Un gozo evangélico compartido Jornada mundial de los pobres en Santa Anna

Jornada mundial de los pobres en Santa Anna
Jornada mundial de los pobres en Santa Anna

Poco antes de caer la tarde del 12 de noviembre, un grupo de mujeres, hombres y algún niño, avanzaba por las Ramblas de Barcelona con una pancarta que mostraba la adhesión a los pobres en la Jornada  Mundial

El Obispo Auxiliar Xavier Vilanova al lado de algunos de nuestros acogidos y nosotros con ellos. Ibamos todos a San agustin a celebrar el Encuentro con la Diócesis

Poco antes de caer la tarde del 12 de noviembre, un grupo de mujeres, hombres y algún niño, avanzaba por las Ramblas de Barcelona con una pancarta que mostraba la adhesión a los pobres en la Jornada  Mundial. El Obispo Auxiliar Xavier Vilanova al lado de algunos de nuestros acogidos y nosotros con ellos. Ibamos todos a San agustin a celebrar el Encuentro con la Diócesis . La gente nos miraba-algunos extrañados, otros indiferentes- pero dejándonos paso. No éramos un multitud como en otros casos reivindicativos o de "orgullo" de colectividad. Éramos unos hermanos que buscan más hermanos...

Ese era el final de un jornada inolvidable en donde los protagonistas auténticos eran ellos, los acogidos, con quienes tuvimos una comida de fraternidad en mesas adornadas para el caso como si aquel claustro del siglo XV se convirtiera en un restarurant de primera. 

Jornada de los Pobres en Santa Anna
Jornada de los Pobres en Santa Anna

Y la "sobremesa" con teatro incluido. Las Hermanitas y los Hermanitos del Cordero, con quienes trabajamos tan a gusto, y un buen grupo de acogidos  en aquel momento eran los habitantes de un pueblo de Galilea, siguiendo entusiasmados a Jesús, con sus túnicas, sus tocados y la ilusión de ser actores en un representación del Evangelio de Zaqueo... Una gozada ve bajar a ese cobrador de impuestos del "sicomoro" improvisado, de tener a Jesús por huésped y de repartir sus bienes con alegría... en contraste con el joven rico que se marcha triste porque tiene demasiados bienes.  ¡Cómo lo entienden los nuestros! ¡Cómo vivimos el Evangelio en la sencillez de una representación compartida, cantando a voz en grito a Jesús de Nazaret y compartiendo el gozo de sentirnos hermanos! 

Aquella noche me costó conciliar el sueño porque mi mente estaba llena de imágenes que llenaban mi corazón de aquel gozo compartido.

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