"No tengan miedo de los que pueden matar el cuerpo, no pueden matar el alma" Francisco: "¡Cuántos cristianos son perseguidos aún hoy en día en todo el mundo! Son mártires de nuestros días"

Fieles en la plaza de San Pedro
Fieles en la plaza de San Pedro

"La crisis que ha provocado el coronavirus ha puesto en relieve la necesidad de asegurar la protección necesaria también a las personas refugiadas, para así garantizar su dignidad y seguridad"

Bergoglio reflexionó sobre el "discurso misionero" de Jesús a sus discípulos, con "tres situaciones concretas" a las que se enfrentarán. "Son como las tres tentaciones: aguar el evangelio, la persecución y la sensación de que Dios nos ha dejado"

"¡Cuántos cristianos son perseguidos aún hoy en día en todo el mundo! Si sufren por el Evangelio y con amor, son los mártires de nuestro día". El Papa Francisco rindió homenaje a los millones de seguidores de Jesús perseguidos hoy, por su fe, en distintos rincones del planeta, durante el rezo del Angelus. 

Acompañado de varios centenares de fieles que, poco a poco, van regresando a la plaza de San Pedro (varios, incluso, con banderas argentinas), Bergoglio reflexionó sobre el "discurso misionero" de Jesús a sus discípulos, con "tres situaciones concretas" a las que se enfrentarán. "Son como las tres tentaciones: aguar el evangelio, la persecución y la sensación de que Dios nos ha dejado"

Anunciar el Evangelio "desde las azoteas"

En primer lugar, "la hostilidad de los que quieren silenciar la Palabra de Dios, edulcorándola o silenciando a los que la anuncian". Por eso, "por el momento", lo han "transmitido con cautela, casi en secreto". "Pero tendrán que llevar “a la luz”, es decir, abiertamente, y anunciar “desde las azoteas”, esto es, públicamente, su Evangelio".

Cada vez más fieles en la plaza de San Pedro
Cada vez más fieles en la plaza de San Pedro

En segundo término, los misioneros encontrarán "la amenaza física en su contra, la persecución directa, hasta el punto de que los maten". Una realidad "dolorosa" que se ha cumplido en todos los momentos en la historia, y que hoy "son más mártires que en los primeros tiempos".

"No tengan miedo de los que pueden matar el cuerpo, no pueden matar el alma", recalcó Bergoglio. "No pueden hacer nada contra la comunión con Dios". "Nadie puede quitársela a los discípulos, es un regalo de Dios".

Finalmente, "el sentimiento de que el mismo Dios los ha abandonado, permaneciendo distante y en silencio". "También en este caso nos exhorta a no tener miedo, porque, aunque pasemos por estos y otros escollos, la vida de los discípulos está firmemente en manos de Dios, que nos ama y nos cuida", añadió Bergoglio. "Es una certeza precisa que el Señor nos invita a renovar nuestro viaje cada día y en todo momento. El Padre nos cuida porque nuestro valor es grande a sus ojos".

Francisco saluda a los fieles desde el balcón
Francisco saluda a los fieles desde el balcón

Refugiados y coronavirus

Tras el rezo del Angelus, Francisco recordó que ayer se celebró el Día Mundial de los Refugiados. "La crisis que ha provocado el coronavirus ha puesto en relieve la necesidad de asegurar la protección necesaria también a las personas refugiadas, para así garantizar su dignidad y seguridad", apuntó, invitando a trabajar "a favor de la protección efectiva de cada ser humano, en particular los que se han visto obligados a huir debido a situaciones de grave peligro para ellos o sus familias". 

También, habló sobre cómo "la cuarentena ha reducido la contaminación y ha redescubierto la belleza de muchos lugares libres de tráfico y ruido". Ahora, "con la reanudación de las actividades, todos deberíamos ser más responsables de cuidar el hogar común", insistió, recordando la festividad del jesuita san Luis Gonzaga, que "murió muy joven porque se ocupó de las víctimas de la peste".

Francisco quiso felicitar "a todos los papás", hoy que se celebra este día en muchos países, entre ellos Argentina. "Recemos por ellos". 

Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

El Evangelio de este domingo (cf. Mateo 10, 26-33) recoge la invitación que Jesús dirige a sus discípulos a no tener miedo, a ser fuertes y confiados ante los desafíos de la vida, advirtiéndoles de las adversidades que les esperan. El pasaje de hoy forma parte del discurso misionero con el que el Maestro prepara a los Apóstoles para la primera experiencia de proclamar el Reino de Dios. Les insta con insistencia a “no tener miedo”, y describe tres situaciones concretas a las que se enfrentarán. 

