"Han caído en la trampa que les ha tendido y han sustituido a Jesús de Nazaret por John Wayne" Trump y los evangélicos fundamentalistas: una alianza contra naturam

Trump enarbola la Biblia
Trump enarbola la Biblia

En el triunfo de Donald Trump sobre Kamala Harris en las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre han jugado un papel fundamental, si no decisivo, los evangélicos fundamentalistas blancos. El 82% de ellos ha apoyado al candidato republicano

Los evangélicos fundamentalistas blancos han elegido a un político homófobo, racista, xenófobo, sexista, machista, antiecologista, belicista, supremacista blanco, imperialista, clasista, autoritario, islamófobo, condenado por la justicia, plutócrata, acosador sexual, constructor de muros, manipulador de la Biblia, referente de la tóxica masculinidad hegemónica, que llegar a justificar la violencia contra las mujeres

En el triunfo de Donald Trump sobre Kamala Harris en las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre han jugado un papel fundamental, si no decisivo, los evangélicos fundamentalistas blancos. El 82% de ellos ha apoyado al candidato republicano. En los lemas de sus gorras de beisbol podía leerse: “Jesús es mi salvador”, “Trump es mi presidente”, “Dios, armas y Trump”. El hecho no constituye novedad alguna porque en las dos elecciones anteriores ya le dieron su apoyo.

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El 3 de enero de 2020 el equipo electoral de Trump creó en Miami la iniciativa “Evangélicos por Trump”, que convocó a 7.000 personas en la Iglesia del Ministerio Internacional del Rey Jesús para lanzar su campaña a la reelección como presidente de los Estados Unidos. Al acto fue invitado Trump por el pastor Guillermo Maldonado, autodenominado “El Apóstol”. Las personas eran en su mayoría inmigrantes, que ovacionaron a Donal Trump cuando se refirió a la muerte del militar iraní Soleimani en Irak, ordenada por él, a la construcción del muro en la frontera con México y a su condena del aborto.   

Los evangélicos fundamentalistas blancos han elegido a un político homófobo, racista, xenófobo, sexista, machista, antiecologista, belicista, supremacista blanco, imperialista, clasista, autoritario, islamófobo, condenado por la justicia, plutócrata, acosador sexual, constructor de muros, manipulador de la Biblia, referente de la tóxica masculinidad hegemónica, que llegar a justificar la violencia contra las mujeres. Han dado su confianza para gobernar los destinos de Estados Unidos durante cuatro años más a un presidente que difunde fake news, se mofa de sus adversarios, agrede a las mujeres, insulta y desprecia a sus compatriotas puertorriqueños, a los hispanos, a los haitianos, a los musulmanes, y anuncia la expulsión masiva de los inmigrantes por considerarlos invasores.  

Imagen de Jesús posando sus manos sobre los hombros de Trump
Imagen de Jesús posando sus manos sobre los hombros de Trump RRSS

Así las cosas, comparto las preguntas que planteaba la escritora estadounidense Kristin Kobes du Metz en su libroJesús y John Wayne. Cómo los evangélicos blancos corrompieron la fe y fracturaron una nación (Capitán Swing, 2022, p. 11) con motivo del apoyo del elevado y decisivo porcentaje de los evangélicos blancos, el 81%, a Trump frente a Hilary Clinton en las elecciones de 2016:

“¿Cómo podían los conservadores [evangélicos] con “valores familiares” apoyar a un hombre que contravenía todos y cada uno de los principios por los que ellos aseguraban regirse? ¿Cómo podía la autoproclamada ‘Mayoría moral’ aupar a un candidato que se regodeaba en la vulgaridad?  ¿Cómo podían los evangélicos que habían convertido el QHJ (‘¿Qué haría Jesús?’) en un fenómeno nacional justificar su respaldo a un hombre que parecía la mismísima antítesis del salvador a quien afirmaban emular?”.

Trump muta los valores del Evangelio

Leía estos días una lúcida reflexión sobre la entrega incondicional del fundamentalismo evangélico a la persona y al programa político, económico y cultural de Trump en la que se afirmaba que el candidato republicano había cambiado el significado de ser evangélico. Y es verdad. Trump ha mutado los valores del evangelio de Jesús de Nazaret por sus contrarios para su propia conveniencia personal y política: el amor por el odio; la humildad por la prepotencia; el perdón por la venganza; la gracia y el don por el precio; la paz por la violencia; la fraternidad-sororidad por la dialéctica amigo-enemigo; el “nos-otros” inclusivo por el “ellos” despectivo y excluyente; la igualdad entre hombres y mujeres por la masculinidad hegemónica y la inferiorización de las mujeres; la hospitalidad para con las personas migrantes por su expulsión masiva; la política de tender puentes entre los pueblos por la construcción de muros; el reconocimiento de la dignidad y los derechos de todos los seres humanos por su negación a las personas no nacidas en Estados Unidos; el cuidado de la naturaleza por su depredación; la sustitución del Jesús de Nazaret de los evangelios, que opta por la gente marginada, por el Cristo guerrero y vengativo, que opta por los ricos y los poderosos; el Evangelio como Buena Noticia de liberación de las personas más vulnerables, los colectivos empobrecidos y los pueblos oprimidos por el anti-evangelio del neoliberalismo, que amplía las brechas de la desigualdad; la teología de la liberación por la teología de la prosperidad; la comunidad igualitaria de hombres y mujeres por una sociedad jerárquica basada en la autoridad patriarcal; el cristianismo liberador, caracterizado por la práctica de la compasión, por el cristoneofascismo, caracterizado por la insolidaridad con las víctimas.

Los fundamentalistas evangélicos blancos han caído en la trampa que les ha tendido Trump y han sustituido a Jesús de Nazaret por John Wayne, a quien han convertido en “icono de la masculinidad cristiana” (Kristin Kobes du Metz) y de la nueva y agresiva masculinidad hegemónica contra las mujeres, totalmente ajena al respeto y el reconocimiento de la dignidad de las mujeres en los evangelios.

Trump
Trump

La alianza de los evangélicos fundamentalistas blancos con Trump y con el partido republicano durante los últimos ocho años resulta la mejor expresión del cristoneofascismo, que es la nueva y más peligrosa forma del teísmo político, la mayor perversión del cristianismo y una alianza contra naturam. Se cumple así el viejo adagio latino: Corruptio optimi pessima (la corrupción de lo mejor se convierte en la peor de las corrupciones).

Si el segundo mandamiento de la ley de Dios pide “no utilizar el nombre de Dios en vano”, a los evangélicos fundamentalistas se les debe exigir no profanar el Evangelio ni utilizar su nombre en vano

El nombre de “evangélicos” con el que se autodesignan los cristianos conservadores y fundamentalistas de Estados Unidos puede dar la impresión de que practican los valores del Evangelio y son seguidores de Jesús de Nazaret. Nada más lejos de la realidad. Para evitar la confusión, deberían cambiarse de nombre. Si el segundo mandamiento de la ley de Dios pide “no utilizar el nombre de Dios en vano”, a los evangélicos fundamentalistas se les debe exigir no profanar el Evangelio ni utilizar su nombre en vano. El cambio de nombre evitaría también confundirlos con la Iglesia Evangélica, que se ubica en el protestantismo histórico y nada tiene de conservadora y fundamentalista.

Para profundizar en las ideas expuestas en este artículo remito a dos de mis recientes obras: Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta, 2024, 2ª ed.) y La Internacional del odio. ¿Cómo se construye? ¿Cómo se deconstruye? (Icaria, 4ª ed.).

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