Una oportunidad para que la Iglesia encuentre su lugar y su misión en este mundo Interrogante para el Sínodo: ¿Qué vio Natanael en Jesús?

El apóstol Bartolomé, también llamado Natanael
El apóstol Bartolomé, también llamado Natanael

Lo que vio de Jesús el joven Natanael es ahora referencia histórica y testimonial ineludible: ¿Qué vemos hoy los que afirmamos creer en Dios? La respuesta afecta directamente a la esencialidad de la Iglesia y a la evangelización del mundo actual

En pleno proceso de reflexión y diálogo sobre la esencialidad de la Iglesia la (identidad y misión), acabamos de celebrar la fiesta de San Bartolomé (24 de agosto) uno de los apóstoles de Jesús. El evangelio del díaplanteaba una interesante pregunta a la Iglesia que puede ayudarnos a subrayar la necesidad de que el Sínodo dé un paso adelante y camine firme hacia una verdadera transformación evangélica (de todas y cada una de sus instituciones), único camino para encontrar su lugar y su misión en este mundo.

Encuentro de Natanael con Jesús 

Para afirmar la divinidad de Jesús, el texto de Juan (1, 45-51) juega magistralmente con el lenguaje mitológico de la época recurriendo a las imágenes celestiales, de poder y de gloria propias de los dioses de la antigüedad.

Aparcando este recurso literario, vamos a recorrer paso a paso el itinerario espiritual de éste apóstol de Jesús. De Natanaelsabemos realmente muy poco. Lo que nos lleva a pensar que este itinerario es similar al que pudieron experimentar cada uno de ellos y que, siglos después, bien podría ser punto de referencia para una Iglesia en salida y sinodal.

Un primer momento arranca de un prejuicio sobre Jesús, claramente despectivo y racista y de una actitud arrogante y estática: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. Gente burda, ignorante y poco religiosa era la concepción que se tenía respecto a los habitantes de Nazaret; más si eran pobres y sin apellido, como era precisamente el joven campesino de Nazaret al que iba a conocer.

Fragmento del cuadro sobre la conversión de Natanael, de William Brassey Hole
Fragmento del cuadro sobre la conversión de Natanael, de William Brassey Hole

- Felipe consiguió interesar a Bartolomé para que abandonase su actitud elitista y le acompañase a conocer a Jesús, por el que él personalmente ya sentía una fuerte atracción. Una verdadera amistad es la que le anima a abandonar su indiferencia frente a Jesús, al que juzga sin conocerle y del que desconfía a priori

- En su primer contacto personal con Jesús, el joven Natanael tampoco estuvo muy acertado. Sigue ansioso y desea evidencias: al profundo gesto de acogida y de reconocimiento que el ciudadano de Nazaret le brinda nada más verle: “Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quién no hay engaño”, el desconfiado Natanael responde con cierta arrogancia: “¿De qué me conoces tú?”. Jesús no improvisa sus encuentros ni sus palabras y le contesta directamente, sin rodeos: Antes de que Felipe te llamara ¡te ví! Con estas palabras de Jesús el relato subraya que, es Jesús quien da el primer paso. Unas palabras de aceptación, sin reproche alguno, bastaron a Jesús para transformar radicalmente la actitud de aquel joven arrogante y elitista.

 La generosa acogida de Jesús

- La generosa acogida de Jesús llevó a Natanael hasta la confesión de fe: “¡Tú eres el Hijo de Dios ¡Tú eres el Rey de Israel!”. De un plumazo desaparecen los prejuicios, la ansiedad y la desconfianza de la persona que, en lo más profundo de su ser, busca y encuentra, en quien depositar sus anhelos y sus miedos, el sentido de su existencia, su misión en la vida y la fe sincera.

- Por su parte la confesión de Natanael indica la profunda transformación personal: el joven convencido de que de Nazaret nada bueno podrá llegar, inicia una amistad con Jesús, que irá uniéndole profundamente a Él y a su Buena Nueva de liberación. 

- El relato concluye con una promesa más grande y sorprendente: “¡Has de ver cosas mayores! En verdad os digo: veréis el cielo abierto y los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

¿Que vió Natanael en Jesús?

Sin extendernos demasiado podemos detenernos en algunas de esas “cosas mayores” que hizo Jesús, y que “vieron y oyeron” Natanael y cada uno de sus discípulos.

1.- Le vio ensalzar y defender a los humildes (Lucas 1, 52).

 Natanael vio en Jesús una nueva forma de tratar y convivir con los pecadores, los excluidos y los impuros... Lo hacía de forma natural y espontánea, pero también con la firmeza que solo Dios puede tener cuando se trataba de liberar a su pueblo de la opresión.

