Siempre nos quedará Belén

Hoy nace, nace hoy. Entre escombros, en mitad de una guerra, no importa dónde leas esto. Crispado, polarizado, oculto entre otros niños rotos. Cantando villancicos bajo un árbol hecho de bombas por explotar.

Hoy nace desnudo, con heridas en las manos, traspasado su pecho, con dedos cortados, atrapada bajo un burka, buscando a su madre en el caos de un hospital bombardeado, en la oscuridad de un mar inmenso y sin salvavidas, sin luces a 14 kilómetros del kilómetro cero. Tan lejos, tan cerca.

Hoy nace, con fecha de caducidad, sentenciado por el odio de los que nos resistimos a aprender las lecciones de la Historia, a ver en el otro algo más que una criatura con la que competir, a la que maldecir, contra la que pelear. Un ‘Ellos’ sin un ‘Nosotros’.

Hoy nace, nace hoy. Se llama Jesús, Ahmed, Andrea, Diego. Su nombre es la madre de todas las batallas que en el mundo han sido. Hoy, que no habrá tregua por Navidad. Hoy, que nadie podrá celebrarlo junto al pesebre. Hoy, que no le queda más remedio que nacer en ti, en mí. En tus escombros, en mis guerras, entre amnistías, rosario y contenedores quemados. En tus incoherencias y mis prisas, en mitad de la locura de cada día. Tiene que nacer. Tiene que nacernos.

Hoy, pese a todo, puede nacer. Hazlo posible. Hagamos que vuelva a sonar la zambomba, pintemos la estrella, salgamos a bendecir a los malditos, a los que tienen familias raras, difícil serlo más que José, María y el Dios-niño, a los que no saben que hoy es Navidad. Llévalos hacia el portal de cada día. Porque, mal que nos pese, siempre nos quedará Belén.