Análisis: La 'Teología de los cinco dedos' conquista a los jóvenes congoleños El 'mago' Bergoglio y los 'juegos de manos' para un futuro en paz

El 'mago' Bergoglio y los 'juegos de manos' para un futuro en paz
El 'mago' Bergoglio y los 'juegos de manos' para un futuro en paz Vatican Media

El futuro, en miles de manos abiertas al cielo. Manos frágiles, doloridas, manos jóvenes y esperanzadas. Cada mano, imprescindible, incluso las que ya no están, mutiladas, como pudimos ver ayer en el impresionante encuentro con las víctimas de la guerra

"Pregúntate entonces, ¿para qué sirven mis manos?, ¿para construir o para destruir, para dar o para acaparar, para amar o para odiar?"

"Joven que sueñas con un futuro distinto, de tus manos nace el mañana, de tus manos puede llegar la paz que falta en este país"

Cinco "ingredientes para el futuro", que el Papa asoció a los dedos de la mano. Oración (el pulgar); comunidad índice); honestidad (corazón); perdón (anular); la pequeñez (el meñique). El futuro, que no tiene truco, sino solamente manos abiertas

Un futuro de paz, y no de guerra. Es la magia del Evangelio. Juegos de manos, en los que esos cinco dedos empuñen las azadas, y no las pistola, en los que esas manos abracen, y no ahoguen. Que abran puertas, y no cierren muros. Que sólo se cierren para entrelazarse con otras manos, y orar, por un mundo nuevo

"Ahora quisiera pedirles, por unos instantes, no me miren a mí, miren sus manos. Abran las palmas de las manos, mírenlas atentamente". Como un avezado prestidigitador, el Papa Francisco alzó sus manos, y pidió a las casi cien mil almas jóvenes que se agolpaban en el estadio de los Mártires, en Kinshasa, que hicieran lo propio. 'Nada por aquí, nada por allá...' y, de repente, ¡zas!, una nueva imagen que para enmarcar en los anales de este pontificado.

Aunque 'lo del Papa' no era un truco, sino un desafío. "Amigos, Dios ha puesto en sus manos el don de la vida, el futuro de la sociedad y de este gran país". El futuro, en miles de manos abiertas al cielo. Manos frágiles, doloridas, manos jóvenes y esperanzadas. Cada mano, imprescindible, incluso las que ya no están, mutiladas, como pudimos ver ayer en el impresionante encuentro con las víctimas de la guerra. 

El Papa, con los jóvenes de Kinshasa

Un movimiento más, un detalle: "Todas las manos son similares, pero ninguna es igual a la otra; nadie tiene unas manos iguales a las tuyas, por eso eres un tesoro único, irrepetible e incomparable. Nadie en la historia puede sustituirte". ¿Un superpoder? ¿Una maldición? El 'mago' Bergoglio, entonces, lanzó varias preguntas al aire de Kinshasa.

"Pregúntate entonces, ¿para qué sirven mis manos?, ¿para construir o para destruir, para dar o para acaparar, para amar o para odiar?". Y, como en el mejor ilusionismo (aunque esto era realidad, la pura realidad), Francisco prosiguió: "Ves, puedes apretar la mano y cerrarla, y se vuelve un puño; o puedes abrirla y ponerla a disposición de Dios y de los demás".

El 'mago Bergoglio', con casi cien mil almas

"Esta es la decisión fundamental, desde tiempos antiguos, desde Abel, que ofreció con generosidad los frutos de su trabajo, mientras Caín «se abalanzó sobre su hermano y lo mató»". No hay más conejos en la chistera, sólo (nada más y nada menos) que Evangelio. Y una llamada a la responsabilidad. "Joven que sueñas con un futuro distinto, de tus manos nace el mañana, de tus manos puede llegar la paz que falta en este país".

Impresionados, los jóvenes del estadio de los Mártires preguntaban al 'mago': ¿qué es lo que hay que hacer? El 'truco', más bien la propuesta, la 'Teología de los cinco dedos', que conquistó al auditorio, envuelto en la letra, la música y la danza de Bergolio.

Cinco "ingredientes para el futuro", que el Papa asoció a los dedos de la mano. Oración (el pulgar); comunidad índice); honestidad (corazón); perdón (anular); la pequeñez (el meñique). El futuro, que no tiene truco, sino solamente manos abiertas. Un futuro de paz, y no de guerra. Es la magia del Evangelio. Juegos de manos, en los que esos cinco dedos empuñen las azadas, y no las pistola, en los que esas manos abracen, y no ahoguen. Que abran puertas, y no cierren muros. Que sólo se cierren para entrelazarse con otras manos, y orar, por un mundo nuevo.

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