"Por ellas se saltó tradiciones y desobedeció leyes sagradas que las despreciaban. Por ellas se dejó corregir y por ellas puso en peligro su credibilidad, su fama y su integridad física"

- Le vio actuar así con las mujeres. Por ellas se saltó tradiciones y desobedeció leyes sagradas que las despreciaban. Por ellas se dejó corregir y por ellas puso en peligro su credibilidad, su fama y su integridad física: en más de una ocasión, se dejó acariciar por prostitutas, conversó largamente con extranjeras y creyentes de otras religiones. Muchas de ellas se sentaban como discípulas a escuchar sus sermones y parábolas. Le vio liberando a otras muchas (solteras, casadas y viudas) de la culpa, la impureza y el desprecio que les imponía la religión y el culto, siempre controlado y ejecutado por los varones.

- Le vio deteniendo la violencia de los maltratadores hipócritas, en una ocasión en la que estos pretendían apedrear a una joven sorprendida en adulterio, jaleados seguramente por el que había estado con ella en el mismo lecho. Mucho le debió sorprender verle también escuchar a una extranjera que insistió hasta conseguir que Jesús mismo (el maestro) corrigiera su propia concepción nacionalista y exclusiva de la Salvación.

2.- Le vio desbaratar los planes de los soberbios  y derribar del trono a los poderosos (Lucas 1, 51-52).

Repasemos únicamente algunas de esas “obras grandes” que María canta en el Magníficat, y que Natanael vio con sus propios ojos. Sucedieron “la última semana” de la vida del nazareno por aquellas tierras. Obras grandes en las que ponían de manifiesto su interioridad más divina y sagrada.

- Vio como para despedirse les reunió en la gran fiesta de la Pascua, en torno a la mesa donde celebró su última cena con ellos. Allí reveló, sorprendentemente, su identidad más profunda: se ciñó la toalla –como hacían los esclavos-, se arrodilló, les lavó los pies a todos y les dijo: ¡Haced vosotros lo mismo!

- En la misma cena, hizo un gesto que ninguno de los presentes olvidaría jamás: tomó un poco de pan, lo partió, lo repartió entre ellos y les dijo “este soy yo, ¡comed”; y lo mismo hizo con el vino y les dijo: haced esto vosotros, con vuestra vida, entregarlaen memoria mía, así permaneceré en vosotros para siempre.

Icono del apóstol Bartolomé
Icono del apóstol Bartolomé

- Casi sin terminar de cenar le vio enfrentarse, sin ningún miedo, sin violencia, con la mayor dignidad que un hombre puede enfrentarse a quienes desprecian la vida de los que son verdaderamente libres. Y allí comprendió Natanael y los demás discípulos que no hay amor más grande, ni ley, ni religión mayor que “dar la vida por los hermanos”. 

- Después, Natanael supo algo (que no pudo ver), pero que llenó su corazón de fe y fortaleza. Supo que se había mantenido firme ante las amenazas del Sanedrín, hasta el punto de sacar de sus casillas al mismísimo Sumo Sacerdote que, “rasgándose las vestiduras”, le condenó a muerte, en nombre del mismísimo Dios Altísimo. Supo, también, que después de ser torturado brutalmente, sacó fuerzas para mantenerse en pie ante el rey Herodes y que, finalmente, dejó sin palabras y tembloroso al temido gobernador del César.

Natanael no vio jamás al Dios todopoderoso y eterno, encumbrado en las nubes rodeado de ángeles subiendo y bajando con trompetas atronadoras. Ni lo vio él ni nadie. Jesús vino a esta tierra, desde otro Olimpo; y vino para realizar obras auténticas, liberadoras y profundamente humanas, que son al mismo tiempo las más divinas.

Encuentro del Sínodo con Jesús

Lo que vio de Jesús el joven Natanael es ahora referencia histórica y testimonial ineludible: ¿Qué vemos hoy los que afirmamos creer en Dios? La respuesta afecta directamente a la esencialidad de la Iglesia y a la evangelización del mundo actual.

Es la Iglesia la que debe prestar atención al grito profundo de sus anhelos y de su precariedad en la búsqueda de sentido y felicidad, sin condenar sus amores, ni sus errores

La respuesta a este interrogante nos obliga, en primer lugar, a escuchar. Aunque, en la reciente celebración de la JMJ, que fue el Papa el que invitaba a los jóvenes a gritar: ¡Todos, todos, todos, en la Iglesia cabemos todos!, en realidad debería ser al revés, son los jóvenes los que necesitan ser escuchados por el Papa y por toda la Iglesia. Necesitan ser, sin “prejuicios”. Es la Iglesia la que debe prestar atención al grito profundo de sus anhelos y de su precariedad en la búsqueda de sentido y felicidad, sin condenar sus amores, ni sus errores.

El Sínodo nos brinda una oportunidad única para buscar y hallar el lenguaje que pronunciamos o escribimos y muy especialmente el modus vivendi (lenguaje) más adecuado para mirar, acoger y acompañar a los jóvenes y a la sociedad en su conjunto, como Jesús los mira y acoge, sin dogmatismos, sin imposiciones y con profundo respeto.  

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