Un puzle de 18 confesiones parece paralizar la política El Líbano: Donde el cristianismo lucha por sobrevivr

Jaime Flaquer
Jaime Flaquer

"La implicación activa en la organización del Congreso 'Islam y alteridad' de la red mundial de islamólogos 'Pluriel' me ha permitido volver a este pequeño país de solo 10.000 km2 que se mantiene de pie de milagro"

"Los libaneses describen a su país como el Ave Fénix… ¿Se levantará de nuevo el país? Ha desaparecido la esperanza y muchos han decidido abandonarlo"

"En un contexto de crisis económica incesante, la estampida especialmente de cristianos es incesante"

"Ante un puzle de 18 confesiones diferentes, parece haber un consenso sobre la necesidad de reformar o incluso suprimir el sistema llamado confesional, pero a la vez aparecen miedos y 'peros' por todas partes"

"En el Congreso hemos visto que, quizás, por el momento, el único paso adelante para empezar a desatascar la parálisis política es la creación de una decimonovena 'confesión' laica"

"Se quiera o no, la creciente desvinculación de los ciudadanos respecto a los líderes religiosos está secularizando la sociedad, y es preciso ofrecer una respuesta política al fenómeno"

(Universidad Loyola).- La implicación activa en la organización del Congreso “Islam y alteridad”de la red mundial de islamólogos “Pluriel” me ha permitido volver a este pequeño país de solo 10.000 km2 que se mantiene de pie de milagro, o mejor dicho, que es capaz de resurgir de sus cenizas una y otra vez.

Los libaneses describen a su país como el Ave Fénix que ha sabido reconstruirse cada vez que, en la historia, han sufrido una gran destrucción; hasta siete, dicen. En el centro de Beirut, enseñan con orgullo siete estratos de ruinas desde el tiempo de los fenicios. A estas destrucciones habría que añadir la producida por la terrible guerra civil (1975-1990) que empezó por el envenenamiento de la causa palestina tras ser obligado por Egipto a acoger a miles de refugiados y acabó con una guerra de todos contra todos. Y más recientemente, hay que sumar la increíble negligencia que provocó la destrucción de todo el puerto hace ahora dos años. Nadie espera que puedan clarificarse las responsabilidades como tampoco se hizo con el asesinato del primer ministro, Rafiq Hariri en 2005.

Congreso
Congreso

¿Se levantará de nuevo el país?Cuando decidimos tirar adelante el Congreso en el Líbano a pesar de las incertidumbres, la principal razón de confirmación fue una terrible constatación: no se preveía que hubiese una sublevación porque el pueblo había perdido toda esperanza de poder dar la vuelta a la situación.

Las revoluciones requieren un mínimo de esperanza… y en el país parece haberse perdido completamente. Hubo un levantamiento popular pacífico hace tres años cuando hubo un verdadero desplome de la economía. Pero, al ver que nada ha cambiado desde entonces, ha desaparecido la esperanza y muchos han decidido abandonar el país. ¡La Universidad Saint Joseph perdió el verano pasado más de 200 profesores que decidieron salir del país!

Después de una contracción del PIB en 2019 de 6,5%, se sumó en 2020 un 20,3%, y en 2021 otro 10%, con una inflación del 84,9% en 2020 y llegando la deuda pública a un 186% del PIB en 2020. Esto obligó a una depreciación de la moneda local sin precedentes: de valer 1507 libras por dólar en 2019 a valer 5549 por dólar en 2020. El poder adquisitivo de los ciudadanos que cobran en la moneda local se ha hundido, disparándose la desigualdad con los que cobran en dólares o tienen sus ahorros en esta moneda.

Esta crisis ha sido provocada, en parte, por la guerra de Siria, con la inmigración de 1,5 millones de sirios que se han añadido al medio millón de refugiados palestinos que siguen en el país. Con la subida del precio de los carburantes de hace un añoy disparados desde hace unos meses con la guerra de Ucrania, y con la “crisis del pan” que se avecina por la dependencia del grano de Ucrania, podemos esperar un verano caliente…

Edificio destruido por la guerra
Edificio destruido por la guerra

En este contexto, la estampida especialmente de cristianos es incesante, y ya no representan más que un tercio de la población. Las cuotas de poder se han quedado desfasadas puesto que les conceden un 50% de parlamentarios (distribuidos según el peso de cada confesión cristiana), además de que el presidente del país tenga que ser maronita. El primer ministro, por su parte, ha de ser sunita, y el presidente del parlamento, chiita.

El puzle confesional de 18 confesiones diferentes está formado por: las cristianas (maronita, latina, greco-ortodoxa, greco-católica melquita, armenia ortodoxa, armenia católica, sirio-ortodoxa, sirio-católica, asiria, caldea, copta ortodoxa, protestante), las musulmanas (sunita, chiita, drusa, ismaelita y alauita) y la judía. Cada una tiene una cuota de poder según una estimación de población ya desfasada. Parece haber un consenso sobre la necesidad de reformar o incluso suprimir el sistema llamado confesional, pero a la vez aparecen miedos y “peros” por todas partes. Los cristianos temen con razón que la introducción de un sistema occidental laico en una sociedad acostumbrada a votar “a los suyos” dé siempre la mayoría a los musulmanes, con el peligro de una islamización del Estado similar al de otros países árabes; los drusos y otras confesiones muy minoritarias temen desaparecer completamente en su influencia política; y los dirigentes musulmanes no quieren una laicización del poder.

En el Congreso hemos visto que, quizás, por el momento, el único paso adelante para empezar a desatascar la parálisis política es la creación de una decimonovena “confesión” laica. Aunque pueda resultar sorprendente, no existe ninguna representación para los no creyentes o fieles de otras religiones. No es posible casarse ni regirse más que por alguna de las 18 confesiones oficiales. Se quiera o no, la creciente desvinculación de los ciudadanos respecto a los líderes religiosos está secularizando la sociedad, y es preciso ofrecer una respuesta política al fenómeno.

Mezquita iglesia en El Líbano
Mezquita iglesia en El Líbano

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