Los fieles regresan a la plaza de San Pedro tras el levantamiento de las restricciones en Italia "Cercanía, ternura y compasión": Francisco desvela el 'programa' de Jesús en tiempos de coronavirus

Bendición del Papa entre la lluvia
Bendición del Papa entre la lluvia

"El poder sanador de Jesús no encuentra ninguna resistencia (...). Desde el principio, Jesús muestra su predilección por las personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu: es la predilección del Padre"

"Jesús no quiere a sus discípulos no sólo espectadores de su misión: les ha involucrado, les ha enviado, les ha dado también a ellos el poder de sanar a los enfermos y de expulsar demonios"

"Deseo asegurar mi cercanía espiritual, mi solidaridad al pueblo de Myanmar, y rezo por todos los que tienen responsabilidad en el país, para que se pongan con sincera responsabilidad al servicio del bien común, promoviendo la justicia social y la estabilidad nacional (...). Oremos por Myanmar"

Francisco aboga por los menores no acompañados, pide acabar con el "invierno demográfico" en Italia, y lamenta el "tráfico indigno" que hace de hombres y mujeres "mercancía"

El Papa reivindica "la cercanía, la ternura, la compasión", especialmente en estos tiempos de pandemia.  "La única forma lícita de mirar de arriba a abajo a una persona es cuando te agachas a levantarla"

"Buenos días, hermanos y hermanas. ¡Otro día aquí en la plaza!". Después de casi dos meses, regresaron los fieles a la plaza de San Pedro, a consecuencia del relajamiento de las restricciones en Italia y el Estado vaticano. Fueron pocos, pero entregados, y el Papa Francisco les quiso agradecer el esfuerzo, y la presencia, durante un Angelus en el que la lluvia y el viento se hicieron fuertes en la mayor plaza de la Cristiandad. "Las religiosas españolas, que están siempre aquí, con el sol o con la lluvia", bromeó, agradecido.

En sus palabras, Bergoglio reflexionó sobre la sanación de la suegra de Pedro, “la primera sanación física contada por Marcos”, un acto con “mucha dulzura” que “no encuentra ninguna resistencia”. Así cura Jesús. Aunque fuera en sábado, y la ley judía prohibía curar en sábado.

“Desde el principio, Jesús muestra su predilección por las personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu: es la predilección del Padre, que Él encarna y manifiesta con obras y palabras”, afirmó el Papa, quien colocó la vista en los discípulos. “Jesús no les ha querido solo espectadores de su misión: les han involucrado, les ha enviado, les ha dado también a ellos el poder de sanar a los enfermos y de expulsar demonios”, algo que “ha proseguido sin interrupción en la vida de la Iglesia, hasta hoy”.

Unas religiosas saludan al Papa en San Pedro
Unas religiosas saludan al Papa en San Pedro

Porque “cuidar de los enfermos de todo tipo no es para la Iglesia una ‘actividad opcional’, algo accesorio, no, forma parte integrante de su misión, como lo era la de Jesús: llevar la ternura de Dios a la humanidad sufriente”, sostuvo el Papa, recordando que este jueves la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo, en plena pandemia del coronavirus, que “hace particularmente actual este mensaje”.

“¿Por qué?”, preguntas sobre el sufrimiento, desde Job hasta hoy. “Jesús -explicó Francisco- responde no con una explicación, sino con una presencia de amor que se inclina”. “El Hijo de Dios manifiesta su Señorío no ‘de arriba hacia abajo’, no a distancia, sino en la cercanía, en la ternura, en la compasión”. "La única forma lícita de mirar de arriba a abajo a una persona es cuando te agachas a levantarla", añadió.

Decenas de fieles acompañaron, de nuevo, al Papa en el Angelus
Decenas de fieles acompañaron, de nuevo, al Papa en el Angelus

"Justicia social y estabilidad" en Myanmar

Tras el Angelus, el Papa mostró su "viva preocupación" ante la situación vivida en Myanmar, "país que llevo en el corazón con mucho afecto" desde su visita en 2017. "Deseo asegurar mi cercanía espiritual, mi solidaridad al pueblo de Myanmar, y rezo por todos los que tienen responsabilidad en el país, para que se pongan con sincera responsabilidad al servicio del bien común, promoviendo la justicia social y la estabilidad nacional (...). Oremos por Myanmar".

También deseó ayuda a los "menores no acompañados. Existen decenas de niños solos, sin las familias, y expuestos a muchos peligros", recalcó el Pontífice, recordando a los MENAs en la ruta balcánica. "Existen muchos en otras rutas. Que a estas criaturas indefensas no les hagan falta los cauces humanitarios internacionales".

