"Para Pedro y los otros discípulos - ¡pero también para nosotros! - la cruz es un 'escándalo', mientras que Jesús considera 'escándalo' el huir de la cruz, que sería como eludir la voluntad del Padre, a la misión que Él le ha encomendado para nuestra salvación"

"La cruz es signo santo del Amor de Dios y del Sacrificio de Jesús, y no debe ser reducida a objeto supersticioso o joya ornamental"

"Sigo con preocupación la situación del Mediterráneo Oriental, asediada por diferentes focos de inestabilidad. Hago un llamamiento al diálogo constructivo y al respeto de la legalidad internacional, para resolver al conflicto, los conflictos que amenazan la paz de los pueblos de esta región". Francisco hizo referencia, sin citarlas, a las polémicas entre Turquía y Grecia, durante el Angelus de este domingo

Mediodía nublado en Roma (incluso cayeron algunas gotas), lo que no impidió que centenares de fieles (cada vez más, pese al coronavirus) se dieran cita en la plaza de San Pedro, para acompañar en la distancia al Papa Francisco. Desde este miércoles, Francisco podrá volver a tener cerca a los fieles. Hoy se notó su presencia. Con muchas banderas, que el Papa citó al final: Italia, Brasil, Mozambique, México, Polonia, "y también argentinas".

"Que la Virgen María, unida a su Hijo hasta el calvario, nos ayude a no retroceder frente a las pruebas y a
los sufrimientos que el testimonio del Evangelio conlleva". En su reflexión previa al rezo, Francisco relata el preanuncio del sufrimiento de Jesús, y la falta de comprensión de los discípulos. En el fondo, apuntó el Papa, la actitud de Pedro, como la nuestra es la de "una fe todavía inmadura y demasiado unida a la mentalidad de este mundo". 

Muchos más fieles en la plaza de San Pedro
Muchos más fieles en la plaza de San Pedro

"Pedro cree en Jesús, pero no acepta que su gloria pase a través de la pasión. Para Pedro y los otros discípulos - ¡pero también para nosotros! - la cruz es un 'escándalo', mientras que Jesús considera 'escándalo' el huir de la cruz, que sería como eludir la voluntad del Padre, a la misión que Él le ha encomendado para nuestra salvación", destacó el Papa.

Cargar con la cruz, y seguirle

Por esto Jesús responde a Pedro: "¡Aléjate de mí, Satanás! Eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son como los de Dios, sino como los de los hombres". Al momento, se dirige a sus discípulos diciéndoles "Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga".

"En los momentos en que nos llega la cruz, nos alejamos. Vemos al diablo que nos aleja de Jesús", subrayó el Pontífice.

"De este modo, Él indica el camino del verdadero discípulo", señaló Bergoglio, apuntando dos actitudes. La primera, "renunciar a sí mismos", que no significa un cambio superficial, sino una conversión, una inversión de valores".

La segunda, "tomar la cruz". "No se trata solo de soportar con paciencia las tribulaciones cotidianas, sino de llevar con fe y responsabilidad esta parte de cansancio y de sufrimiento que la lucha contra el mal conlleva", insistió.

"La vida del cristiano siempre es una lucha, como una milicia, hay que luchar contra el mal", añadió. Por eso, tomar la cruz "se convierte en participación con Cristo en la salvación del mundo. Pensando en esto, hacemos que la cruz colgada en la pared de casa, o esa pequeña que llevamos al cuello, sea signo de nuestro deseo de unirnos a Cristo en el servir con amor a los hermanos, especialmente a los más pequeños y frágiles".

Fieles siguen al Papa en el Angelus
Fieles siguen al Papa en el Angelus

"La cruz es signo santo del Amor de Dios y del Sacrificio de Jesús, y no debe ser reducida a objeto supersticioso o joya ornamental", denunció el Papa, quien animó a que "cada vez que fijamos la mirada en la imagen de Cristo crucificado, pensamos que Él, como verdadero Siervo del Señor, ha cumplido su misión dando la vida, derramando su sangre para la remisión de los pecados".

"Como consecuencia, si queremos ser sus discípulos, estamos llamados a imitarlo, gastando sin reservas nuestra vida por amor de Dios y del prójimo", finalizó.

El Papa, desde su ventana
El Papa, desde su ventana

Tras el Angelus, Bergoglio recordó que el próximo lunes arrancará el Tiempo de la Creación, un "Jubileo de la Tierra, durante todo un mes. 

Palabras del Papa antes del rezo del Angelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El pasaje evangélico de hoy (cfr Mt 16, 21-27) está unido al del domingo pasado (cfr Mt 16, 13-
20). Después de que Pedro, en nombre también de los otros discípulos, ha profesado la fe en Jesús como
Mesías e Hijo de Dios, Jesús mismo empieza a hablar de su pasión. A lo largo del camino hacia Jerusalén,
explica abiertamente a sus amigos lo que le espera al final en la ciudad santa: preannuncia su misterio de
muerte y de resurrección, de humillación y de gloria. Dice que deberá «sufrir mucho por causa de los
ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley; que lo matarían y al tercer día resucitaría»
(Mt 16, 21). Pero sus palabras no son comprendidas, porque los discípulos tienen una fe todavía inmadura
y demasiado unida a la mentalidad de este mundo (cfr Rm 12, 2).
Frente a la perspectiva de que Jesús pueda fracasar y morir en la cruz, el mismo Pedro se rebela y le
dice: «Dios no lo quiera, Señor; no te ocurrirá eso» (v. 22). Cree en Jesús, le quiere seguir, pero no acepta
que su gloria pase a través de la pasión. Para Pedro y los otros discípulos - ¡pero también para nosotros! -
la cruz es un “escándalo”, mientras que Jesús considera “escándalo” el huir de la cruz, que sería como
eludir la voluntad del Padre, a la misión que Él le ha encomendado para nuestra salvación. Por esto Jesús
responde a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no
son como los de Dios, sino como los de los hombres» (v. 23).
Dirigiéndose después a todos, Jesús añade: «Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí
mismo, cargue con su cruz, y me siga» (v. 24). De este modo Él indica el camino del verdadero discípulo,
mostrando dos actitudes. La primera es «renunciar a sí mismos», que no significa un cambio superficial,
sino una conversión, una inversión de valores. La otra actitud es la de tomar la cruz. No se trata solo de
soportar con paciencia las tribulaciones cotidianas, sino de llevar con fe y responsabilidad esta parte de
cansancio y de sufrimiento que la lucha contra el mal conlleva.
Así el compromiso de “tomar la cruz” se convierte en participación con Cristo en la salvación del
mundo. Pensando en esto, hacemos que la cruz colgada en la pared de casa, o esa pequeña que llevamos
al cuello, sea signo de nuestro deseo de unirnos a Cristo en el servir con amor a los hermanos,
especialmente a los más pequeños y frágiles. La cruz es signo santo del Amor de Dios y del Sacrificio de
Jesús, y no debe ser reducida a objeto supersticioso o joya ornamental. Cada vez que fijamos la mirada en
la imagen de Cristo crucificado, pensamos que Él, como verdadero Siervo del Señor, ha cumplido su
misión dando la vida, derramando su sangre para la remisión de los pecados. Como consecuencia, si
queremos ser sus discípulos, estamos llamados a imitarlo, gastando sin reservas nuestra vida por amor de
Dios y del prójimo.
La Virgen María, unida a su Hijo hasta el calvario, nos ayude a no retroceder frente a las pruebas y a
los sufrimientos que el testimonio del Evangelio conlleva.

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