¿QUÉ ATEÍSMO Y QUÉ DIOS?

Sobre el debate entre Albert Chillon y Jesús Martínez Gordo

Amigo Jesús, he aquí un par de nuevas (o viejas, pero en cualquier caso amistosas) notas que me sugiere tu contrarréplica:

  1. Afirmas que tu planteamiento se debe a que tu interlocutor, Albert Chillon, era un ateo de los duros que no aceptaba la existencia de lo “Indecible” o del “Misterio fundante”. Si así fuera, pienso que tu defensa del deísmo y del teísmo sería contraproducente, pues de los múltiples significados del término Dios, creo que los dos que –seguramente con razón– menos plausibles le resultan serían el deísta (“Dios” como Primer Motor que tras la creación del mundo permanece ocioso) y el teísta (“Dios” como Señor omnisciente y omnipotente que sigue rigiendo el mundo según su suprema voluntad).
  2. Ahora bien, Albert Chillon no es, me parece, de esos “ateos” (que a lo mejor, por cierto, solo existen en nuestros prejuicios religiosos). Afirma su fe en la Verdad, la Belleza y la Bondad como último horizonte, vocación, posibilidad y reto ético del ser humano. Y afirma su fe en la esperanza, y ahí funda el sentido de la vida. ¿Queremos mejor reconocimiento del Misterio fundante? Si existiera esa fe profunda, vital –no solo ideológica, abstracta– en todos los que se dicen creyentes, el mundo estaría salvado.
  3. Hay más. Albert Chillon sostiene expresamente que no es “ateo”, sino “ateísta”, es decir, que no niega cualquier imagen de Dios, sino al “Dios” deísta y teísta, a saber, al “Dios” Ente Supremo distinto del mundo, bien se encuentre ocioso desde que lo creó (deísmo) o bien siga interviniendo en él cuando quiere. Me atrevería a decir que una buena parte de los que se dicen ateos niegan justamente la existencia de ese doble “Dios”, también para mí inexistente. Los ateos nos enseñan qué Dios no existe, y es en balde que nos empeñemos en demostrarles que sí existe. Por lo demás, ya lo dijo San Agustín: “Si comprendes, no es Dios”. Dicho de otra forma: si lo entiendes como Ente supremo necesario para explicar el mundo, eso no es Dios, sino una imagen tuya. Postular la existencia de ese “Dios” deísta o teísta necesario para explicar el mundo no me parece, pues, el mejor punto de partida para dialogar con Albert Chillón ni con el ateo más recalcitrante ni con la masa indiferente de nuestra sociedad, pero tampoco con los creyentes que buscan al Dios que desean adorar razonablemente, como diría Teilhard de Chardin.
  4. Y reitero lo ya dicho en mi primera réplica: no me parece correcto argumentar con un concepto de materia que no es la de los físicos de hoy, sean astrofísicos o físicos nucleares. Si en algo están de acuerdo, es que no saben todavía lo que es la materia (y, por lo tanto, el azar y la necesidad). Cuando hablas de “materialismo” y cuando reprochas a ateos y ateístas el que quieran explicar el mundo a base de la “sola materia”, parecería que sí lo sabes, pues solo para quien sabe qué es materia puede tener sentido hablar de lo que es “solo materia” y “más que materia”. Pero, por mucho que sepas, Jesús, creo que tú tampoco sabes todavía lo que es la materia, con lo cual tu reproche cae por su base. Y me pregunto, pues preguntar es libre, si no se podría pensar que el Aliento creador –mera metáfora– que llamamos “Dios” es –más allá de “antes/después” y de “dentro/fuera”– el Fondo o el Corazón eterno de la “santa materia” que también decía Teilhard de Chardin. No hay por qué llamarlo Dios, pero yo lo llamo. Es una forma de decir que no comprendemos la Realidad, pero que, en su fondo real y posible, es verdadera, bella y buena, fiable. Admirémosla y cuidémosla, cuidémonos.

Aizarna, 24 de agosto de 2021

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