Los fieles siguen al Papa
Los fieles siguen al Papa

Invierno demográfico en Italia

Finalmente, recordó la jornada italiana por la vida. En estes sentido, Francisco se unió a los obispos italianos para recordar que "la libertad es un don para alcanzar el bien propio y el de los demás, a partir del bien priario de la vida". "Nuestra sociedad tiene que ser ayudada a cuidar a todos de los atentados conta la vida". El Papa gregó una preocupación particular: "El invierno demográfico italiano. En Italia los nacimientos han decaído, y el futuro está en peligro. Tomemos esta preocupación y busquemos que este invierno demográfico termine y pueda florecer una nueva primavera de niños y niñas".

Bergoglio también recordó la celebración, mañana, de la Jornada de Oración contra la Trata de Personas. "Este año el objetivo es trabajar por una economía que no favorezca, directa ni indirectamente, el tráfico indigno, que no haga del hombre y de la mujer una mercancía, sino siempre el fin de servicio". 

Palabras del Papa antes del rezo del Angelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

El Evangelio de hoy (cfr Mc 1,29-39) presenta la sanación, por parte de Jesús, de la suegra de  Pedro y después de tantos otros enfermos y sufrientes que se agolpaban junto a Él. La de la suegra de  Pedro es la primera sanación física contada por Marcos: la mujer se encontraba en la cama con fiebre; la  actitud y el gesto de Jesús con ella son emblemáticos: «Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó» (v.  31), señala el Evangelista. Hay mucha dulzura en este sencillo acto, que parece casi natural: «La fiebre la  dejó y ella se puso a servirles» (ibid.). El poder sanador de Jesús no encuentra ninguna resistencia; y la  persona sanada retoma su vida normal, pensando enseguida en los otros y no en sí misma - y esto es  significativo, ¡es signo de verdadera salud! 

Ese día era un sábado. La gente del pueblo esperaba el anochecer y después, terminada la  obligación del descanso, sale y lleva donde Jesús a todos los enfermos y los endemoniados. Y Él les sana,  pero prohíbe a los demonios revelar que es el Cristo (cfr vv. 32-34). Desde el principio, por tanto, Jesús  muestra su predilección por las personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu: es la predilección del  Padre, que Él encarna y manifiesta con obras y palabras. Sus discípulos han sido testigos oculares. Pero 

Jesús no les ha querido solo espectadores de su misión: les han involucrado, les ha enviado, les ha dado  también a ellos el poder de sanar a los enfermos y de expulsar demonios (cfr Mt 10,1; Mc 6,7). Y esto ha  proseguido sin interrupción en la vida de la Iglesia, hasta hoy. Cuidar de los enfermos de todo tipo no es  para la Iglesia una “actividad opcional”, algo accesorio, no, forma parte integrante de su misión, como lo  era la de Jesús: llevar la ternura de Dios a la humanidad sufriente. Nos lo recordará dentro de pocos días,  el 11 de febrero, la Jornada Mundial del Enfermo, instituida por San Juan Pablo II, el cual ha donado a la  Iglesia también la Carta Apostólica Salvifici doloris sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano (11  de febrero 1984). 

La realidad que estamos viviendo en todo el mundo a causa de la pandemia hace particularmente  actual este mensaje. La voz de Job, que resuena en la Liturgia de hoy, una vez más se hace intérprete de  nuestra condición humana, tan alta en la dignidad y al mismo tiempo tan frágil. Frente a esta realidad,  siempre surge en el corazón la pregunta: “¿por qué?”.  

Jesús, Verbo Encarnado, responde a este interrogante no con una explicación, sino con una  presencia de amor que se inclina, que toma de la mano y hace levantarse, como hizo con la suegra de  Pedro (cfr Mc 1,31). El Hijo de Dios manifiesta su Señorío no “de arriba hacia abajo”, no a distancia, sino  en la cercanía, en la ternura, en la compasión. Y el Evangelio de hoy nos recuerda también que esta  compasión tiene sus raíces en la íntima relación con el Padre: antes del alba y después del anochecer,  Jesús se apartaba y permanecía solo para rezar (v. 35). De allí sacaba la fuerza para cumplir su ministerio,  predicando y sanando. 

Que la Virgen Santa nos ayude a dejarnos sanar por Jesús - siempre lo necesitamos, todos - para  poder ser a su vez testigos de la ternura sanadora de Dios.  

El Papa volvió a saludar desde el balcón de San Pedro
El Papa volvió a saludar desde el balcón de San Pedro

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