Libro sencillo de leer y súper informativo. Una mirada al pasado. Cultos mistéricos y cristianismo en el mundo griego y romano

La pregunta clave es: ¿Qué verdad hay en las tesis de quienes afirman que la religión cristiana no es más que una burda copia de los cultos de misterio y en concreto del mitraísmo?

Segura Jaubert

Escribe Antonio Piñero

Empiezo hoy unas presentación y breve comentario a un libro que va a interesar, y mucho, a los lectores preocupados por los orígenes del cristianismo. Estoy seguro de que habrán oído mil veces que el cristianismo, en especial el paulino, un modo de judeocristianismo que resultó  triunfante sobre los demás, apenas si hizo otra cosa que copiar burdamente de los cultos o “religiones” de misterio que se conocen en Grecia desde el siglo VII a. C., en especial los de Eleusis. Y también habrán oído que los relatos de la infancia de Jesús, capítulos 1 y 2 de los evangelios de Mateo y de Lucas son una copia, igualmente crasa y fácil, del culto a la divinidad persa Mitra. ¿Es todo esto verdad? Este libro de José Marco Segura Jaubert, de la Universidad de Costa Rica, responde a estas preguntas con una claridad y mezcla de información inusitadas.

El libro, cuyo título es el encabezamiento de esta postal, está publicado por EUNA, Univ. Nacional de Costa Rica en el año pasado 2022. Tiene 232 pp. ISBN 978-9977-65- 639-7. El precio: no consta. Puede adquirirse en la página de la Editorial EUNA: https://www.euna.una.ac.cr/index.php/EUNA/catalog/book/333.

El libro es el producto de una tesis doctoral codirigida por el Prof. Dr. Alberto Bernabé, de la Universidad Complutense, un gran experto, mundial, en el orfismo y temas conexos, y por mí mismo. Por eso lleva un “Prólogo” del Dr. Bernabé y un “Epílogo mío”.

Existe en Internet un debate mío con un judío estudioso de estos temas, cuyo nombre es Irving Gattel. En opinión del autor del libro que presento, el Sr. Gattel sabe menos de los cultos de misterios de lo que afirma, puesto que, en ninguno de ellos se habla estrictamente de la resurrección (resurrección no del alma, que no la necesita, pues es inmortal, sino estrictamente de los cuerpos, como afirma el fariseísmo, y luego el judeocristianismo. En todo caso son algunos de los dioses como Atis, Dioniso u Osiris quienes de alguna forma vuelven a la vida. Propiamente, para los griegos (véase la risa de los filósofos de Atenas cuando Pablo habla con ellos y afirma que les anuncia la resurrección de la “carne” y se mofan de él… = Hechos de Apóstoles 17) no hay por ningún lado resurrección corporal de esa “parte” del ser humano.

Tal resurrección del cuerpo no ocurre con los iniciados de los cultos de misterio, sino, a lo que acceden en todo caso, si cumplen escrupulosamente los ritos, es a una salvación ultraterrena del alma / espíritu: la diferencia aquí con el judaísmo y el judeocristianismo es muy notable. Opina Segura Jaubert que el señor Gattel, y yo lo suscribo, "ve misterios en el cristianismo por todos lados". Para los judíos sobre todo, el cuerpo del ser humano es tan consustancial con la persona humana completa, que si se elimina lo corporal, no hay ser humano, sino una sombra.

Escribo en el Epílogo (p. 223) unas líneas que confirman lo que he dicho al principio de esta postal:

“Después de haber leído este libro, cualquier lector atento tiene –en mi opinión– todos los elementos necesarios y convenientes para responder a las viejas y a veces insidiosas preguntas acerca de la relación de dependencia, e incluso de burda copia, de la que se acusa a las concepciones teológicas de los cristianismos primitivos, y en particular al paulinismo. El motivo de dicha acusación es que el cristianismo, sobre todo paulino, se muestro muy cercano al ambiente misteriosófico (es decir, cercano a la atmósfera de intenso deseo de salvación en un mundo ultraterreno que es el origen de los cultos de misterio) que se encuentra en una buena parte de las religiones paganas del Mediterráneo oriental de los siglos I al III de nuestra era, en los cuales nace y se consolida el cristianismo”.

Seguiremos y utilizaré elementos para la explicación de la importancia del libro de Segura Jaubert tanto del Prólogo de mi colega Alberto Bernabé, como de mi epílogo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

www.antoniopinero.com

Volver arriba