El Nuncio sigue removiendo cartas, sin encontrar candidatos y mirando a la Ejecutiva El ascenso de los 'moderados' y la falta de relevo en el Episcopado español

La sala de la Plenaria, vacía
La sala de la Plenaria, vacía

Los obispos están consiguiendo convertir su presencia en España en irrelevante. No existe una política de comunicación, y se producen errores de bulto enormes, como el ocultar los datos de los seminarios o la última nota de la CEE tratando de responder a unas declaraciones de la ministra Ione Belarra y que les ha explotado encima... en la cara de las víctimas de la pederastia

Hace falta más, mucho más. El Papa lo pide, insistentemente, y el Nuncio se esfuerza... pero no encuentra a nadie. ¿Es nuestro país un desierto bergogliano? Cada vez más, da la sensación de que sí

¿Estamos a tiempo? ¿O esperamos a que 'cambien los vientos' de Roma para que no nos cuente tanto disimular?

Ascienden los 'moderados', la generación intermedia, que ya había encontrado hueco preeminente en la nueva Ejecutiva episcopal. Mario Iceta (nombrado para Burgos) y Josep Ángel Saiz Meneses (electo de Sevilla) forman la cabecera de un grupo en el que también se encuentran, Ginés García Beltrán (Getafe) o José María Gil Tamayo (Ávila), sin olvidar al portavoz, Luis Argüello. Por edad, y también en la Ejecutiva, pero como un destacado líder de los conservadores, Jesús Sanz (Oviedo).

Todos sesentones (excepto Iceta, el más joven del grupo), todos llamados a ocupar cargos relevantes después de que acabe el tiempo de 'los cardenales', ya en periodo (o a punto) de renuncia: Blázquez, Cañizares, Osoro y Omella. Entre medias, y en tierra de nadie, Jesús Catalá, a quienes algunos empiezan a mirar con buenos ojos en el Arzobispado castrense.

Candidatos todos en una España en la que el Nuncio sigue removiendo cartas, desvistiendo santos para vestir a otros. Cada vez son más las diócesis en sede vacante... y cada vez más urgente encontrar sacerdotes dispuestos a asumir la responsabilidad episcopal en un tiempo de dudas, muchas dudas, en la asamblea episcopal, que este lunes arranca una nueva Plenaria (otra más), sin definir claramente cuál es su proyecto pastoral. ¿Hay relevo?

Omella se dirige a los obispos
Omella se dirige a los obispos

Errores de bulto, presencia irrelevante

España está azotada por el enfrentamiento, las estrategias a corto plazo, el 'y tú más'... y lamentablemente, el Episcopado español es, cada vez más, hijo de su tiempo. Con la salvedad de que el 'tiempo' de la sociedad cada vez da menos minutos a lo eclesial. Los obispos están consiguiendo convertir su presencia en España en irrelevante. No existe una política de comunicación, y se producen errores de bulto enormes, como el ocultar los datos de los seminarios o la última nota de la CEE tratando de responder a unas declaraciones de la ministra Ione Belarra y que les ha explotado encima... en la cara de las víctimas de la pederastia. Y los escándalos que están por venir.

Porque la Iglesia española no puede depender de los tweets de monseñor Omella, o los diálogos en torno a un libro del cardenal Osoro. Hace falta más, mucho más. El Papa lo pide, insistentemente, y el Nuncio se esfuerza... pero no encuentra a nadie. ¿Es nuestro país un desierto bergogliano? Cada vez más, da la sensación de que sí. O de que, al menos, entre los posibles candidatos a obispo (tal vez habría que revisar las planillas, los requisitos, las personas a las que se pregunta, los vetos que se escuchan, y los que no), es muy complicado encontrar olor a oveja. O ganas de aceptar el reto de pastorear una diócesis que, reconozcámoslo de una vez, ya no resulta una bicoca.

Obispos en la Plenaria

Muy pocos son los que aceptan 'vivir como un obispo' porque ya muy pocos 'viven como un obispo'. Muchos problemas, poca relevancia social y la sensación de pastorear en mitad de una sociedad que no es que no les quiera, sino que no los ve. Porque, salvo contadas -y en buena medida escandalosas- excepciones, los obispos españoles se han vuelto invisibles para la sociedad española.

¿Estamos a tiempo? ¿O esperamos a que 'cambien los vientos' de Roma para que no nos cuente tanto disimular?

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