En primer lugar, la hostilidad de los que quieren silenciar la Palabra de Dios, edulcorándola o silenciando a los que la anuncian. En este caso, Jesús anima a los Apóstoles a difundir el mensaje de salvación que les ha confiado. Por el momento, Él lo ha transmitido con cautela, casi en secreto. Pero tendrán que llevar “a la luz”, es decir, abiertamente, y anunciar “desde las azoteas”, esto es, públicamente, su Evangelio. 

La segunda dificultad con la que se encontrarán los misioneros de Cristo es la amenaza física en su contra, o sea, la persecución directa de su pueblo, incluso hasta el punto de que los maten. Esta profecía de Jesús se ha cumplido en todo momento: es una realidad dolorosa, pero atestigua la fidelidad de los testigos. ¡Cuántos cristianos son perseguidos aún hoy en día en todo el mundo! Si sufren por el Evangelio y con amor, son los mártires de nuestro día. A estos discípulos de ayer y de hoy que sufren persecución, Jesús les recomienda: «no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma» (v. 28). No hay que temer a los que intentan extinguir el poder de la evangelización mediante la arrogancia y la violencia. De hecho, no pueden hacer nada contra el alma, es decir, contra la comunión con Dios: nadie puede quitársela a los discípulos, porque es un regalo de Dios. El único temor que debe tener el discípulo es el de perder este don divino, renunciando a vivir según el Evangelio y procurándose así la muerte moral, efecto del pecado. 

El tercer tipo de desafío al que los Apóstoles deberán enfrentarse lo identifica Jesús en el sentimiento, que algunos experimentarán, de que el mismo Dios los ha abandonado, permaneciendo distante y en silencio. También en este caso nos exhorta a no tener miedo, porque, aunque pasemos por estos y otros escollos, la vida de los discípulos está firmemente en manos de Dios, que nos ama y nos cuida. No es una simple exhortación a recuperar la fuerza y el coraje ante las tribulaciones y los peligros. No, es una certeza precisa que el Señor nos invita a renovar nuestro viaje cada día y en todo momento. El Padre nos cuida porque nuestro valor es grande a sus ojos. Lo importante es la franqueza del testimonio de fe: “reconocer a Jesús ante los hombres” es la condición para ser “reconocido” por Jesús ante el Padre; una condición de salvación, de vida eterna con Él en el Paraíso. 

Que María Santísima, modelo de confianza y abandono en Dios en momentos de adversidad y peligro, nos ayude a no ceder nunca al desánimo, sino a confiarnos siempre a Él y a su gracia, más poderosa que el mal.

Fieles polacos, con Bergoglio
Fieles polacos, con Bergoglio

Después del Angelus

Queridos hermanos y hermanas: 

Ayer celebraron las Naciones Unidas el Día Mundial de los Refugiados. La crisis que ha provocado el coronavirus ha puesto en relieve la necesidad de asegurar la protección necesaria también a las personas refugiadas, para así garantizar su dignidad y seguridad. Os invito a uniros a mi oración por un empeño renovado y eficaz de todos a favor de la protección efectiva de cada ser humano, en particular los que se han visto obligados a huir debido a situaciones de grave peligro para ellos o sus familias. 

Otro aspecto sobre el que la pandemia nos ha hecho reflexionar es la relación entre el hombre y el medio ambiente. La cuarentena ha reducido la contaminación y ha redescubierto la belleza de muchos lugares libres de tráfico y ruido. Ahora, con la reanudación de las actividades, todos deberíamos ser más responsables de cuidar el hogar común. Aprecio las muchas iniciativas que, en todas partes del mundo, vienen “desde abajo” y van en esta dirección. Por ejemplo, hoy en Roma hay una dedicada al río Tíber. ¡Pero hay muchas! Que fomenten una ciudadanía cada vez más consciente de este bien común esencial. 

Os saludo a todos vosotros, queridos fieles romanos y peregrinos venidos de varias partes de Italia y, cada vez más, de otros países. Os saludo especialmente a vosotros, jóvenes: hoy recordamos a San Luis Gonzaga, un muchacho lleno de amor a Dios y al prójimo; murió muy joven, aquí en Roma, porque se ocupó de las víctimas de la peste. A su intercesión confío a los jóvenes de todo el mundo. 

A todos os deseo un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y adiós! 

Angelus en la plaza de San Pedro
Angelus en la plaza de San Pedro

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