Su discurso social podía haber salido de la HOAC o de las Hermandades del Trabajo La 'fe' sin complejos de Yolanda Díaz, la vicepresidenta comunista

La 'fe' sin complejos de Yolanda Díaz, la vicepresidenta comunista
La 'fe' sin complejos de Yolanda Díaz, la vicepresidenta comunista

¿Por qué ha de ser más vergonzante hoy ser seguidor de Jesús que correligionario de Stalin?

Muchos cristianos, estrictamente, tampoco lo parecen. Cristianos, quiero decir. Aquí puede estar la clave. Hay cristianos en la política que dan más miedo que esta comunista. A la que solo le falta encontrarse con un Padre Llanos que dialécticamente le insufle espíritu a su materialismo de carné

Aviso para atorrantes: tengo de comunista lo mismo que de fascista. Si acaso, puedo admitir lo primero si con ello quieren denigrarme al modo con que intentaron hacerlo al escupirle ese calificativo a Dom Hélder Câmara o, más recientemente, al papa Francisco. O sea, que, gracias a Dios, provengo más de la doctrina social que del materialismo dialéctico. Lo mismo que la vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, aunque ella no lo sepa aún. Podía haber salido de la HOAC o de las Hermandades del Trabajo, pero su 'fe' se materializó en otras coordenadas.

Dicho lo cual, creo que Pedro Sánchez ha salido ganando con el cambio de Pablo Iglesias por esta hija de un histórico sindicalista gallego. Es inteligente, serena, prudente. Pregúntenle al presidente del Círculo de Empresarios, Antonio Garamendi, el primero en felicitarla por su nombramiento como vicepresidenta.

Ama sus orígenes, venera a sus mayores y se preocupa por los más desfavorecidos. Asegura que lo que más agradece de su padre es que le inculcó que había que ser, ante todo, una buena persona, ahí es nada, una cosa etérea que cada uno presume haber conseguido, vale, pero que cuando se logra esa condición es fácilmente reconocible también por los enemigos, incluso en estos tiempos de demoliciones. Y de esos hay menos casos...

La sucesora de 'La Pasionaria'

Noventa años después de la proclamación de la República en España, es la mujer afiliada al PCE que ha llegado más lejos en la escalera del poder ejecutivo (La Pasionaria no cuenta, la histórica comunista que acabó confesando su fe a última hora con el Padre Llanos, un jesuita que hizo el camino inverso después incluso de ser confesor de Franco, eso sí, sin perder nunca la fe).

La Pasionaria
La Pasionaria

Y noventa años y una aterradora dictadura comunista después en medio mundo, con millones de muertos a la espalda, me asombra que esta mujer abonada al diálogo social, al entendimiento, al acuerdo, siga confesando su fe comunista y señalando, como hizo en una entrevista reseñable en eldiario.es, que “quizás el comunismo es la democracia y la igualdad”, sin percatarse de que eso no parece ser exactamente así en Corea del Norte ni en China, porque lo de Rusia no se sabe lo que es y lo de Cuba hace tiempo que se convirtió en un parque temático lleno de figurantes a la fuerza.

Pero esta fe comunista sin complejos de la vicepresidenta Díaz, que en el fondo creo que tiene que ver más con un anclaje emocional derivado de la admiración paterna -lo mismo que sucede con la “fe de dependencia” en nuestro país, analizada por los profesores Tornos y Aparicio, y que viene marcada por la inercia de tantos católicos que heredan de sus padres la condición, sin más-, me parece, sin embargo, un estímulo para que los propios cristianos pueden confesar hoy su fe sin la vergüenza que ahora les constriñe por miedo a ser señalados como personas que viven fuera del mundo, en otro parque temático.

El padre Llanos en El Pozo, Vallecas, años 60
El padre Llanos en El Pozo, Vallecas, años 60

Ni ella parece comunista ni muchos católicos cristianos

¿Por qué ha de avergonzar más confesarse seguidor de Jesús que correligionario de Stalin o Kim Jong-un? Vamos, yo no veo color. Quizás la razón estriba en que Yolanda Díaz no parece una comunista al uso ni hace gala de ello. No es solo su elegancia y forma de vestir (hay legión de fans yolanders de derechas en las redes sociales), sino que su forma de hablar, de razonar, sin máximas, rictus, sectarismo ideológico ni estridencias, la separan del canon totalitarista.

Pero muchos cristianos, estrictamente, tampoco lo parecen. Cristianos, quiero decir. Aquí puede estar la clave. Hay cristianos en la política que dan más miedo que esta comunista. A la que solo le falta encontrarse con un Padre Llanos que dialécticamente le insufle espíritu a su materialismo de carné.

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