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"¡Qué bueno es alabar a Dios cada día, y también a los demás!"
Día de la Asunción en un soleado 'ferragosto' en Roma. Ante una multitud, el Papa Francisco trazó los dos "secretos" de la vida de Jesús y de María: "el servicio y la alabanza". "María sube y la Palabra de Dios nos revela lo que la caracteriza mientras sube: el servicio al prójimo y la alabanza a Dios", explicó, en un día en el que tuvo palabras contra la guerra: "Hoy confiamos a la Virgen las súplicas por la paz: en Ucrania y en todas las regiones laceradas por la guerra, que son tantas, por desgracia... El derecho de la fuerza prevalece sobre el derecho de la paz, pero no nos desanimemos. Recemos para que el Dios de la historia nos escuche.
"Jesús y María -apuntó el Papa- recorren el mismo camino: dos vidas que suben hacia lo alto, glorificando a Dios y sirviendo a los hermanos; dos vidas que vencen a la muerte y resucitan; dos vidas cuyos secretos son el servicio y la alabanza. Detengámonos en estos dos aspectos".
En primer lugar, "el servicio". "Cuando nos agachamos para servir a nuestros hermanos y hermanas es cuando subimos: es el amor lo que eleva la vida", recalcó el Papa, quien admitió que "servir no es fácil". "¡Ayudar tiene su precio! También nosotros lo experimentamos, en el cansancio, la paciencia y las preocupaciones que conlleva el cuidado de los demás".
"Pensemos, por ejemplo, en los kilómetros que muchas personas recorren cada día para ir y volver del trabajo y realizar muchas tareas en favor del prójimo; pensemos en los sacrificios de tiempo y de sueño para cuidar a un niño o a un anciano; y en el compromiso de servir a los que no tienen nada que devolver, tanto en la Iglesia como en el voluntariado. Es fatigoso, pero es subir hacia lo alto, ¡es ganar el Cielo!", subrayó.
"Pero el servicio corre el riesgo de ser estéril sin la alabanza a Dios", añadió el Papa. El ejemplo de María subiendo a ver a su prima, alagando al Señor, nos lo muestra. "No habla de su cansancio por el viaje, sino que de su corazón brota un canto de júbilo. Porque quien ama a Dios sabe alabar".
Y porque "la alabanza aumenta la alegría". "La alabanza es como una escalera: eleva los corazones. La alabanza levanta el ánimo y vence la tentación de caer. Los chismosos no saben alabar. ¡Qué bueno es alabar a Dios cada día, y también a los demás! ¡Qué bueno es vivir de gratitud y bendición en lugar de lamentaciones y quejas, mirar hacia lo alto en lugar de enfadarse!", recalcó Bergoglio. "Hay gente que se lamenta todos los días", improvisó Bergoglio.
Servicio y alabanza. "Tratemos de preguntarnos al respecto: ¿vivo mi trabajo y mis ocupaciones cotidianas con espíritu de servicio? ¿Me dedico a alguien gratuitamente, sin buscar beneficios inmediatos? En definitiva, ¿hago del servicio el "trampolín" de mi vida?" "¿Rezo bendiciendo al Señor? Y, después de alabarlo, ¿contagio su alegría entre las personas que encuentro?".
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