Virtudes públicas en J. Ortega y Gasset

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Virtudes públicas o laicas en José Ortega y Gasset

España y la cultura europea

El optimismo de Ortega respecto la cultura en contraposición a Pío Baroja, como veíamos en un epígrafe anterior, tal vez se debiera a su clarividencia respecto al futuro. Él atisbaba ya que el problema histórico de España iba a resolverse con su inmersión en la cultura europea. Y la historia le ha dado la razón. El problema de España ha sido un problema cultural. En 1908, en que empieza a manifestarse como un jóven intelectual se quejaba en estos términos:

"España no es nada; es una antigua raza berberisca donde hubo algunas mujeres hermosas, algunos hombres bravos y algunos pintores de retina genial. Mas por su alma no han pasado ni Platón, ni Newton, Ni Kant, y con una terquedad incomprensible viene cometiendo, desde hace tres siglos, el gran pecado contra el Espíritu Santo: la incultura, el horror a las ideas y a las teorías" (La conservación de la cultura X, 44).

Ésta era para él la causa de todos sus males: el individualismo con su secuela de particularismos; el predominio de la instintividad, la incompetencia e intransigencia. En fín, todas sus miserias eran consecuencia de su "mermada realidad cultural". Europa, en cambio, representaba la cultura en todas sus manifestaciones expresada en la fe en la razón, que encarnó el racionalismo al comienzo de la edad moderna.

"Europa, decía en el Ateneo de Madrid en 1909, es ciencia antes que nada:¡amigos de mi tiempo: estudiad! Es también sensibilidad moral, pero no de la vieja moral subjetiva de las intenciones, sino de esta otra moral de la acción, menos mística, más precisa, más clara, que antepone las virtudes políticas a las personales porque ha aprendido -Europa es ciencia- que es más fecundo mejorar la ciudad que el individuo" (Los problemas nacionales y la juventud X, 118).

En la conferencia que dió en EL Sitio de Bilbao en 1910 dijo: "La España futura, señores, ha de ser una comunidad, o no será. Un pueblo es una comunión de todos los instantes en el trabajo, en la cultura; un pueblo es un orden de trabajadores y una tarea. Un pueblo es un cuerpo innumerable dotado de una única alma. Democracia. Un pueblo es una escuela de humanidad".

Esta es la tradición que Europa nos propone, por eso el camino que recorreremos será europeización. D. Miguel de Unamuno prefería la africanización española, aunque él por el poder de su espíritu y su densa cultura se nos presenta como uno de los directores de nuestros afanes europeos.

Apenas se empieza a hablar en España de regeneración se comienza a hablar de europeización. Uniendo ambas palabras D. Joaquín Costa labró el escudo de las esperanzas peninsulares. "Su libro Reconstitución y europeización de España ha orientado durante doce años nuestra voluntad, a la vez que en él aprendíamos el estilo político, la sensibilidad histórica y el mejor castellano".

Regeneración es inseparable de europeización; regeneración es el deseo y europeización es el medio de satisfacerlo. Verdaderamente se vió claro desde un principio que España era el problema y Europa la solución (la pedagogía social como programa político I, 521).

A partir de ese momento, escribe Pedro Cerezo, la vocación pública de Ortega como intelectual, quedará marcada por su compromiso en la solución del problema de España. Aquel jóven profesor de filosofía se ha impuesto la tarea de educar y reformar moralmente a los españoles para incorporarlos a la cultura europea. Como ha hecho notar Ferrater Mora, el llamado "problema español" se reduce a un problema de disciplina.

Los españoles tienen que abandonar el sonambulismo o la inconsciencia en que viven y rechazar el "adanismo", que es el error de querer comenzarlo todo de nuevo sin seriedad intelectual, sin continuidad de propósito y sin cooperación. Sólo a base de disciplina, llegará a ser España una "posibilidad europea" (ver cita en nota anterior de P. Cerezo)

Al tratar el tema de las Ideas políticas en El Sol en julio de 1924 dirá una vez más Ortega: "(Educación, cultura! Ahí está todo. Esa es la reforma sustancial. Ramiro de Maeztu ha vuelto a predicar la cruzada contra la incultura. No sé si tendrá mejor fortuna que la han tenido los ensayos anteriores del mismo tipo...Y, sin embargo, cultura, educación serían en España todo, porque lo demás es nada.

La reforma política significa solo un expediente ortopédico...
Debe insistir con denuedo en la formación de esa Liga contra la Incultura. El día en que esta Liga existiese y gozase de plenitud, España estaría salvada. Porque la reforma sustantiva de nuestra nación tiene que ser de nuestra sociedad y no de nuestra política.

Pero hecha esta salvedad, fuera injustificado desdeñar todos los bienes que de una mejor organización del Estado pueden sobrevenir...si al proyectarla se busca hacer de las instituciones un instrumento de incitación, de estímulo a una sociedad que tanto propende a la inercia" (Ideas políticas XI,32, 49).

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