Novena a la Inmaculada. Mi reflexión 6º día
SEXTO DÍA de la novena:
5 de diciembre. Santa María, Esperanza nuestra
En la primera lectura hemos escuchado cómo el profeta Isaías hace un cántico de esperanza en la espera del Mesías… “Sed fuertes, no temáis. ¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y os salvará”.
La venida del Mesías va acompañada por un tiempo de gracia y por signos de salvación… “se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo y cantará la lengua del mudo, porque han brotado aguas en el desierto, y corrientes en la estepa.”
La espera del Señor se caracteriza por el gozo y la alegría, “atrás quedan la aflicción y la pena”.
Y, como hemos dicho en alguna ocasión, la respuesta del salmo responsorial es la respuesta que hace la comunidad cristiana a raíz de la primera lectura….
Isaías nos habla de la esperanza en los tiempos mesiánicos… y los cristianos en este tiempo de adviento afirmamos: “He aquí nuestro Dios; viene en persona y nos salvará.” La comunidad cristiana YA HA CONOCIDO al Mesías esperado por el profeta Isaías y el pueblo judío. En Jesús se cumplen esas promesas y se hace realidad esa esperanza de tiempos nuevos donde todo regresará a una hermosa armonía con el Creador. Así lo vemos en el evangelio cuando Jesús sana un hombre paralítico postrado en una camilla, le restaura desde dentro “tus pecados son perdonados” y le devuelve su dignidad y capacidad de seguir caminando por si mismo.
Cuando el Arcángel Miguel va al encuentro de María, aquella joven de Nazaret… su primer saludo es un “Alégrate”. Ya se hace realidad en ella la esperanza de la que hablaba Isaías… “Llegarán a Sión con cantos de júbilo: alegría sin límite en sus rostros. Los dominan el gozo y la alegría”. Alégrate María porque has hallado gracia a los ojos de Dios… y desde ese encuentro personal con el gozo que viene de lo alto es que María se ve capaz de decir SÍ, aunque no entendía bien, aunque le superaba el proyecto, aunque se sentía chiquita… esa alegría profunda sembrada en su corazón la capacita para fiarse y gestar a Dios mismo en su seno. Porque cuando confiamos en los planes de Dios, cuando nos dejamos llenar de la alegría del Evangelio (Evangeli Gaudium, del papa Francisco)… es cuando Dios puede hacer grandes cosas en nuestras vidas, es cuando los demás podrán contemplar maravillas como les ocurrió a los presentes ante el milagro de Jesús con el paralítico, "El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto maravillas»”.
En la actitud de María también nosotros participamos de esa esperanza en las maravillas que Dios puede hacer en las vidas de quienes, como ella, se abandonan y confían en sus planes.
5 de diciembre. Santa María, Esperanza nuestra
En la primera lectura hemos escuchado cómo el profeta Isaías hace un cántico de esperanza en la espera del Mesías… “Sed fuertes, no temáis. ¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y os salvará”.
La venida del Mesías va acompañada por un tiempo de gracia y por signos de salvación… “se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo y cantará la lengua del mudo, porque han brotado aguas en el desierto, y corrientes en la estepa.”
La espera del Señor se caracteriza por el gozo y la alegría, “atrás quedan la aflicción y la pena”.
Y, como hemos dicho en alguna ocasión, la respuesta del salmo responsorial es la respuesta que hace la comunidad cristiana a raíz de la primera lectura….
Isaías nos habla de la esperanza en los tiempos mesiánicos… y los cristianos en este tiempo de adviento afirmamos: “He aquí nuestro Dios; viene en persona y nos salvará.” La comunidad cristiana YA HA CONOCIDO al Mesías esperado por el profeta Isaías y el pueblo judío. En Jesús se cumplen esas promesas y se hace realidad esa esperanza de tiempos nuevos donde todo regresará a una hermosa armonía con el Creador. Así lo vemos en el evangelio cuando Jesús sana un hombre paralítico postrado en una camilla, le restaura desde dentro “tus pecados son perdonados” y le devuelve su dignidad y capacidad de seguir caminando por si mismo.
Cuando el Arcángel Miguel va al encuentro de María, aquella joven de Nazaret… su primer saludo es un “Alégrate”. Ya se hace realidad en ella la esperanza de la que hablaba Isaías… “Llegarán a Sión con cantos de júbilo: alegría sin límite en sus rostros. Los dominan el gozo y la alegría”. Alégrate María porque has hallado gracia a los ojos de Dios… y desde ese encuentro personal con el gozo que viene de lo alto es que María se ve capaz de decir SÍ, aunque no entendía bien, aunque le superaba el proyecto, aunque se sentía chiquita… esa alegría profunda sembrada en su corazón la capacita para fiarse y gestar a Dios mismo en su seno. Porque cuando confiamos en los planes de Dios, cuando nos dejamos llenar de la alegría del Evangelio (Evangeli Gaudium, del papa Francisco)… es cuando Dios puede hacer grandes cosas en nuestras vidas, es cuando los demás podrán contemplar maravillas como les ocurrió a los presentes ante el milagro de Jesús con el paralítico, "El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto maravillas»”.
En la actitud de María también nosotros participamos de esa esperanza en las maravillas que Dios puede hacer en las vidas de quienes, como ella, se abandonan y confían en sus planes.