor llegado también del fin de mundo, al agustino Robert Francis Prevost Martínez, hasta el 23 de enero de este año, obispo de Chiclayo, en Perú, y desde entonces, nuevo prefecto

"Es muy significativo el nombramiento de Prevost, pero mucho. Y el que sea religioso, no es casual", dice alguien que conoce y trata a Ouellet, de quien pondera su inteligencia y afabilidad, aunque no así los mimbres con los que entretejía sus nombramientos episcopales, ni a sus muñidores en España, el cardenal Rouco"

Aguantado el envite de la sucesión en Santiago de Compostela, aún quedaría margen para que, una década más tarde, llegue a a España esa generación de obispos que, en palabras de Francisco, debería ser de "verdaderos pastores en el servicio, no en los honores"

Estuvo, con los cardenales Scola y Scherer, entre los papables que se quedaron a las puertas de la Capilla Sixtina de la que saldría Bergoglio como sucesor de Pedro. Desde tres años antes, el cardenal canadiense venía ahormando el perfil del obispo que salía de la ‘factoría’ vaticana rumbo a los episcopados del mundo desde la sala de mandos de la Congregación para los Obispos, cargo para el que le confirmó, ya como Francisco, en diciembre de ese 2013, el primer papa latinoamericano, continente que Marc Ouellet conocía muy bien tras pasar varios años en Colombia. De hecho, no sorprendió que quien fuera primado de Canadá, acumulara también responsabilidades al frente de la Pontificia Comisión para América Latina.

Dos norteamericanos y dos sensibilidades

Ahora, después de casi 13 años como prefecto, Marc Ouellet sale del primer plano de la escena vaticana para dejarle el mando a otro pastor llegado también del fin de mundo, al agustino Robert Francis Prevost Martínez, hasta el 23 de enero de este año, obispo de Chiclayo, en Perú, y desde entonces, nuevo prefecto de la poderosa congregación romana, así como de la Pontificia Comisión para América Latina. Dos norteamericanos (uno de Canadá, el otro de los Estados Unidos), dos pastores formados en América Latina (Colombia el primero, Perú el segundo) y dos sensibilidades pastorales, más conservadora la de Ouellet, pegada a un estilo preformado por Juan Pablo II; más social y popular el segundo, moldeado por la vida comunitaria que, sí o sí, impone la vida consagrada (es religiosa agustino) y acostumbrado a visitar las comunidades de su orden por todo el mundo. Es decir, a escuchar y solucionar.

El Papa, con Prevost
El Papa, con Prevost

Y esas cualidades (sin olvidar la que imprime la condición actual de ser consagrado, esto es, sentirse a la intemperie y, como un zahorí, buscando en el hoy los signos del Espiritu) son las que hicieron fijar la mirada del hacedor de Aparecida en el nuevo prefecto, de ascendencia española por parte de madre. Ya le querrían para sí un poco más de tiempo una parte del Episcopado peruano, pero se ve que Roma no puede esperar. Se busca un nuevo perfil para el Episcopado mundial diez años después de la elección de Francisco, toda vez que el propio Bergoglio ha tenido que guardar para sí la elección de algunos obispos con los que quiso marcar la línea, entre ellos el de Prevost, aunque el ejemplo no acabase de cundir en el dicasterio del ramo.

"Muy significativo el nombramiento de Prevost"

"Es muy significativo el nombramiento de Prevost, pero mucho. Y el que sea religioso, no es casual", dice alguien que conoce y trata a Ouellet, de quien pondera su inteligencia y afabilidad, aunque no así los mimbres con los que entretejía sus nombramientos episcopales, ni a sus muñidores en España, el cardenal Rouco. Y lo ejemplifica con el perfil mayoritario del Episcopado español, aún refractario a Francisco, como también esta fuente subraya a raíz de algunos de los cuatro últimos nombramientos episcopales para España hace apenas dos semanas.

En Canadá ven con alegría la salida del dicasterio de su compatriota en la esperanza de un vuelco en un episcopado conservador a la imagen y semejanza de moldeador

En Canadá ven con alegría la salida del dicasterio de su compatriota en la esperanza de un vuelco en un episcopado conservador a la imagen y semejanza de moldeador. Sucede algo similar en España, con un cardenal Omella que no solo sigue siendo miembro de la Congregación para los Obispos, sino que desde este 24 de abril entrará a formar parte del Consejo de Cardenales del papa Francisco. Las miradas van ahora hacia él. Pero también hacia Prevost.

Más vale una década tarde...

No les costará a ambos entenderse, aunque Ouellet hablase un fluido castellano. Cortocircuitada la relación que el cardenal Rouco tenía en el dicasterio (no así con la Nunciatura), ya no sirven las excusas. La sinodalidad no ha de servir solo para ponerle piedras en su camino. Aguantado el envite de la sucesión en Santiago de Compostela, aún quedaría margen para que, una década más tarde, llegue a a España esa generación de obispos que, en palabras de Francisco, debería ser de "verdaderos pastores en el servicio, no en los honores, en la potestad, en la potencia".

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