"Escuchar la Palabra de Dios silencia la palabrería", afirma el Papa en Pentecostés Francisco, en el Regina Coeli: "Que el Espíritu nos lleve a abrir puertas de paz"

El Papa, saludando a los fieles
El Papa, saludando a los fieles

"Leer y meditar el Evangelio, rezar en silencio, decir palabras buenas; no son cosas difíciles, todos  podemos hacerlo"

"¿Qué lugar tienen estas acciones en mi vida? ¿Cómo puedo  cultivarlas, a fin de ponerme a escuchar mejor al Espíritu Santo y ser su eco para los demás?"

"Que el Espíritu haga crecer la fraternidad, entre cirsitanos de distintas confesiones, dé a los gobernantes la valentía de generar gestos de diálgoo, para poner fin a la guerra"

Francisco volvió a asomarse, como cada domingo, a la ventana del palacio apostólico para el rezo del Regina Coeli, con motivo de Pentecostés. Bajo una fina lluvia, decenas de miles de fieles quisieron acompañarle en su reflexión previa, en la que Francisco reivindicó el "diálogo bellísimo" entre el padre y el Hijo, y en el que "se dicen su amor". Desde el Bautismo en el Jordán hasta la cruz, ese diálogo se da siempre,  con "palabras que expresan sentimientos maravillosos, como el afecto, la gratitud, la confianza, la  misericordia".

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Palabras, añadió el Papa, "que nos permiten conocer una relación bella, luminosa, concreta y duradera como  es el Amor eterno de Dios", palabras "transformadoras del amor las que el Espíritu Santo repite en nuestro interior, y las que nos hace bien escuchar, porque hacen nacer y crecer en nuestro  corazón los mismos sentimientos y los mismos propósitos".  

Lluvia en el Regina Coeli
Lluvia en el Regina Coeli

Por eso, indicó Francisco, "es importante que nos nutramos de ellas todos los días leyendo y meditando la Palabra de Dios, llevándola con nosotros en un Evangelio de bolsillo, aprovechando los momentos favorables". Citando al poeta (y sacerdote) Clemente Rebora, "¡Y la Palabra  acalló mi palabrerío!". 

"Escuchar la Palabra de Dios silencia la palabrería", recalcó Bergoglio, apuntando a la necesidad de "dar espacio en nosotros a la voz  del Espíritu Santo", mediante la adoración y la oración.  "Leer y meditar el Evangelio, rezar en silencio, decir palabras buenas; no son cosas difíciles, todos  podemos hacerlo", terminó el Papa, "es más fácil que insultar o enojarse", con sus ya clásicas preguntas dominicales: "¿Qué lugar tienen estas acciones en mi vida? ¿Cómo puedo  cultivarlas, a fin de ponerme a escuchar mejor al Espíritu Santo y ser su eco para los demás?".

Una plaza llena por Pentecostés
Una plaza llena por Pentecostés

Tras el rezo del Regina Coeli, y en los saludos finales, el Papa volvió a recordar que "el Espíritu Santo es aquel que crea la armonía", pese a las "realidades conflictivas". Así, pidió "armonía en las familias, en la sociedad, en el mundo entero".

"Que el Espíritu haga crecer la fraternidad, entre cirsitanos de distintas confesiones, dé a los gobernantes la valentía de generar gestos de diálgoo, para poner fin a la guerra".

"Pensemos en Ucrania, mi pensamiento va en particular a la ciudad de Jharkiv, que sufrió un ataque hace dos días, pensamos en Tierra Santa, en Palestina, Israel... pensemos en tantos lugares donde hay guerra. Que el Espíritu nos lleve a abrir puertas de paz", clamó.

"Expreso mi gratitud por el afecto de los veroneses ayer, fueron muy bravos. Pienso en la cárcel de Verona, en los detenidos que me dieron testimonio, una vez más, que detrás de las paredes de una cárcel palpitan vida, y esperanza", finalizó.

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