Teruel, Astorga, Jaca, Ciudad Rodrigo... no pueden ser diócesis 'de paso' La 'España vaciada', cantera para la renovación episcopal... ¿y olvidada por la propia Iglesia?

Y es que la Iglesia de Teruel, como la propia provincia, sin más autovía que la que conecta Zaragoza con Valencia, sin trenes a Madrid, casi sin autobuses, sobrevive con el sambenito de ser una diócesis de paso, vaciada y a la que vacían al cabo de un tiempo. Y eso es algo que sucede, con demasiada frecuencia, en las diócesis 'pequeñas', muchas de ellas históricas, que se suceden en la España vaciada
Convendría no olvidar que los fieles de esas benditas tierras de Castilla y León, Aragón o Castilla-La Mancha atesoran buena parte de nuestro patrimonio histórico-artístico, son fuente de nuestra historia, y representan uno de los desafíos más acuciantes que, como sociedad y como Iglesia, debemos afrontar: el de la soledad, el abandono y el olvido
José Antonio Satué ya es obispo electo de Málaga. La sede del cardenal Herrera (ojo a esto, que Andalucía sigue, después de Amigo, sin cardenal en ejercicio) acoge al sustituto de Jesús Catalá, y abre una nueva puerta al futuro para la Iglesia diocesana. Veremos qué hace el nuevo obispo con algunas herencias (en lo social, lo económico y lo comunicativo) no precisamente afines a lo que pretende sea su pontificado.
Un Satué que deja Teruel después de cuatro años, como antes lo hiciera su antecesor, Antonio Gómez Cantero. Y antes Carlos Escribano, y antes de él Lorca Planes... Desde tiempos de Antonio Algora, que se mantuvo en la diócesis del torico (que celebrará sus fiestas con administrador apostólico, por cierto) 18 años, Teruel y Albarracín se ha convertido en diócesis de paso, y promoción. Un lugar donde 'aprender' a ser obispo, como han reconocido muchos de los que han pasado por estas bellas tierras.
En esos lugares, por cierto, es donde algunos prelados se 'atreven' a probar herramientas nuevas, propuestas nuevas, que hay que dar a conocer, y 'exportar' a otras diócesis más grandes: eso está sucediendo en Barbastro-Monzón, en Teruel, en Zamora, en muchos obispados 'pequeños' pero con mucha imaginación para seguir haciendo apostolado renovador.
Y es que la Iglesia de Teruel, como la propia provincia, sin más autovía que la que conecta Zaragoza con Valencia, sin trenes a Madrid, casi sin autobuses, sobrevive con el sambenito de ser una diócesis de paso, vaciada y a la que vacían al cabo de un tiempo. Y eso es algo que sucede, con demasiada frecuencia, en las diócesis 'pequeñas', muchas de ellas históricas, que se suceden en la España vaciada.
Hace muy poco se rellenó el hueco de Huesca y Jaca (que siguen siendo diócesis separadas, pero con un solo obispo), mientras Ciudad Rodrigo también 'comparte' obispo con Salamanca. Astorga está a la espera de relevo, después de la marcha de Jesús Fernández a Córdoba, y se cuentan las semanas para el relevo en Cuenca... Entre los candidatos a 'ascender' a otros lugares más reconocidos, destacan figuras como las del obispo de Zamora, Fernando Valera; o el de Osma-Soria, Abilio Martínez Varea.

Porque la España vaciada también importa, o debería importar, mucho más, a los responsables eclesiásticos. Está bien que diócesis como Teruel o Astorga sirvan de 'trampolín', pero convendría no olvidar que los fieles de esas benditas tierras de Castilla y León, Aragón o Castilla-La Mancha atesoran buena parte de nuestro patrimonio histórico-artístico, son fuente de nuestra historia, y representan uno de los desafíos más acuciantes que, como sociedad y como Iglesia, debemos afrontar: el de la soledad, el abandono y el olvido.
Sea bienvenido Satué a Málaga, donde hará una gran labor. Pero, por favor, no nos olvidemos de la España vaciada.
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