Análisis: El Papa pone voz a un continente que grita justicia y esperanza Francisco: el 'hombre blanco' que asume las manchas de los 'diamantes de sangre' en África

Francisco, a su llegada a Kinshasa
Francisco, a su llegada a Kinshasa Vatican Media

Un hombre 'vestido de blanco' ha sido el encargado de denunciar esta realidad, con toda su crudeza, en "el país donde parece como si toda la tierra respirara": la República Democrática del Congo, "atormentada por la guerra" y "terribles formas de explotación, indignas del hombre y de la creación", al que la violencia le golpea "como un puñetazo en el estómago" hasta casi quedar sin aliento

Un mensaje para las multinacionales, para los políticos corruptos, para los eclesiásticos ávidos de poder y dinero. Un mensaje, también, para los muertos, los secuestrados, los niños de la guerra, las mujeres violadas y arrastradas por el horror y el odio, los albinos perseguidos por la superstición (Francisco se vio con varios de ellos antes de partir hacia Kinshasa), los 'diamantes en bruto' que, en su pluralidad, tienen derecho a ser dueños de su propio destino

El Papa Francisco no es especialmente cinéfilo, pero escuchando el primero de sus mensajes a las autoridades congoleñas nada más aterrizar en África cualquier amante del cine viajará con la mente y el corazón a la Sierra Leona de 1999, donde se ambienta la dura y maravillosa 'Diamante de sangre' (2006), filme nominado a cinco Óscar y con Leonardo Di Caprio, Jennifer Connelly y Djimon Hounsou, que narra el horror, la muerte, la esclavitud y la jauría humana en su estado más puro, todo por conseguir el mayor diamante del mundo en países acosados por la guerra, el hambre y el dominio del hombre blanco.

Precisamente, un hombre 'vestido de blanco' ha sido el encargado de denunciar esta realidad, con toda su crudeza, en "el país donde parece como si toda la tierra respirara": la República Democrática del Congo, "atormentada por la guerra" y "terribles formas de explotación, indignas del hombre y de la creación", al que la violencia le golpea "como un puñetazo en el estómago" hasta casi quedar sin aliento. 

Un Papa que centró en la imagen del diamante sus primeras palabras en su 40 viaje apostólico. Un mineral valioso, pero nada comparable con las personsas. "Ustedes, todos ustedes, son infinitamente más valiosos que cualquier bien que pueda brotar de este suelo fértil". "¡Ánimo, hermano y hermana congoleños! Levántate, vuelve a tomar en tus manos, como un diamante puro, lo que eres, tu dignidad, tu vocación de proteger en armonía y paz la casa que habitas", glosó el pontífice, que en su primera etapa se ha visto acompañado por cientos de miles de personas a lo largo de sus primeros recorridos en papamóvil, donde se ha visto a un pontífice alegre, sin apenas rastros de cansancio por un viaje de casi seis horas.

Diamantes en bruto, que han sido golpeados con saña durante siglos, saqueados, vandalizados y dejados de la mano de Dios, hacia un pasado oscuro, con "diversas formas de explotación" que pasaron del "colonialismo político" de las grandes potencias al "colonialismo económico, igualmente esclavizador". "El veneno de la avaricia ha ensagrentado sus diamantes". Las cursivas son de Bergoglio, que denuncia cómo "el mundo económicamente más avanzado suele cerrar los ojos, los oídos y la boca".

No lo hizo Francisco, quien escuchó, miró y habló, para quien quiera escuchar. Con rotundidad: "No toquen la República Democrática del Congo, no toquen el África. Dejen de asfixiarla, porque África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear". Un mensaje para las multinacionales, para los políticos corruptos, para los eclesiásticos ávidos de poder y dinero. Un mensaje, también, para los muertos, los secuestrados, los niños de la guerra, las mujeres violadas y arrastradas por el horror y el odio, los albinos perseguidos por la superstición (Francisco se vio con varios de ellos antes de partir hacia Kinshasa), los 'diamantes en bruto' que, en su pluralidad, tienen derecho a ser dueños de su propio destino.

"Un diamante que se extrae de la tierra es genuino, pero está en bruto, necesita ser trabajado. Así también los diamantes más valiosos de la tierra congoleña, que son los hijos de esta nación, deben poder contar con oportunidades educativas sólidas, que les permitan aprovechar al máximo los brillantes talentos que poseen", culminó el Papa, destacando la urgencia de investir en educación, porque sin educación no hay libertad. Porque con niños esclavos en las minas, o chicas vulneradas, con la explotación de los más pequeños, no hay futuro. Y Francisco, el 'hombre de blanco', vino a República Democrática del Congo a excavar en los corazones de un pueblo que, sin lugar a dudas, es un diamante en mitad de un África que grita. Y que grita esperanza.

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