Análisis: El 'cónclave' de Francisco con Bonaventure y la Iglesia del futuro 'Los dos Papas' en Sudán del Sur (o 'Dejad que los niños se acerquen a mí')

'Los dos Papas' en Sudán del Sur (o 'Dejad que los niños se acerquen a mí')
'Los dos Papas' en Sudán del Sur (o 'Dejad que los niños se acerquen a mí') Vatican Media

Hacerse como niños, porque si no no entenderemos nada. Es lo que nos viene a decir esta imagen, muy en consonancia con las palabras que el Papa dirigió al clero sursudanés: "No somos los jefes de una tribu, sino pastores compasivos y misericordiosos". Una llamada a comprometerse con el Pueblo, desde dentro, y juntos. Hacerse pequeños para que todos sean grandes

De nuevo, 'dos Papas': uno, anciano pero con la fuerza de un ciclón, arrollando desde la silla de ruedas con la palabra y con el Evangelio. Otro, pequeño, con ojos grandes, atentos, escrutando todo alrededor, serio muy serio, tal vez abrumado por el momento, con su banderita con los colores del Vaticano

La imagen dará la vuelta al mundo (si es que el mundo quiere enterarse de que el Papa Francisco está en Sudán del Sur, que esa es otra historia): un 'joven Papa' (en Congo ya vimos a un 'pequeño cardenal') saludando a al anciano Bergoglio que, en silla de ruedas, respondía al gesto inclinando la cabeza, y acariciando la cara del pequeño. 'Dejad que los niños se acerquen a mí', que dijo el Maestro.

Hacerse como niños, porque si no no entenderemos nada. Es lo que nos viene a decir esta imagen, muy en consonancia con las palabras que el Papa dirigió al clero sursudanés: "No somos los jefes de una tribu, sino pastores compasivos y misericordiosos". Una llamada a comprometerse con el Pueblo, desde dentro, y juntos. Hacerse pequeños para que todos sean grandes.

La imagen se produce apenas un mes después del fallecimiento de Benedicto XVI y cuando, al menos sobre el papel, se han desvanecido las durísimas críticas que comenzó a recibir Francisco tras la muerte de Ratzinger. Tal vez solo sea un respiro antes de volver a tomar aliento, como afirma Marco Politi en una entrevista que en breve publicaremos en estas páginas.

De nuevo, 'dos Papas': uno, anciano pero con la fuerza de un ciclón, arrollando desde la silla de ruedas con la palabra y con el Evangelio. Otro, pequeño, con ojos grandes, atentos, escrutando todo alrededor, serio muy serio, tal vez abrumado por el momento, con su banderita con los colores del Vaticano.

Seguramente el pequeño jamás recuerde, salvo por fotos, este momento, que tiene mucho de ternura y un punto mágico. Curiosamente, se llama Bonaventure: un presagio de buena suerte para el futuro de un país que necesita de la Iglesia para salir adelante. Y para la Iglesia, que puede mirar hacia el mañana, con ojos serios, pero llenos de vida. Carácter no le falta. A ninguno de los 'dos Papas' de Sudán del Sur. 

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