Entre los agradecimientos, Francisco se ha dirigido al fundador, Don Giuseppe Bettoni, para elogiar su trabajo durante estos treinta años, desde que comenzó su compromiso de acoger a las madres con hijos: “Lo has llamado "Arché", que recuerda el origen, el principio, y sabemos que en el principio está el Amor, el amor de Dios. Todo lo que es vida, todo lo que es bello, bueno y verdadero viene de ahí, de Dios que es amor, como la vida humana viene del corazón y del vientre de una madre, y como Jesús, que es el Amor hecho carne, vino del corazón y del vientre de una madre” ha dicho el Papa.
Un signo de esperanza
“En esta lógica – ha continuado el Santo Padre – al principio están los rostros: para ustedes son los rostros de esas madres y niños que han acogido y ayudado a liberarse de las ataduras de la violencia y el maltrato. Incluso las mujeres migrantes que llevan en sus carnes experiencias dramáticas”. Es por ello que el Papa describe a las comunidades de acogida de la fundación como un signo de esperanza: “en primer lugar para estas mujeres y sus hijos, pero también son un signo de esperanza para vosotros mismos al compartir vuestras vidas con ellos; y para los voluntarios, los jóvenes, las parejas jóvenes que en estas comunidades experimentan el servicio no sólo para los pobres – una cosa muy buena – pero mas bueno es con los pobres”.
El icono de una Madre y un Niño
“El icono de la Madre y el Hijo es tan familiar para nosotros los cristianos, y para ustedes no se ha quedado sólo en una imagen bonita: la han traducido en una experiencia concreta, hecha de historias y rostros concretos” ha asegurado el Papa. De hecho – ha concluido – “esto significa ciertamente problemas, dificultades, penurias... Pero al mismo tiempo significa alegría, la alegría de ver que el compartir abre caminos de libertad, renacimiento y dignidad”.