Deja de lamentarte... y empieza a construir tu vida de nuevo

El pueblo de Israel al ver a los soldados egipcios venir a por ellos quedaron sobrecogidos de miedo y gritaron al Señor.

Dijeron a Moisés:

«¿No había sepulcros en Egipto para que nos hayas traído a morir en el desierto?; ¿Qué nos has hecho sacándonos de Egipto? ¿No te lo decíamos en Egipto: “Déjanos en paz y serviremos a los egipcios; pues más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto”?».

Esta actitud del pueblo de Israel dibuja de manera exacta algo que se repite continuamente en la vida de la mayoría de las personas: instalados en la queja continua, anhelando siempre una vida mejor, unas circunstancias mejores… siempre con el desaliento de que algo no funciona.

Somos capaces de instalarnos en una vida mediocre y atrapada en el pecado o la frivolidad engañados pensando que mejor eso que el riesgo de una vida que desconocemos.

Para la vida de fe esta actitud es uno de los enemigos más voraces porque va enfriando el corazón y la ilusión. La vida de fe hunde sus raíces en la esperanza y no se deja atrapar por las dificultades del camino con la mirada fija en el destino que es la santidad.

Y así contestó Moisés a la queja de su pueblo:

«No temáis; estad firmes, y veréis la victoria que el Señor os va a conceder hoy: esos egipcios que estáis viendo hoy, no los volveréis a ver jamás. El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad tranquilos».
¿Y nosotros?

¿Somos como aquel pueblo desalentado y temeroso que prefiere lo malo conocido que lo bueno por conocer? O confiamos en las palabras de Moisés: No temáis, estad firmes. El Señor peleará por vosotros. Vosotros esperad tranquilos.

La respuesta de la comunidad cristiana a esta pregunta la tenemos en el salmo: “Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria”.

¡Hoy es el primer día de tu vida!
Deja de lamentarte... y empieza a construir tu vida de nuevo... cada mañana es una nueva oportunidad.
Dios sigue esperándote!
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