"Enseñar, curar, predicar", ejes del coloquio de este viernes en el ITVR Pedro Huerta: "Nuestras escuelas no pueden ser sospechosas de segregación o elitismo social (…). A veces nos hemos cerrado"

Coloquio en el ITVR
Coloquio en el ITVR

"Ninguno de nosotros somos propietarios del carisma, que solo podemos construir en comunión", señaló el secretario general de Escuelas Católicas

María del Carmen Mora: “El buen samaritano se acerca, venda sus heridas, lo lleva a un lugar seguro, cuida de él y le encarga al posadero que siga cuidando”

Díaz Sariego: “Otro gran desafío para los religiosos y la Iglesia, somos conscientes de qué importante es que la Iglesia se muestre al mundo reconociendo la pluralidad, pero qué difícil nos resulta reconocer una diversidad reconciliada, qué difícil procurar una predicación que estimule los diversos puntos de vista…es un desafío para la predicación al que no podemos renunciar”

Enseñar, curar, predicar. Tres palabras claves para la misión de la vida consagrada, fueron los ejes de la mesa redonda que este viernes planteó la Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada. Con tres grandes expertos: Pedro Huerta, secretario general de Escuelas Católicas; Carmen Mora, superiora general de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana; y Jesús Díaz Sariego, provincial de los dominicos Hispania y vicepresidente de Confer.

Cada uno en su ámbito: la educación, la salud y la teología. Arrancó Huerta, señalando que “ninguno de nosotros somos propietarios del carisma, que solo podemos construir en comunión”. En este sentido, destacó la necesidad de “correr el riesgo del encuentro con el otro, con su dolor y sus reclamos, con su alegría, en un constante cuerpo a cuerpo”.

No al descarte

Por ello, apuntó, “religiosos y consagrados pueden ayudar a comprometer una ciudadanía ecológica”. Al tiempo, Huerta lanzó un aviso a los colegios católico: “Nuestras escuelas no pueden ser sospechosas de segregación o elitismo social (…). A veces nos hemos cerrado”.

Pedro Huerta, con la moderadora del acto
Pedro Huerta, con la moderadora del acto

“Tenemos que denunciar la cultura del descarte”, recalcó el secretario general de Escuelas Católicas, insistiendo en que “los vulnerables no solo están fuera”, y que “como educadores samaritanos no podemos pasar junto al otro o despreocuparnos”.

“Los consagrados somos imprescindibles para presentar al mundo un estilo de vida y seguimiento desde la sencillez y desde el evangelio. Nuestra tarea es acompañar, pero no se agota en la mera presencia”, finalizó.

Por su parte, María del Carmen Mora puso el ejemplo del buen samaritano, como discípulo que cura, y que extiende su acción sanadora. “El buen samaritano se acerca, venda sus heridas, lo lleva a un lugar seguro, cuida de él y le encarga al posadero que siga cuidando”. Como Jesús, que “nos envía a curar y a cuidar”. Algo que “la iglesia primitiva tenía en alta estima”, y que hoy “es una respuesta a las necesidades de las personas de nuestro mundo”.

Cuidar en la Iglesia-hospital de campaña

“El Papa dice que veía la Iglesia como un hospital de campaña tras la batalla, y que la mayor urgencia es curar herida y dar cercanía a los que sufren”, glosó la religiosa, quien apuntó que “vivimos en un mundo con grandes desigualdades, con personas heridas en todas partes, porque carecen de lo más elemental, o porque han perdido la salud, las fuerzas y no pueden valerse por sí mismas”. De ahí la imperiosa, y actual, llamada a “curar, cuidar y consolar”, desde “la experiencia de la propia vulnerabilidad”, que “nos humaniza” y nos llama a trabajar. “En nuestro mundo herido tienen gran valor las presencias de la Iglesia-hospital de campaña, y podemos reconocer y constatar con gratitud que la vida religiosa está ampliamente presente en todas las periferias, en las sociales, los lugares remotos, en todos los lugares donde no llegan los estados, y en las periferias existenciales”

Finalmente, Díaz Sariego subrayó cómo “la predicación tiene mucho que ver con el cuidado”, y trató de desarrollar el verbo predicar, que “nos pone en contacto con la tradición de la Iglesia”, pero, también, y fundamentalmente, con el prójimo. “Predicar es dar crédito a la experiencia de fe en un Dios que se ha hecho carne. Si profundizamos un poquito más… ¿qué es predicar? Es ante todo escuchar antes que hablar, acertar a conversar con el mundo de hoy”.

Predicar hoy

“Predicar es establecer un buen intercambio, llevar las alegrías del ser humano a Dios”, sin caer en el “narcisismo” del clero, porque “somos mediadores de una palabra que no nace en nosotros. No hablamos de quienes somos ni de lo que hacemos, sino de la palabra de Dios que resuena en el corazón del otro”.

María del Carmen Mora
María del Carmen Mora

“Otro gran desafío para los religiosos y la Iglesia, somos conscientes de qué importante es que la Iglesia se muestre al mundo reconociendo la pluralidad, pero qué difícil nos resulta reconocer una diversidad reconciliada, qué difícil procurar una predicación que estimule los diversos puntos de vista…es un desafío para la predicación al que no podemos renunciar”, culminó.

Predicar desde la escucha nos educa para el testimonio, nos introduce en la verdad de Dios y en la de los demás”. Pero “¿dónde encontrar la verdad? En el prójimo, en la medida en que nos aproximamos al otro, con respeto máximo. Ahí vamos a encontrar la verdad de Dios en él”, señaló el dominico, quien admitió que “la conversación con el mundo no es una tarea fácil, pues pone de manifiesto la credibilidad de la propia Iglesia”.

Ahí, entonces, “deberíamos pensar qué imagen damos, cómo nos ven aquellos a quienes dirigimos nuestro mensaje. Pocas veces pensamos en esto”, por lo que pidió “un esfuerzo como predicadores de la palabra de Dios”.

Jesús Díaz Sariego, op
Jesús Díaz Sariego, op

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