El deseo mueve nuestra existencia

Decía Voltaire:


"Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos."

Y qué cierto parece ser que lo que mueve nuestra existencia son los deseos. De aquí la importancia de educar bien el deseo.

El deseo maduro es aquel que nace y crece en el equilibrio entre lo que es bueno, bello, verdadero y conveniente.

Puede ser que en alguna ocasión hayamos deseado cosas que no son buenas... o que no son bellas... o que sabíamos que no era verdadero y hemos utilizado la mentira con el fin de saciar ese deseo... o, incluso, hemos deseado cosas que quizás son buenas, son bellas y hasta son verdaderas.... pero que NO ERAN CONVENIENTES...

La persona madura y equilibrada es la que no se esclaviza a los deseos incontrolados y caprichosos.

Y el discípulo de Jesús sabe además que cuidar los deseos es algo importante... y desear que se haga la voluntad de Dios en nuestra vida es el camino de la beatitud.


Señor, ojalá que mis deseos coincidan con tu voluntad, con lo que Tú tienes pensado para mi... no permitas que persiga sueños absurdos o vanidosos!

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