Prologado por Francisco, "Io sono Joy": la fe que salva de la desesperación Francisco: "Entrego a los lectores el testimonio de Joy como 'patrimonio de la humanidad'"

Io sono Joy, de Mariapia Bonanate
Io sono Joy, de Mariapia Bonanate

En el prólogo del libro de Mariapia Bonanate "Yo soy Joy" (San Pablo), Francisco recorre el intenso testimonio de una muchacha nigeriana que llega a Italia tras un dramático viaje con la ilusión de encontrar un trabajo pero que, en cambio, termina en la calle

La joven se salva gracias a su fe en Dios y a su encuentro con una comunidad de acogida en Caserta

El libro estará en las librerías a partir del 27 de enero

(Vatican News).- He aceptado con gusto la invitación a escribir este breve prefacio, con la intención precisa de entregar a los lectores el testimonio de Joy como "patrimonio de la humanidad".

Joy es una joven que vivió un segundo nacimiento en Italia. Su tierra natal es Nigeria, el rincón de nuestro planeta en el que vio por primera vez la luz del sol y desde donde su vida se puso en viaje.

Con este libro, Joy dona su historia personal a todas las mujeres y hombres que cultivan una auténtica pasión por la salvaguardia de la vida. Nos devuelve su dramática experiencia de viaje, con la sencillez de los testigos que, narrándose, dan voz a Dios: en cada detalle de su historia, de hecho, Dios está a su lado, como un protagonista escondido, silencioso, pero no por ello inerte en los acontecimientos narrados.

La travesía por el desierto, los meses pasados en los campos de detención libios, el trayecto en el mar, durante el cual se salvó del naufragio, son capítulos de una narración que es, a la vez, autobiográfica y coral. Mientras participamos en su historia, también aparecen ante nuestros ojos Loweth, Glory, Esoghe, Sophia, Mary, amigas que tienen una historia similar a la suya y a la de miles de muchachas nigerianas.

La de Joy es una historia que acomuna a muchas otras personas, como ella, secuestradas en una cadena infernal y golpeadas por la tragedia de la invisibilidad de la trata. Una historia tan desconocida como siniestramente omnipresente en nuestras sociedades globalizadas.

Si se observa con detenimiento, su vía crucis se despliega como un mosaico de realidades vividas por tantos hermanos y hermanas más vulnerables, hechos "transparentes" a los ojos de los demás.

Sólo cuando llegó a Italia, Joy descubrió que había sido engañada y que había caído en manos de traficantes de seres humanos. Estos recorridos de deshumanización parecen presentar una constante en su "génesis", en la forma en que inician: ser obligados a dejar su país de origen, para ir a poblar las periferias de las grandes ciudades. Dispersos en el anonimato, estos "invisibles" pierden progresivamente los puntos de referencia e identidad que los anclan a su propia cultura.

Es lo que sucede, aun hoy, a muchas familias. Los traficantes, individuos sin escrúpulos que prosperan a costa de las desgracias ajenas, aprovechan la desesperación de la gente para someterla a su poder. Se llega, incluso a proyectar la traición "metódica": se priva a las víctimas de informaciones claras hasta el momento en que el abuso y la violencia de la calle se imponen y terminan por matar los sueños.

Esto es lo que les ocurrió a Joy y a sus amigas.

En este punto no puedo dejar de plantear al lector un interrogante: dado que son innumerables las jóvenes, víctimas de la trata, que acaban en las calles de nuestras ciudades, ¿en qué medida esta reprobable realidad deriva del hecho de que muchos hombres, aquí, demanden estos "servicios" y se muestren dispuestos a comprar a otra persona, aniquilando su inalienable dignidad?

La lectura de estas memorias nos lleva a descubrir, página tras página, cómo el testimonio de Joy nos enclava ante los prejuicios y responsabilidades que nos convierten en actores conniventes de estos hechos. Nos hará bien ponernos al lado de Joy y detenernos con ella en sus "lugares" de dolor indefenso e inocente. Después de haber permanecido allí, será imposible permanecer indiferentes cuando sintamos hablar de los barcos a la deriva, ignorados e incluso rechazados de nuestras costas. Joy estaba en uno de ellos.

En su camino hacia la libertad, Joy nos señala dos realidades fundamentales: ante todo la fe en Dios que salva de la desesperación. Una fe firme, puesta a prueba en los momentos más duros. En segundo lugar, la comunidad. Joy comenzó su renacimiento cuando fue acogida en la comunidad "Casa Rut" de Caserta.

Casa Rut

Una casa de acogida sólo puede ostentar el bello nombre de "comunidad" cuando es capaz de acoger, proteger, integrar y promover toda vida en su seno.

Este libro es una narración de fe, un canto de esperanza y de agradecimiento para quienes ofrecen su vida poniendo en práctica estos cuatro verbos con sabor evangélico.

Joy nos ayuda a todos a abrir los ojos, a "conocer para comprender mejor". A menudo son precisamente ellas, las víctimas de los abusos más atroces, las que constituyen una fuente inagotable de soporte y apoyo para las nuevas víctimas. Sus recuerdos se revelan como fuentes de información de fundamental importancia para salvar a otras jóvenes en la misma situación.

Quisiera agradecer a todas las personas y organizaciones que, incluso a costa de su propia incolumidad, acuden en auxilio de las víctimas de la esclavitud moderna. Con su incansable dedicación, devuelven el valor de sí mismos a quienes han sido privados de su dignidad personal; devuelven la confianza y la esperanza a quienes han sido engañados y han vivido la imposición del terror por parte de quien, habiéndose presentado como salvador, resultó ser un verdugo.

Apoyo

Volver a conducir a la luz del día a las personas que se han visto obligadas a vivir en la hollinienta oscuridad de la indiferencia social es una obra de misericordia de la que no podemos eximirnos.

Por último, me gustaría dirigirme a ti, Joy.

"Te llamas Joy", has sido la alegría de tu madre desde el seno materno, y por eso recibiste de ella este hermoso nombre que es también uno de los nombres propios de Dios. Eres Joy, similar a tantas mujeres cuya historia contamos hoy, pero, sobre todo, tú "eres Joy": única, deseada y tan amada.

Te agradezco por habernos dado la oportunidad de unirnos a tu experiencia de absoluta valentía que nos permite comprender mejor a quienes sufren la trata.

Queridísima Joy, tal como escribes en estas páginas: "sólo el amor, que alimenta la paz, el diálogo, la acogida y el respeto mutuo, puede garantizar la supervivencia de nuestro planeta". Así que, mi recomendación es: "Coraje, estudia y no tengas miedo". "¡Te felicito, sigue así!".

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