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Conclusiones del IV Encuentro de Pastoral Educativa en América Latina y Caribe
Durante el IV Encuentro de Pastoral Educativa para América, tres son las conclusiones que la Escuela Católica reflexiona, piensa y actúa desde su quehacer pastoral:
1. Seremos seres de cuidado, de solidaridad, de ternura, de cooperación y de compasión: cuando no pretendemos ser “el pequeño dios” en la Tierra, puesto de rodillas por el covid 19, sino sencillamente humanos, que ven y tratan a los otros como iguales, miembros de la comunidad de vida, entre los seres humanos, las plantas, las aves, los animales, la luna, el sol, las estrellas… simplemente como hermanos y hermanas. Como dice el papa Francisco tan poéticamente en su encíclica de ecología integral Laudato Si’, sobre el cuidado de la Casa Común (2015): “todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre tierra” (Laudato Si’, 92).
2. Nos corresponde a nosotros como personas y como Escuela Católica de América pensar, reflexionar y actuar que no es un puro sueño y una utopía inviable buscar un espíritu de fraternidad universal entre los humanos y con todos los seres de la naturaleza. Esta será la gran salida que nos podrá salvar. El Papa Francisco cree y espera que este sea el camino. Puede ser tortuoso, conocer obstáculos y sufrir desvíos, pero sigue el rumbo correcto. Nos urge responder, pues el tiempo del reloj corre en contra nuestra.
3. Como Escuela Católica de América reconocemos que el gran reto de la educación en todas sus formas, en la escuela y más que todo en la vida, es ser una de las energías más eficaces para crear una conciencia y unas prácticas que apunten hacia otro tipo de mundo. Este tipo de mundo puede y debe forjarse desde la escuela, es nuestro sueño, es esperanza. La esperanza nace de este compromiso de transformación. La esperanza aquí debe ser pensada en la línea que nos enseñó el gran filósofo alemán Ernst Bloch, que formuló “el principio esperanza”, que quiere decir: la esperanza no es una virtud entre otras tantas. Ella es mucho más: es el motor de todas ellas, es la capacidad de pensar lo nuevo, todavía no ensayado; es el coraje de soñar otro mundo posible y necesario; es la osadía de proyectar utopías que nos hacen caminar y que nunca nos dejan parados en las conquistas alcanzadas, o que cuando nos sentimos derrotados, nos hacen levantarnos para retomar el camino. La esperanza se muestra en el hacer, en el compromiso de transformación, en la osadía de superar obstáculos y enfrentar a los grupos opresores. Esa esperanza no puede morir nunca.
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