50 cartas a Dios

Se trata de un libro espectacular, como pocos en los últimos años. Cincuenta personajes, católicos, musulmanes, incluso un budista, pero también no creyentes o personas que perdieron su fe, aderezados de testimonios "desde los márgenes" (prostitutas, inmigrantes, encarcelados...). Escribir a Dios es un ejercicio harto complicado. Muchos lo hemos intentado, sin conseguirlo. A veces es tan difícil explicar cosas al Supremo Hacedor. De entre ellas, recojo un extracto de la carta escrita por el diputado socialista Ramón Jáuregui. Un hombre comprometido, que "perdió" a Dios y, sin embargo, sin buscarlo, lo encuentra en la mirada de muchos, tantos, que dejan su vida y sus energías por los demás. "Te encontré...y sigo sin verte". Un soplo de aire fresco necesario, y una llamada de atención para no dejar nunca de buscar. Cosas que dicen más -o lo mismo, al menos- que una bella encíclica.
"No tengo fe. viví, con la emoción de esa edad una adolescencia y una juventud de entusiasmo religioso. Creía entonces en un Dios de justicia y de igualdad, en una religión generadora de virtudes personales, en un Evangelio como fuente de emancipación humana(...).
Pero poco a poco dejé de creer en Ti (...). Lo que me alejó de Ti fue la política (la política en su estado puro).
Pero nunca dejé de pesar en el cristianismo como referencia moral y compromiso. Respeté sus enseñanzas y reconocí a quienes, desde su fe, proclamaban ideales de justicia y trabajaban honrada y desprendidamente por los demás. Es más, encontré más y mejores socialistas que en mi propia casa en aquellos voluntarios cristianos que, desde un compromiso evangélico profundo y auténtico, ejercían la solidaridad con los parados, con las familias desestructuradas, con los enfermos de sida o con los jóvense que habían fracasado en la escuela. Cristianos jóvenes trabajando por la paz, por el desarrollo del Tercer Mundo, luchando contra la exclusión y educando a quienes más lo necesitaban. Ahí volví a encontrarte.
Te encontré en mis amigos socialistas cristianos o cristianos socialistas, con los que tendí puentes para unir dos conceptos y dos mundos afines y complementarios (...). Te encontré en barrios marginales en forma de múltiples asociaciones que prestan sus brazos al Estado del bienestar y ejercen la solidaridad personal con un sacrificio desconocido en estos tiempos de individualismo y consumismo egoísta.
Te encontré, pero sigo sin verte. Las mismas dudas de entonces (...). Sigo amarrado al realismo de la sociedad que me rodea. Angustiado ante las nuevas necesidades. Motivado por nuevas exigencias desde la misma aspiración de justicia y de cohesión social en la libertad.
No te veo, pero te tengo por un aliado (...). No soy creyente. Lo fui. Ahora soy solo socialista, pero siempre he creido que en el cristianismo hay una profunda raiz de compromiso con la justicia y con la emancipación humana.
Te deseo lo mejor"
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