Que si unos de Kasper y otros de Burke.... SOMOS DE CRISTO

Pues sí, bastante hartito de tanto tirito de aquí para allá… que si unos de Kasper otros de Burke

ìSOMOS DE CRISTO!

Ya en los inicios de la cristiandad Pablo escribía a la comunidad de Corinto:
“Por mi parte, no pude hablarles como a hombres espirituales, sino como a hombres carnales, como a quienes todavía son niños en Cristo.

Los alimenté con leche y no con alimento sólido, porque aún no podían tolerarlo, como tampoco ahora,

ya que siguen siendo carnales. Los celos y discordias que hay entre ustedes, ¿no prueban acaso, que todavía son carnales y se comportan de una manera puramente humana?

Cuando uno dice: «Yo soy de Pablo», y el otro: «Yo de Apolo», ¿acaso no están procediendo como lo haría cualquier hombre?

Después de todo, quién es Apolo, quién es Pablo? Simples servidores, por medio de los cuales ustedes han creído, y cada uno de ellos lo es según lo que ha recibido del Señor.

Yo planté y Apolo regó, pero el que ha hecho crecer es Dios.

Ni el que planta ni el que riega valen algo, sino Dios, que hace crecer.

No hay ninguna diferencia entre el que planta y el que riega; sin embargo, cada uno recibirá su salario de acuerdo con el trabajo que haya realizado.

Porque nosotros somos cooperadores de Dios, y ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios.

Según la gracia que Dios me ha dado, yo puse los cimientos como lo hace un buen arquitecto, y otro edifica encima. Que cada cual se fije bien de qué manera construye.

El fundamento ya está puesto y nadie puede poner otro, porque el fundamento es Jesucristo.”
1 Cor 3. 1-11

Y esta realidad jamás se ha vencido el trabajo del maligno es incansable generando la discordia, confundiendo y enfrentando entre hermanos.

y en la Iglesia ocurre cuando perdemos de vista que la Verdad es Jesucristo. Toda esta tensión que hay entre los que se llaman entre si tradicionalistas y modernistas jamás puede ser obra del Espíritu Santo.

“Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación, impureza y libertinaje, idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. Les vuelvo a repetir que los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios.

Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia…… (y acaba con un rotundo):
No busquemos la vanagloria, provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente
Gálatas 5, 19-26
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