El Papa pide a la FIUC ser "protagonistas en la construcción de la cultura de la paz" Francisco: "Una universidad católica tiene que tomar decisiones, y estas deben ser un reflejo del Evangelio"

Francisco, con las universidades católicas
Francisco, con las universidades católicas Vatican Media

“En un tiempo en el cual incluso la educación está volviéndose un negocio, y grandes fondos financieros sin rostro invierten en las escuelas y en las universidades como si fuese la bolsa de valores, las instituciones de la Iglesia deben demostrar que tienen una naturaleza diferente y que se mueven de acuerdo a otra lógica"

Francisco recalcó cómo “en un tiempo de gran fragmentación, debemos tener la audacia de ir contracorriente, globalizando la esperanza, la unidad y la concordia, en vez de la indiferencia, de las  polarizaciones y de los conflictos”, que “desagraciadamente” continúan “en medio  de un escenario de guerra, la tercera guerra mundial a pedazos”

“No es suficiente conceder títulos académicos, es necesario despertar y custodiar en cada persona el deseo de ser. No basta diseñar carreras competitivas, se debe promover el descubrimiento de vocaciones fecundas, inspirar caminos de vida autentica e integrar la aportación de cada uno dentro de las dinámicas creativas de la comunidad”

“No rodeen jamás la universidad con los muros del miedo. No permitan que una universidad católica se limite a replicar los muros típicos de la sociedad en la que vivimos: aquellos de la desigualdad, de la deshumanización, de la intolerancia y de la indiferencia, de tantos modelos que miran a reforzar el individualismo y no invierten en la fraternidad”

"Ayúdennos a construir alianzas intergeneracionales e interculturales en favor del cuidado de la casa común, de una visión de ecología integral que de una efectiva respuesta al  grito de la tierra y al grito de los pobres”

"Hoy existen en el mundo casi dos mil universidades católicas. Imaginemos el potencial que podría desarrollar una colaboración aún más eficaz y operativa, fortaleciendo el sistema universitario católico”. Esta fue la propuesta del Papa Francisco a la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC), en Roma por el centenario de su fundación.

En su discurso, Francisco recalcó cómo “en un tiempo de gran fragmentación, debemos tener la audacia de ir contracorriente, globalizando la esperanza, la unidad y la concordia, en vez de la indiferencia, de las  polarizaciones y de los conflictos”, que “desagraciadamente” continúan “en medio  de un escenario de guerra, la tercera guerra mundial a pedazos”.

Campaña en defensa del Papa: Yo con Francisco

La educación no es un negocio

“Por eso es esencial que las universidades católicas sean protagonistas en la construcción de la cultura de la paz, en sus  múltiples dimensiones que se tienen que afrontar de modo interdisciplinar”, trazó el Papa.  

Francisco, con las universidades católicas

“En un tiempo en el cual incluso la educación está volviéndose un negocio, y grandes fondos financieros sin rostro invierten en las escuelas y en las universidades como si fuese la bolsa de valores, las instituciones de la Iglesia deben demostrar que tienen una naturaleza diferente y que se mueven de acuerdo a otra lógica” reclamó el pontífice, quien recordó que “un proyecto educativo no se basa solo en un programa perfecto, ni en un equipamiento eficiente, ni en una buena gestión corporativa”, sino en “una pasión más grande, se debe notar una búsqueda común de la verdad, un horizonte de sentido”.

El Papa, con la FIUC

Hanah Arendt, Kafka, Unamuno...

Citando a Hanah Arendt, Francisco pidió a las universidades católicas que “¡no pierdan el apetito! ¡Mantengan la intensidad del primer amor! Que las universidades católicas no sustituyan el deseo con el funcionalismo o la burocracia”.

“No es suficiente conceder títulos académicos, es necesario despertar y custodiar en cada persona el deseo de ser. No basta diseñar carreras competitivas, se debe promover el descubrimiento de vocaciones fecundas, inspirar caminos de vida autentica e integrar la aportación de cada uno dentro de las dinámicas creativas de la comunidad”, insistió el Papa, quien también hizo referencia a una fábula de Kafka (de cuya muerte también se celebran cien años en 2024) para centrar su reflexión: “No podemos confiar la gestión de nuestras universidades al miedo; desafortunadamente esto sucede más frecuentemente de lo que se piensa”.

El Papa, con la FIUC

El miedo devora el alma

Y es que, añadió, “la tentación de encerrarse detrás de las paredes, en una burbuja social de seguridad, evitando los riesgos y desafíos culturales y dando la espalda a la complejidad de la realidad puede parecer el camino más fiable. Pero, ¡esta es una mera ilusión! Porque el miedo devora el alma”.

“No rodeen jamás la universidad con los muros del miedo. No permitan que una universidad católica se limite a replicar los muros típicos de la sociedad en la que vivimos: aquellos de la desigualdad, de la deshumanización, de la intolerancia y de la indiferencia, de tantos modelos que miran a reforzar el individualismo y no invierten en la fraternidad”, pidió el Papa, quien advirtió de que “una universidad que se protege dentro de los muros del miedo puede tal vez alcanzar un nivel de prestigio, reconocimiento y apreciación, ocupando los primeros lugares en la clasificación de producción académica. Pero, como decía el pensador Miguel de Unamuno, «¡Saber por saber!  […] Eso es inhumano»”.

Francisco, con la FIUC

Por eso, “debemos preguntarnos siempre: ¿para qué sirve nuestra ciencia? ¿Qué potencial transformador tiene el conocimiento que producimos? ¿A qué y a quién servimos? La neutralidad es una ilusión. Por ello, una universidad católica tiene que tomar decisiones, y estas deben ser un reflejo del Evangelio. Debe tomar una postura y demostrarlo con sus acciones de un modo trasparente, “mancharse las manos” evangélicamente en la transformación del mundo y al servicio de la persona humana”, concluyó el Papa, agradeciendo a los responsables de estos centros su papel.

“Sí, quiero agradecerles de verdad. Pero, además, quisiera pedirles su ayuda. Sí, les pido que ayuden a la Iglesia, en este momento histórico, a iluminar las más profundas aspiraciones humanas con las razones de la inteligencia y las “razones de la esperanza”, que ayuden a la Iglesia a dialogar sin miedo sobre los grandes planteamientos contemporáneos”, rogó Francisco. “Ayúdennos a traducir culturalmente, con un lenguaje abierto a las nuevas generaciones y a los nuevos tiempos, la riqueza de la inspiración cristiana, a  identificar las nuevas fronteras del pensamiento, de la ciencia y de la técnica y a asumirlas con  equilibrio y sabiduría. Ayúdennos a construir alianzas intergeneracionales e interculturales en favor del cuidado de la casa común, de una visión de ecología integral que de una efectiva respuesta al  grito de la tierra y al grito de los pobres”.  

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